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Fecha de lanzamiento:
Switch, PC, Switch2:
También en: PC Switch Switch2
FICHA TÉCNICA
Desarrollo: Marvelous
Producción: Marvelous
Distribución: Marvelous
Precio: 59.99 €
Jugadores: 1
Formato: Digital y físico
Textos: Español
Voces: Inglés
Online: -
ANÁLISIS

Análisis Rune Factory: Guardians of Azuma: Nos sumergimos en un mundo de tradición japonesa en esta divertido spin-off (Switch, PC, Switch 2)

Ponemos rumbo al mundo de Azuma en un título que nos sumerge de lleno en una apasionante aventura con la cultura tradicional japonesa como telón de fondo.
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Actualizado: 12:20 14/7/2025
Análisis de versiones Switch, PC, Switch 2.

La apariencia infantil y el entrañable estilo chibi que caracteriza a las entregas troncales de Rune Factory dejan paso a una estética adulta que emplea la cultura tradicional japonesa como trasfondo temático en Rune Factory: Guardians of Azuma, el nuevo spin-off de una querida franquicia que, curiosamente, nació a su vez como escisión de Harvest Moon. Su anuncio por parte de Marvelous, sus creadores, se produjo en 2023 y ya entonces se explicó que la serie volvería a la palestra de la actualidad a través de dos nuevas iteraciones: una que se centraría en la cultura occidental y otra, la que hoy nos ocupa, en la oriental.

Lo haría además con la promesa de ofrecer mejoras que ampliasen las posibilidades de su mecánica de juego, que en las últimas entregas (Rune Factory 5) empezó a mostrar algunas señas de desgaste que preocuparon a su extensa comunidad de seguidores. Sin embargo, este spin-off promete, entre otras cosas, llevar la franquicia hacia nuevos e inexplorados terrenos, esos que el género de los "cozy games" han tenido a bien transitar en los últimos años, mezclando simulación social, gestión de granjas y acción. Lograr un equilibrio entre estos tres elementos es siempre una cuestión delicada, sobre todo cuando se trata de aportar algo nuevo e innvador a la ecuación. La pregunta que nos planteamos antes de sumergirnos en su contenido es más que evidente: 0†7Será capaz Marvelous de aportar ese tan necesario soplo de aire fresco que pedían los aficionados? Descubrámoslo.

Un baño de tradición japonesa

El primer detalle que llama la atención al comenzar la partida es también el más significativo de esta entrega: Guardians of Azuma deja bien claro desde los primeros minutos de juego que uno de sus objetivos es presentar la cultura tradicional japonesa desde un punto de vista ilustrativo y respetuoso. Los primeros compases sirven a modo de introducción rápida al argumento, que da el pistoletazo de salida con una escena en la que dos personajes pelean entre sí a lomos de sendos e imponentes dragones. Este acontecimiento, que en realidad es un sueño premonitorio de todo lo que nos aguarda el futuro, termina cuando el héroe o heroína despierta en el tatami de una de las viviendas de Primaveria, la aldea en el que vive desde hace un año y medio; tras llegar allí por causas que no es capaz de recordar (la amnesia, ese recurso tan recurrente, vuelve a hacer acto de presencia), decide quedarse y ayudar a los aldeanos. El pueblo sufre las consecuencias de una catástrofe que está absorbiendo la energía de las runas, de las que depende el nacimiento de la vida. El Colapso Celestial, tal y como se le conoce, ha roto el mundo en distintos pedazos: continentes e islas inconexas que, plagadas de monstruos, han perdido casi todo rastro de la vida que antaño bullía en ellas.

El diseño de los monstruos, como el resto de la ambientación, alude a la tradición japonesa.

