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PC:
XBOne, Switch, PS4:
FICHA TÉCNICA
Desarrollo: Just Add Oil Games
Producción: Excalibur Games
Distribución: Xbox Store
Precio: 19,99 €
Jugadores: 1
Formato: Descarga
Textos: Inglés
Voces: -
Online: -
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Análisis Road to Guangdong, coche estropeado (Xbox One, PC, Switch, PS4)

Un 'road game' que nos lleva por el sur de China pilotando un coche que se cae a pedazos, igual que las ideas del videojuego.
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Actualizado: 12:01 14/9/2020
Análisis de versiones Xbox One, PC, Switch y PS4.

Pensándolo desde la perspectiva de lo racional puede parecer poco menos que una estupidez, pero hay una relación especial, emotiva, entre un conductor, su pareja y sus hijos con el vehículo familiar. Puede que el coche sea un Ford Fiesta de los años 80 que ni siquiera tiene cinturón de seguridad en los asientos traseros, o un Suzuki Vitara hecho pedazos en el que las puertas se quedan atascadas constantemente. Da igual si se trata de un deportivo de lujo o un utilitario comprado de quinta mano, porque la relación emocional no es con el objeto, sino con los momentos que se han vivido en el pasado acompañados de ese objeto. Esta relación entre individuo y máquina, y esos temas de los recuerdos familiares y la importancia de la familia, es lo que intenta explorar sin demasiado atino Road to Guangdong, la ópera prima de Just Add Oil Games que se siente constantemente como un coche al que se le rompe un componente a cada kilómetro.

La trama nos pone en la piel de Sunny, una estudiante de Bellas Artes cuyos padres acaban de fallecer, lo que la deja en una situación emocional y vital complicada: le han dejado el restaurante familiar, que no pasa por su mejor momento, por lo que se ve prácticamente obligada a dejar de lado sus sueños para continuar el negocio - una decisión que ya viene dada tanto para la protagonista como para los jugadores.

Pero para poder comenzar con su nueva vida, antes necesita el visto bueno de su familia tradicionalista y a la que apenas recuerda, lo que la llevará, junto a su tía Guu Ma, a viajar hasta distintas ciudades y aldeas del sureste de China.

Tedio en Cantón

Para ello usarán a Sandy, el coche familiar de los padres de Sunny, uno de esos automóviles que tienen puertas de distintos colores por arreglos que no pudieron hacerse correctamente y que almacenan tantos recuerdos como tiritas. La mecánica principal de Road to Guangdong gira en torno a la conducción y el mantenimiento de Sandy. Tras elegir el destino en el mapa se genera un trazado lineal que nos llevará hasta el punto donde nos espera un familiar. Pero aunque pasamos la mayor tiempo del juego conduciendo, la conducción es sorprendentemente tediosa.

Esto no se debe tan solo a que la conducción totalmente arcade, con un vehículo que parece que flota sobre la carretera, sea poco interesante. Tiene también mucho que ver con ese sistema de reparaciones que sobre el papel es muy interesante. Conforme vamos conduciendo las ruedas se gastan, la goma del ventilador se va aflojando, el filtro del aceite se rompe y el motor se va echando a perder. Por ello, a no ser que nos queramos gastar un dineral que probablemente no tengamos en el taller, lo mejor es ir tomando los desvíos del trazado que nos llevarán a desguaces totalmente clónicos donde ir recogiendo piezas con mayor vida y/o calidad que las que tengamos en el inventario, ya sea para usarla en nuestro vehículo o para venderlas en los talleres que nos encontramos.

La conducción es muy accesible y tan solo de vez en cuando aparece algún coche al que adelantar en caso de que tengamos a Sandy en buen estado.

El mantenimiento del vehículo lo podremos hacer nosotros mismos, mirando bajo el capó y sin demasiada dificultad ya que no son demasiados los elementos que se van deteriorando, pero para algunas cosas habrá que acudir a los mencionados talleres, como para cambiar el motor, y en la mayoría de las ocasiones, para rellenar el depósito, echar aceite y comprar algunas garrafas de gasolina por lo que pueda pasar. O más bien, lo que pasará con casi toda seguridad en las primeras partidas: es habitual quedarse sin gasolina en medio de la carretera y tener que llamar a una costosa grúa para que te lleve al taller más cercano.

La calidad de los componentes tienen una incidencia directa en la velocidad que podemos alcanzar. Ir a demasiada velocidad con el filtro del aceite medio roto y con las ruedas listas para cambiar hará que el coche se caliente al pisar el acelerador; si el coche se calienta gastará más de nuestro bien más preciado: la cara gasolina. Esto provoca que, para ir conduciendo sin que la aguja de la temperatura llegue al color rojo, haya que ir todo el rato a 40 o 60 kilómetros por hora, extremadamente lento. No sería malo per se si los trayectos fueran mínimamente interesantes, pero aquí nos encontramos con rectas inacabables que hacen cada paseo un tedio; o si los entornos tuvieran algún atractivo que mirar, pero aquí solo hay paisajes muertos y clónicos que se repiten una y otra vez. Al menos tenemos a Guu Ma en el asiento del copiloto dando cháchara (mensajes en texto que se repiten constantemente; uno de ellos empieza diciendo "¿te he contado ya que…?", y sí, probablemente nos lo haya dicho 17 veces) y cambiando la emisora de la radio porque no le gusta la música "ruidosa".

