Análisis Murder by Numbers, desafíos Picross con novela visual (Switch, PC)
Cada vez resulta más difícil dar con producciones que ofrezcan algo medianamente original ya sea por su planteamiento global, por integrar un apartado artístico especial o por combinar de manera curiosa elementos ya experimentados en otros títulos. Justamente esto último es lo que nos propone el nuevo trabajo del estudio independiente Mediatonic, el mismo que ya nos hizo llegar el tremendamente estrafalario Hatoful Boyfriend, un experimento que, también es justo señalarlo, no terminó de cuajar en absoluto y acabó recibiendo críticas bastante negativas por parte de la prensa especializada y de los propios usuarios.
En esta ocasión no estamos ante un título tan raruno como fue el citado Hatoful Boyfriend pero, lo más importante, pensamos que su calidad sí que supera claramente a dicha producción. Murder by Numbers, que así es como se titula esta obra, no incorpora ningún elemento novedoso, pero sí que da vida a una fórmula de juego bastante extraña que combina la novela visual (tan de moda en los tiempos que corren) con puzles extraídos directamente de la saga de culto Picross. Un planteamiento bastante interesante al que se suman otros ingredientes adicionales como son la investigación de escenas de crímenes así como los interrogatorios a testigos, dando lugar a una jugabilidad bastante curiosa, densa y entretenida.
Una jugabilidad muy familiar
La base que sirve para conformar la aventura es la novela visual y, por esta razón, la trama que alberga el título es bastante profunda y en ella intervienen una buena cantidad de personajes… y algunos de ellos son asesinados. Justamente la misión de la protagonista de esta historia, Honor Mizrahi, consiste en llegar al fondo de dichos crímenes.
Un papel que le sienta de maravilla dado que, en realidad, esta chica es una actriz de un show televisivo hollywoodiense en el que asume el papel de una investigadora criminal… al menos hasta que la despidieran, siendo justamente la persona que la despidió el primer caso que debe aclarar. Y a partir de ahí van apareciendo por la pantalla una amplia cantidad de personajes con los que debemos interactuar, desde estrellas ególatras de la pequeña pantalla a policías y detectives, asistentes y un pequeño robot volador desmemoriado: Scout.
Este curioso montón de chatarra se convierte en el aliado principal de nuestra protagonista, ayudándola de diversas maneras a lo largo de la aventura. Y es que tan pronto la ofrece sus conocimientos para explicarla las diferentes situaciones a las que debe enfrentarse como sus múltiples gadgets (cámara, escáner, etc.) la permiten investigar las escenas de los crímenes o encontrar pruebas. Y justamente aquí es donde encontramos el toque que diferencia a esta novela visual con la mayoría del resto de obras similares disponibles: la adición de diversos elementos adicionales que enriquecen bastante la experiencia de juego y, también, la dotan de cierta personalidad.
Y uno de estos ingredientes, el primordial, es la integración de puzles al más puro estilo de los plasmados en la saga de culto Picross. De esta forma, para ir recolectando y almacenando las pruebas que nos puedan ayudar a dar con la clave de los casos necesitamos resolver un puzle determinado que posee un funcionamiento calcado a los mismos que hemos resuelto una y mil veces en Picross. Así y siempre dentro de una cuadrícula cuyo tamaño es variable, debemos ir marcando o rellenando (según el caso) los diferentes cuadros que la conforman para crear una silueta determinada. Para ello debemos fijarnos siempre en los números que aparecen en cada columna y fila y que nos dan una pista de las cuadrículas que tenemos que rellenar. Unos rompecabezas que, como cualquiera que los haya probado alguna vez podrá asegurar, acaban resultando muy amenos, sobre todo cuanto más complicados van resultando.
Eso sí, debemos señalar que al menos para nuestro gusto, la frecuencia con la que dichos rompecabezas van apareciendo en la aventura es demasiado baja, y en muchas ocasiones entre la resolución de uno y otro pasan más de 10 o 15 minutos… al menos si nos detenemos a leer las interminables conversaciones que van teniendo lugar entre Honor, el robot y los distintos personajes. Unas charlas que, desgraciadamente, no han sido traducidas a nuestro idioma y se muestran completamente en inglés. Su entendimiento no es impedimento alguno para avanzar en la aventura y resolver los puzles pero, si no nos defendemos con dicho idioma, nos perderemos multitud de detalles que tienen que ver con la historia… y los numerosos chistes y las cómicas situaciones que se van dando durante el transcurso de las investigaciones.
Junto a la resolución de rompecabezas y las conversaciones también se han integrado otros elementos como la necesidad de investigar las escenas de crímenes mediante la cámara de nuestro robot ayudante, la necesidad de interrogar a sospechosos y, también, usar las diferentes pruebas que vamos recopilando para presionar a ciertos personajes. Por todo esto que os hemos explicado Murder by Numbers es una novela visual bastante atípica y que ofrece diversos elementos que la hacen especial. Y a esto contribuye también su cuidada estética, con personajes muy bien concebidos por el artista Hato Moa; así como su excelente banda sonora, que ha sido compuesta por Masakazu Sugimori, el mismo que firmó grandes obras como las que formaron parte de producciones de Capcom tan conocidas como Phoenix Wright o Viewtiful Joe.
Puzles, charlas e investigaciones
Es una pena que no se haya traducido esta producción de Mediatonic porque pensamos que, por calidad y estilo de juego, debería haberlo hecho. Se trata de una novela visual bastante curiosa que posee un sistema de juego bastante pausado al que le sienta realmente bien la incorporación de puzles al estilo Picross y todo lo relacionado con la investigación de escenas de crímenes y la interrogación de sospechosos. Además posee un aire muy desenfadado que le sienta muy bien y una buena ambientación sonora y artística, dando forma a un notable representante dentro de su género.
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