Tras una serie de acontecimientos que nos refrescan la memoria sobre nuestros verdaderos orígenes, descubrimos que, en realidad, somos Danzatierras, una profesión de origen celestial que permite enmendar, con la ayuda de distintos artilugios, todo el mal ocasionado por el Colapso. Ante este notable hallazgo los aldeanos deciden convertirnos en su jefe, reemplazando así al sabio anciano que hasta el momento se había encargado de esta función. Precisamente por eso, por su vejez, decide cedernos su puesto, no sin antes recordarnos que, pese a las apariencias, sus obligaciones no eran precisamente coser y cantar. Una de las primeras tareas que tendremos que realizar es devolver al pueblo su esplendor perdido, y para ello tendremos que remangarnos y poner rumbo hacia la primera zona de desarrollo, momento en el que comienza realmente a funcionar la maquinaria de este Rune Factory: Guardians of Azuma.

Más allá de estos primeros retazos del argumento, lo cierto es que Marvelous se ha centrado más en llevar a la pantalla una representación muy interesante de la cultura tradicional japonesa que en dotar al juego de una historia compleja. Nada más lejos de la realidad, los acontecimientos que se suceden durante las más de cincuenta horas de juego que podemos invertir entre combates y momentos de esparcimiento se apoyan en los clásicos clichés y lugares comunes a los que el género nos tiene acostumbrados. No por ello deja de estar presente un sentido del humor que nos arranca alguna que otra sonrisa y un elenco de personajes carismáticos que sirven como contrapeso para paliar las deficiencias de su estilo narrativo. Para salvar el mundo de Azuma primero tendremos que demostrar que tenemos madera de líderes, y para ello nos ponemos manos a la obra sin perder un segundo.

Manos a la obra

Tras los prolegómenos, la aventura presenta sus principales virtudes en forma de una mecánica que combina exploración con el desarrollo de los cuatro pueblos o aldeas de los que se compone Azuma. Cada uno representa una estación del año, lo que a su vez es un guiño al modo de entender la tradición sintoísta que sigue gran parte de la población nipona. La primera, Primaveria, comienza como un auténtico yermo que refleja la delicada situación que atraviesa el planeta tras sufrir el Colapso Celestial. Por suerte, su apariencia desértica y carente de vida cambia a medida que conseguimos eliminar toda presencia maligna, algo para lo cual tendremos que rescatar a los dioses que antaño actuaban como protectores de estas. Para ello iremos consiguiendo objetos cruciales con los que purificar nuestros alrededores de diversas maneras, ya sea empleando el tambor sagrado, con el que realizamos una danza celestial de curación, o una espada celestial de fuego capaz de eliminar de un plumazo parte del veneno que contamina la tierra.

El cambio que experimentan los pueblos al ser rescatados es muy reconfortante.

Como jefes, tenemos que centrarnos en devolver la vida a cada una de las cuatro aldeas, tarea para la cual tendremos, por ejemplo, que acercarnos a árboles del cerezo que florecen al realizar la danza de la tierra cerca de ellos. Bailar de esta manera tiene un efecto inmediato en su apariencia: del triste marrón de sus mustias ramas pasamos a ser testigos de un auténtico festival de colores. También será fundamental crear viviendas para que los aldeanos que huyeron tiempo atrás puedan volver a recuperar sus vidas.

Cada pueblo cuenta con un determinado número de las denominadas "zonas de desarrollo", desde las cuales podemos crear campos de cultivo en los que produciremos todo tipo de alimentos y de recursos que más tarde emplearemos para construir edificios, principalmente comercios que posteriormente usaremos para comprar objetos que serán de gran utilidad para completar misiones o para elaborar alguna de las recetas que vamos descubriendo mientras exploramos el mundo. En estas zonas invertiremos bastante tiempo y hacen las veces del clásico pueblo de Rune Factory que antes servía como base de operaciones. Ahora, esta base no es una, sino cuatro, y sirve como la excusa perfecta para centrarnos en que cada aldea sea lo más productiva posible.

Modos de productividad

Guardians of Azuma busca emplear una mecánica lo más sencilla posible para que construir las aldeas sea pan comido. Las zonas de desarrollo se muestran en forma de cuadrícula, con un espacio limitado y unas condiciones específicas en torno a cuántas casas y comercios podemos crear. Si no nos convence la opción de construir desde la perspectiva tradicional desde la espalda del héroe, podemos emplear una vista aérea muy de agradecer desde la que se facilita entender exactamente en qué zona estamos construyendo o plantando. Como de costumbre, para lograr que nuestro campo sea productivo tendremos que realizar tareas sencillas como plantar semillas, árboles y demás, regando las zonas de cultivo cada equis tiempo para evitar que se marchiten o pudran.