Las conversaciones con los familiares oscilan entre no ser interesantes y ser un drama digno de un culebrón televisivo.

Las reuniones familiares son incómodas

Cuando llegamos a los distintos destinos (hay seis, sin contar el inicial) el juego deja de ser un título de conducción para convertirse en una aventura conversacional donde conocemos un poco mejor a nuestros familiares y podemos conseguir recetas para nuestro restaurante. Dejando de lado unosdiálogos planos que no transmiten nada y una construcción de personajes que impide que nos importen algo esas personas, el mensaje se repite una y otra vez con un envoltorio distinto: la familia es lo más importante, y hay que respetar las opiniones de todos aunque prácticamente te hayan obligado a matar una gallina siendo vegetariana. El sistema de conversaciones es muy sencillo: hablando con un personaje te puede dar una información que puede servirte para que otro te de o te diga lo que necesitas; en estas secciones no exploras, por ejemplo, la casa de tus tíos, sino que seleccionas con un menú las zonas del hogar a las que quieres ir y por las que no te puedes mover, tan solo hablar con el personaje que haya en ese lugar. Se agradece llegar al destino tras las tediosas secciones de conducción, pero abruma encontrarse con conversaciones vacías y con un mensaje tan conservador del que a veces dudas si es intencional o si se está criticando la estructura familiar asiática.

¿Pero qué ocurre si Sandy te deja tirada en medio de la carretera, sin dinero para hacer las reparaciones o para echar gasolina? Si no tienes componentes de reparación que vender, el juego termina: vuelves al restaurante, cenas con los familiares que hayas visitado (y les hayas caído bien) y aparecen los títulos de crédito. La única opción es cargar una partida anterior, lo que puede servir de poco si no tienes la suerte de estar en un punto con recursos, o empiezas desde el principio; una manera de alargar un juego que se hace largo con las aproximadamente tres horas que se tarda en terminarlo correctamente.

El juego se puede completar en una tarde a no ser que se tengan muchos problemas mecánicos, algo que depende de la suerte al explorar los desguaces.

Porque los problemas del título no son solamente dos mecánicas, las secciones de la conducción y la conversación, que son buenas ideas mal ejecutadas; todo lo que rodea a la obra da la sensación de estar inacabado, ya sea por falta de experiencia, por falta de presupuesto o por falta de personal - en los créditos aparecen cuatro personas. En lo visual nos encontramos con un estilo low poly no solo poco detallado en vehículos, escenarios y personajes, sino también extremadamente clónico (todos los desguaces son iguales, todos los talleres son iguales, todos los mecánicos son iguales…) y muy mal animado: los coches flotan sobre la carretera, los personajes son estáticos y cuando giras la cámara para mirar a Guu Ma dentro del coche su modelado ni siquiera está coloreado. En lo sonoro es si cabe igual de desastroso: está bien que el ruido del motor de Sandy permita identificar si le estás metiendo demasiada caña, pero los coches de la carretera no se oyen y no hay sonido ambiente, tan solo una radio con dos emisoras, cada una con un par de pistas que se repiten hasta la extenuación.

A veces se ofrecen escenas pintonas, pero aunque hay diferencias visuales en cada ruta, dentro de ellas el trayecto es prácticamente clónico.

Conclusión

Road to Guangdong se deja jugar: hay veces que sientes algo parecido a la tensión cuando la aguja de la gasolina está a punto de estar totalmente a la izquierda y no ves ningún taller en el horizonte. Más allá de situaciones muy concretas y emergentes, ni la conducción es satisfactoria, ni las conversaciones mínimamente interesantes; es una mezcla de dos ideas o mecánicas de juego que sobre el papel parecen apetecibles, pero que ni siquiera se han terminado de ejecutar, dando la sensación de un videojuego inacabado. El equipo de Just Add Oil Games debería haber pasado un tiempo más en el taller ajustando las tuercas y dando capas de pintura a su ópera prima, porque el producto final, aún viéndole detalles interesantes, está para llevarlo al desguace.

Hemos realizado este análisis con un código proporcionado por Meridiem Games para PS4.

NOTA

4

Puntos positivos

La idea de un road game en el que ir reparando el coche es interesante.
Aprendes algo de la cultura familiar tradicionalista asiática.

Puntos negativos

El sistema de juego no acaba de funcionar y se hace tedioso.
Técnicamente y sonoramente es un desastre.
Las situaciones de los familiares son dignas de culebrones televisivos.

En resumen

Un road game con una idea interesante (el mantenimiento del coche familiar mientras se conduce por una región exótica) que falla en su ejecución, en los temas tratados y en lo técnico.