Darkest Dungeon es, sin duda alguna, uno de los mejores indies de la última década y uno de los que más nos han hecho sufrir, por lo que el anuncio de que recibiría una secuela lo recibimos con los brazos abiertos. Aunque hemos tenido que esperar una buena temporada, ahora por fin hemos podido echarle un primer vistazo a esta segunda parte gracias al lanzamiento de su versión de Acceso Anticipado en Epic Games Store, y nuestras impresiones iniciales no podrían ser más positivas.
Un nuevo enfoque
Lo primero que tenemos que comentar es que no estamos ante una continuación al uso. En vez de apostar por ofrecernos un "más y mejor de lo mismo", en Red Hook Studios han tenido la valentía de cambiar el enfoque y hacer algo muy distinto, abrazando de una manera mucho más abierta su vertiente roguelite.
Así pues, en esta ocasión no tendremos un pueblo en el que gestionar a nuestro grupo de héroes para mandarlo a explorar oscuras y peligrosas mazmorras mientras intentamos cumplir los diferentes objetivos que nos propongan, sino que nuestra misión principal será la de completar un largo trayecto en carromato hasta una lejana montaña.
Como podréis intuir por esta descripción, morir en el camino supondrá tener que empezar desde el principio y en el trayecto tendremos que tomar multitud de decisiones, ya sea con los eventos que salgan a nuestro paso o con la ruta que decidamos escoger. Y sí, no faltarán infinidad de combates a muerte que buscarán ponernos al límite.
Al finalizar cada uno de los tramos de nuestro periplo siempre llegaremos a una posada donde podremos recuperarnos, usar ítems para entretener a los personajes, reforzar sus vínculos y reducir sus niveles de estrés, así como hacer algunas compras, equiparle útiles accesorios a nuestro carruaje y decidir el próximo bioma por el que queremos seguir avanzando, una elección que suele conllevar también la presencia de algún que otro objetivo opcional con su correspondiente recompensa si conseguimos completarlo.
Esta estructura propicia que cada viaje sea muy distinto al anterior y que no podamos parar ni un solo momento de valorar los riesgos y recompensas de todo lo que hacemos. ¿Nos interesa meternos en una zona en la que hay muchas más posibilidades de que nos asalten unos sectarios a cambio de una buena recompensa que nos permita prepararnos mejor para lo que nos espera en nuestro destino final o jugamos sobre seguro y tomamos una ruta donde haya más paradas en el camino para curarnos? ¿Compartimos nuestra comida y oro con unos mendigos para que aviven nuestra antorcha o lo dejamos pasar y guardamos esos valiosos recursos para nosotros por lo que pueda pasar en un futuro?
Lo cierto es que la variedad de eventos que hay actualmente no es extremadamente alta, pero es algo que se entiende al tratarse de un juego que acaba de salir en Acceso Anticipado y que todavía tiene muchos contenidos que sumar, pero el desarrollo de las partidas nos está gustando bastante gracias a este enfoque que se le ha dado.
Sin embargo, lo mejor llega con las nuevas mecánicas relacionadas con nuestros personajes, ya que a las peculiaridades del primer juego (fobias o estados mentales positivos que afectan a su desempeño durante los combates) ahora tenemos que sumarle las relaciones que forjen entre sí. Dependiendo de cómo juguemos y de lo alto que sea el nivel de estrés que tengan, podrán desarrollar poderosos vínculos tanto de amistad como de enemistad, lo que implica que ocurran todo tipo de cosas impredecibles durante los enfrentamientos, ya sean positivas o negativas.
Por ejemplo, dos guerreros pueden llegar a enamorarse, momento en el que comenzarán a protegerse el uno al otro e incluso a lanzarse curas gratuitas sin gastar turno, pero si uno usa habilidades de apoyo en algún aliado su pareja podría sentir celos, por no hablar de que muchas veces pondrán pegas cuando queramos alejar sus posiciones dentro de nuestra formación. Obviamente, también pueden producirse relaciones muy negativas y que se saboteen entre ellos, algo que nos puede dar muchos dolores de cabeza cuando se produzcan cosas como querer usar una habilidad y que esta quede bloqueada porque otro miembro del grupo no se fía de ese personaje y crea que va a hacer algo sospechoso.
Es una auténtica pasada la vidilla que le da todo esto a las partidas y la importancia que cobra el estrés con ello, pues cuanto menos agobiados estén, menos irritables serán y más propensión a crear buenos lazos tendrán. Por supuesto, las fobias, enfermedades y sus diferentes estados mentales también suman y al final todo acaba desembocando en unas sesiones de juego en las que no paran de ocurrir cosas que nos obligan a adaptarnos al vuelo y a tomar decisiones con cabeza.
Los combates como tal sí que se mantienen muy similares a los que vimos en la primera entrega: se desarrollan por turnos, las posiciones de los personajes y enemigos es importantísima (dependiendo de dónde estén podrán usar unas habilidades u otras, alcanzar ciertos blancos y ser posibles víctimas o no de un ataque contrario) y los rivales al morir dejan lápidas que pueden llegar a entorpecernos. Siguen siendo muy divertidos y la sensación de estar librando una lucha a muerte en la que todo se puede ir al traste en cualquier momento si no jugamos bien está conseguidísima. Además, gracias a la nueva mecánica de relaciones que os acabamos de comentar resultan mucho más dinámicos, épicos y tensos que antes.
A nivel audiovisual también nos ha conquistado, especialmente por su espectacular y oscura dirección artística. Esta es heredera de lo visto en el título anterior, pero ahora todos los elementos son tridimensionales y tienen un diseño algo más estilizado, lo que le sienta de lujo a detalles como las animaciones. Y ojo, ya que sigue transmitiéndonos la sensación de estar viendo ilustraciones en movimiento, un efecto muy logrado y sorprendente que nos ha maravillado. La música, por su parte, vuelve a ser realmente buena con temas que transmiten con mucho acierto la sensación de estar recorriendo un mundo decadente, así como la tensión de sus batallas, los efectos son contundentes y su fantástico narrador (en inglés) regresa para ponernos los pelos de punta y sumergirnos de lleno en su mundo con sus frases.
Un cambio de rumbo muy prometedor
Si hay algo bueno que podemos decir de Darkest Dungeon 2 es que no compite con su predecesor. Son dos juegos que, a pesar de compartir evidentes puntos en común, ofrecen unas experiencias lo suficientemente diferentes como para que sean dos alternativas perfectamente válidas. Esta secuela es un roguelite algo más puro y tradicional en su estructura, pero hace tantas cosas bien y algunas de sus novedades nos han gustado tanto que nos ha vuelto a atrapar como ya lo hizo el original en su día. Todavía nos queda muchísimo por ver hasta que alcance su versión final y estamos convencidos de que no va a parar de mejorar y sorprendernos con los añadidos que vayan llegando, pero si algo nos ha quedado es que hay motivos de sobra para que nos ilusionemos con él.
Hemos realizado estas impresiones gracias a un código de descarga que nos ha facilitado Red Hook Studios.