Como el número de tareas a nuestra disposición es demasiado grande para poder encargarnos de todo por nuestra cuenta, no queda más remedio que emplear a los aldeanos que irán volviendo a sus aldeas a medida que estas recuperan su esplendor. Cada aldeano cuenta con una serie de habilidades especiales que hemos de saber aprovechar para sacar el máximo provecho de las tareas de cultivo, tala, recolección de minerales, etcétera. Por otro lado, los comercios solo funcionarán si cuentan con un empleado que sea capaz de seguir los horarios que marca la ley. Este concepto es muy importante en Guardians of Azuma, ya que contamos con un reloj en la parte superior de la pantalla que, además de indicar en qué momento del día nos encontramos (con el consiguiente cambio lumínico), sirve como medida regulatoria para obligarnos a realizar tareas en determinados momentos del día.

Podemos mejorar los vínculos personales mediante conversaciones.

En la práctica esto implica que hay algunas misiones o peticiones que tendremos que realizar por la mañana y otras por la noche. El paso de los días se lleva a cabo a través de un calendario por el que transcurren las estaciones y al que tendremos que prestar especial atención, porque en él se indican los días festivos, los cumpleaños de nuestros amigos y demás información de interés para cumplir determinadas tareas.

Los pueblos están interconectados entre sí: es frecuente que tengamos que ir de uno a otro para hablar con un determinado personaje o para realizar alguna tarea específica. Además, el cultivo de algunos productos requiere de una serie de condiciones especiales que se dan en un lugar u otro, algo a lo que tendremos que estar ojo avizor para obtener los mejores resultados posibles. Por suerte, la gestión de los aldeanos permite elegir cómo queremos emplear los recursos que ofrece el campo, bien sea intercambiándolos automáticamente por dinero o rescatando parte de ellos para emplearlos en labores de cocina. Para movernos entre pueblos contamos con nuestro dragón particular, con el que despegamos hacia el Cielo, desde donde, además de viajar a las aldeas colindantes, podremos investigar distintas islas plagadas de tesoros, enemigos y de alguna que otra situación divertida que generalmente forma parte de alguna misión secundaria. El Cielo es una especie de mundo abierto en el que invertiremos gran parte de nuestro tiempo.

Mucho más que gestionar una aldea

La gestión de las aldeas requiere una notable inversión de tiempo, pero hacerlo es entretenido y sencillo gracias a su mecánica. Guardians of Azuma no se complica la vida a la hora de facilitar que las gestiones cotidianas sean tan agradables de realizar como en la vida real. No obstante, este es solo uno de los dos aspectos principales sobre los que se sostiene la mecánica, siendo el segundo la exploración de determinadas zonas abiertas que en muchas ocasiones nos conducen a una mazmorra en la que tendremos que vernos las caras con todo un jefazo final. En este sentido, el juego sigue el camino al que el género nos tiene acostumbrados, encontrando todo tipo de enemigos y de objetos que podremos recolectar. Lógicamente, tendremos que combatir para hacer frente a los monstruos que, basados en la tradición japonesa (kappas, onis, etc.) nos dan a su modo la bienvenida. Es una lástima que no hayamos podido disfrutar de una mayor variedad de estos monstruos, que por momentos se suelen repetir con frecuencia.

Los combates son sencillos y no ofrecen gran variedad de acciones.

El sistema de combate es muy sencillo y se basa en el uso de dos armas: una de corto alcance (espadas cortas, largas) y otra de largo (arcos, talismanes). No podemos bloquear los ataques, pero sí evadirlos y realizar contraataques y otros golpes especiales. Nuestras aptitudes se pueden mejorar desde el árbol de habilidades de cada una de ellas, donde desbloquearemos nuevas técnicas que nos permiten hacer frente a los enemigos de mayor calibre con más facilidad. Y hablando de facilidad, en total hay tres niveles de dificultad: historia, equilibrado y difícil, que podemos cambiar durante la partida siempre que queramos sin sufrir repercusiones.

Elegir un modo u otro dependerá de lo que busquemos en cada partida. El modo equilibrado consigue que los combates sean algo más que un simple "machacabotones"; el de historia permite avanzar sin tener prácticamente problemas al luchar contra enemigos, pese a que estos tengan más nivel de experiencia que nosotros, y en difícil tendremos que extremar las precauciones. En nuestro equipo podemos llevar un total de cuatro personajes contando con nosotros, cada uno de una determinada categoría (atacante, curandero, defensor, apoyo¡­), lo que nos lleva a incidir en la importancia de la relación que mantengamos con ellos.

La importancia de la amistad

Uno de los aspectos más importantes de Guardians of Azuma es la relación que mantenemos con los veinticinco personajes que vamos conociendo con el paso de las horas. Los secundarios son, como ya comentamos anteriormente, uno de los grandes atractivos del juego, ya que cada uno cuenta con su propia personalidad. Por suerte, podemos pasar algo de tiempo con ellos realizando interacciones personales en las que tendremos que descubrir qué les gusta y qué no para lograr que aumente nuestro vínculo. Aunque a veces no queda más remedio que caer en el uso del sistema de prueba y error (sobre todo si no tenemos ni idea de qué es realmente lo que les motiva), este tipo de situaciones funcionan bien durante la partida porque ofrecen un toque variado que, además, tiene repercusiones positivas en distintas áreas de nuestro progreso. Una de ellas, por ejemplo, es lograr que pasen a formar parte del grupo de personajes que podemos seleccionar para ir al campo de batalla y aprovecharnos de sus virtudes.

Los personajes secundarios son uno de los aspectos que más nos han gustado.

Al igual que nosotros, se les puede equipar con tres piezas: sombrero, hombrera y pulsera. Hay algunos elementos que podemos comprar y otros que iremos descubriendo en cofres del tesoro esparcidos por los mapas. Como el dinero es un bien escaso y de él depende el desarrollo de las aldeas, es preferible que dediquemos más tiempo a explorar que a gastar más de la cuenta, ya que al final de cada día, cuando asistimos al recuento de los puntos de experiencia que hemos obtenido al realizar estas o aquellas tareas, también tendremos que pasar por caja para costear el trabajo de los aldeanos y el mantenimiento de las aldeas. Como podréis ver, la exploración es mucho más importante de lo que cabría esperar en un principio, algo que descubrimos a medida que transcurren las horas de juego y que nos llevan a reforzar la idea de que el desarrollo va de menos a más hasta que alcanza velocidad de crucero.

Un sinfín de contenido

Una vez llegados a ese punto, empezaremos a recolectar recursos cada vez a mayor velocidad y a completar la multitud de encargos y misiones secundarias que aparecen a medida que avanzamos. Hay incluso algunas tareas que tendremos que realizar a lo largo y ancho de toda la aventura, como ir descubriendo estatuas de rana que, por lo general, nos suelen premiar con recetas que podremos intercambiar (pagando) en su tienda correspondiente por adornos para el pueblo o por nuevos alimentos. Dedicarle tiempo a la creación de la aldea se canjea por ciertas condiciones especiales que mejoran nuestro ataque o defensa, por citar dos entre otras muchas, demostrando así que todo está interrelacionado. No obstante, si lo deseamos podemos centrarnos específicamente en algún aspecto sin prestar demasiada atención al otro. Es decir: nosotros elegimos hasta cierto punto cómo queremos disfrutar de la aventura. La cantidad de contenido nos lleva a descubrir porcentajes de cuántos elementos nocivos quedan en cada lugar de las aldeas, lo que nos lleva a obsesionarnos para exprimir el cien por cien del contenido, sobre todo si nos gusta recolectar e ir obteniendo recursos a mansalva.

Por si esto fuera poco, hay un buen puñado de elementos adicionales que debemos tener en cuenta, como concursos para demostrar que dominamos las artes cotidianas, como la cocina, la pesca o la cosecha. Desde el menú principal podemos acceder a una pestaña en la que además se muestran retos secundarios que podemos completar con el paso de las horas, ampliando así no solo la cantidad de contenido total, sino también el número de horas que pasaremos al frente del televisor hasta que podamos completar por completo la aventura.

El florecer del cerezo, empañado por su rendimiento

El aspecto en el que más sufre el juego es el gráfico, sobre todo en las escenas de vídeo que narran los momentos más importantes del argumento. Hay ocasiones en las que la tasa de fotogramas baja hasta provocar ralentizaciones molestas, afeando el notable trabajo artístico que Marvelous ha realizado tanto en el diseño de personajes como a la hora de plasmar los elementos más característicos de la tradición japonesa. Estos tirones son menos perceptibles durante la exploración y solo esporádicos durante los combates, cuando más se le exige al motor a causa de los movimientos y técnicas especiales que realizamos con frecuencia. Los problemas técnicos son, por desgracia, viejos conocidos de la franquicia, y ya en anteriores entregas hemos criticado su rendimiento. Más allá de esto, lo cierto es que el mundo de Azuma llama la atención por los contrastes que ofrecen sus dos caras: la yerma, castigada por la plaga, y la llena de vegetación, en la que la aparición de una de las señas de identidad del mundo japonés, el cerezo, colorea con el rosa intenso de sus hojas todo cuanto lo rodea.

Los momentos de cosecha son divertidos gracias a su sencilla interfaz.

La primera impresión que nos llevamos al contemplar este mundo no es buena y genera perplejidad, pero a medida que el mapa recobra su verdor, las malas sensaciones se tornan en un sentir más alegre y positivo; más propio, digamos, de que lo que representa Rune Factory: un homenaje a la naturaleza y a los regalos que el planeta ofrece al ser humano a través de sus alimentos. Los japoneses logran de este modo remendar los problemas de un motor que, de resto, hace gala de una cámara efectiva, que no llama la atención ni para bien ni para mal. La estructura de los menús nos transmite algo parecido: alejados de florituras, es fácil navegar por ellos a la hora de manejar nuestro inventario. Por otro lado, la parte sonora nos regala composiciones típicamente japonesas, de un estilo relajado que casa bien con la propuesta de juego. Contamos asimismo con una magnífica traducción al castellano que garantiza que no nos perdamos ni un detalle de lo que sucede en pantalla.

Probamos también la versión de Nintendo Switch 2

Uno de los grandes atractivos de Rune Factory: Guardians of Azuma es su presencia en el catálogo de lanzamiento de Switch 2, la nueva consola de Nintendo, que hemos podido probar el mismo día de su aparición en el mercado. Esta versión es, a efectos prácticos, una actualización que mejora notablemente el rendimiento de la versión original de Switch. Como comentamos anteriormente, la edición original presenta problemas de rendimiento que aquí desaparecen de un plumazo, tanto a la hora de conectar la consola al deck para jugar en el televisor como si hacemos lo propio en la versión portátil. La potencia de la consola logra mantener una tasa estable de fotogramas en pantalla, sin tirones significativos. Las texturas, mucho más definidas, recuerdan a la versión de PC, que también se reproduce con mucha más nitidez. Esto se aplica también al diseño de los personajes: su peculiar estilo anime luce ahora un aspecto más pulcro, siempre dentro de las posibilidades del motor Unreal bajo el cual se ejecuta la aventura.

La sensación de profundidad es mayor que en Switch.

La actualización, además de mejorar el rendimiento técnico, también es garantía de unos tiempos de carga mucho más rápidos (apenas dos o tres segundos al cambiar de pantalla) y unas transiciones más cómodas y orgánicas a la hora de alternar entrar entre el editor de aldeas y las fases de exploración. Durante los combates, los efectos de los ataques especiales combinan a la perfección con la agilidad propuesta por Marvelous a la hora de enfrentarnos ante grandes grupos de enemigos. En general, y esto es algo que también se debe a la sensación de que existe una mayor profundidad visual del mundo que nos rodea, este Guardians of Azuma parece haber sido creado para ser disfrutado en esta versión, mientras que la de versión original parece ahora un downgrade, algo así como un port con problemas de optimización.

El suavizado de texturas es evidente a primera vista.

Sin embargo, sí que hemos detectado que el motor sigue arrastrando otras taras, como son la aparición de objetos de improviso incluso en distancias cercanas (algo que se aprecia fácilmente en el árbol de cerezo y, en general, en la vegetación más colorida) o los problemas de un motor de físicas en el que es habitual que atravesemos algunos objetos o que nos quedemos directamente atrapados en algún lugar invisible sin un motivo aparente. En todo caso, son problemas a los que no tardamos en acostumbrarnos y que no deslucen la buena impresión que produce ir "reparando" el mundo, lo que nos convierte en testigos de la aparición de nuevas zonas verdosas: los árboles generan sombras dinámicas con los que de verdad tenemos la sensación de devolver la vida al mundo de Azuma.

No hay ni rastro de los problemas de rendimiento de otras versiones.

Otro de los aspectos que llaman la atención es el uso del modo ratón para gestionar las zonas de desarrollo, un añadido de agradecer pese a que el sistema original da buenos resultados igualmente. Es interesante tener en cuenta que, si queremos comprar la versión física del juego, esta se incluye completa en el cartucho, alejándose así de otros títulos que no han seguido este mismo camino. Por otro lado, si hemos adquirido la versión de Switch, podemos actualizarla por 10€ para poder así disfrutar de las bondades de la edición de Switch 2.

Conclusión

Guardians of Azuma es un juego de delicados equilibrios: el motor gráfico sufre algunos problemas de rendimiento que se ven compensados por un colorido estilo artístico que permite ver cómo se transforman paulatinamente los pueblos y nos regala algunas estampas de bella factura; su argumento se despliega en las primeras horas de juego y avanza sin rehuir clichés y lugares comunes del género, pero su nutrido elenco de personajes aporta personalidad y le da un toque de carisma propio de la franquicia con el que se logran suplir las carencias narrativas; la mecánica de combate es sencilla y nos lleva a enfrentarnos a enemigos y jefes finales que se repiten con demasiada frecuencia, algo que contrasta con la cómoda y divertida mecánica a través de la cual moldeamos los pueblos a nuestro antojo. Por cada aspecto que no termina de brillar hay otro que compensa de una forma u otra, encontrando siempre un equilibrio que, en última instancia, logra que las horas pasen volando mientras descubrimos todos los secretos que esconde el mundo de Azuma.

Apoyado por una magnífica traducción al castellano y por una relajada filosofía de vida, Rune Factory vuelve a ofrecer un spin-off que gracias a su humildad y sencillez puede ser disfrutado por cualquier jugador. Si buscamos una experiencia para desconectar y relajarnos, aquí la encontraréis. Si preferimos una experiencia centrada en el combate y la exploración de mazmorras, también hay suficiente material como para justificar su compra. Independientemente de sus virtudes y defectos, lo importante es que esta propuesta va de menos a más, nos engancha sutilmente y acaba entreteniéndonos hasta que hasta que vemos aparecer los créditos finales en pantalla. Al final, eso es todo lo que le pedimos a cualquier aventura que valga.

Hemos realizado este análisis en Nintendo Switch con un código proporcionado por Decibel PR.

NOTA

7.7

Puntos positivos

Un spin-off muy entretenido, variado, con mucho contenido por explorar y disfrutar.
El trasfondo cultural, con la tradición japonesa como protagonista absoluta.
Un elenco variado de personajes que aporta carisma e interesantes relaciones.

Puntos negativos

Algunos problemas de rendimiento técnico en momentos puntuales en la versión de Switch.
El argumento no termina de aprovechar las posibilidades de la tradición japonesa.
Echamos en falta más variedad de enemigos y de jefes finales.

En resumen

Los spin-off de Rune Factory no suelen decepcionar y este no es una excepción. Pese a algunos defectos, Guardians of Azuma es muy recomendable para los que busquen horas y horas de diversión.