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Género/s: Action-RPG
PS5:
FICHA TÉCNICA
Desarrollo: Team Ninja
Producción: Sony Interactive Entertainment Europe
Distribución: Sony
Precio: 79.99 €
Jugadores: 1
Formato: Blu-ray
Textos: Español
Voces: Español
Online: No
ANÁLISIS

Análisis Rise of the Ronin, acción de primer nivel y un combate fantástico en el ocaso de los samuráis (PS5)

Team Ninja regresa con una intensa y divertida propuesta de acción en mundo abierto que destaca por sus fantásticos combates y su interesante ambientación de samuráis.
Análisis de versión PS5.

Rise of the Ronin es una obra que no engaña a nadie y deja las cosas muy claras desde el principio, mostrándonos sin pudor alguno sus principales virtudes y defectos. Sí, muchos lo describirán como el enésimo juego de rol y acción en mundo abierto atestado de iconos con actividades que se repiten una y otra vez, y si bien esta afirmación es cierta, también lo es que lo nuevo de Sony y Koei Tecmo hace gala de algo con lo que la inmensa mayoría de títulos del género tan solo pueden soñar: un sistema de combate con el sello de calidad de Team Ninja. Y de regalo, una ambientación interesantísima y no demasiado explotada que nos sumerge de lleno en uno de los periodos más apasionantes de la historia de Japón.

El final de los samuráis

De este modo, nos sumergiremos en una gran aventura que tiene lugar en el país del Sol Naciente a mediados del siglo XIX, una era repleta de cambios y conflictos sociales y políticos que marcaron para siempre el futuro de la nación.

No en vano, estamos hablando de una etapa histórica en la que solo hicieron falta unos pocos años para que Japón se abriera al resto del mundo y se pusiera fin al shogunato de los Tokugawa que había gobernado durante varios siglos, entre otras muchas cosas que viviremos en primer plano desde los ojos de nuestro protagonista, cuyo aspecto podremos personalizar con un completo editor.

Lo primero que tendremos que hacer al iniciar una nueva partida será crear dos personajes distintos, aunque al poco de empezar nos tocará escoger cuál de los dos queremos que sea el protagonista.

En nuestro caso concreto, seremos un ronin que emprende un viaje para buscar a alguien, lo que nos llevará a hacer amistades con importantes figuras reales de la época y a codearnos con las diferentes facciones que pugnaban por el futuro del país. Como podréis suponer, la búsqueda de nuestro protagonista es algo que queda en un segundísimo plano al poco de empezar a jugar y casi todo el relato se centra en seguir los sucesos históricos que llevaron hasta la Restauración Meiji, por lo que muchas veces hemos tenido la sensación de ser simples secundarios que se ven envueltos en un conflicto que va mucho más allá de nuestras propias ambiciones personales mientras el resto de los personajes se encargan de hacer avanzar el guion.

Algo que nos ha gustado mucho es el esfuerzo que hace el juego por explicarnos bien todo este complejo periodo, motivo por el que la carga narrativa es considerablemente mayor que la de cualquier otra producción de Team Ninja, con múltiples secuencias de vídeo que van desarrollando poco a poco la historia al mismo tiempo que nos ofrecen una completísima enciclopedia en la que podemos consultar términos, lugares, sucesos, organizaciones y personajes para evitar que nos perdamos.

El título también acierta al mostrarnos con detalle los diferentes puntos de vista que había en aquel entonces para obligarnos en determinados momentos a tomar partido por un bando u otro según lo afines que seamos a las ideologías que nos presentan, unas decisiones que pueden hacerse especialmente difíciles después de haber entablado amistad con las figuras históricas de cada facción, ya que ahí se añade un componente emocional que funciona realmente bien y nos ayuda a implicarnos en los acontecimientos.

El juego huye de elementos de fantasía como monstruos o magia, aunque se permite el lujo de incluir cosas como ninjas, botas propulsoras o planeadores.

Si bien esto es algo que nos ha gustado, la forma en la que se ha ejecutado a veces resulta un tanto torpe, ya que nos pasaremos gran parte de la aventura dando bandazos de una facción a otra de forma muy poco creíble y sin que haya consecuencias de ningún tipo. De hecho, solo hay un par de decisiones muy concretas a lo largo de todo el juego que tendrán un impacto real en la historia y su conclusión, lo que resulta un tanto decepcionante.

Un mundo abierto con poco que aportar

Centrándonos ya en su jugabilidad como tal, nos encontramos ante un juego de rol y acción en mundo abierto que sigue muy de cerca las convenciones habituales del género, así que podéis esperar un mapa repleto de iconos y coleccionables, misiones secundarias de todo tipo y algunos eventos aleatorios que nos ayudarán a subir de nivel y conseguir equipo para hacernos más fuertes.

La ambientación está muy conseguida y es un gustazo pasearse por las ciudades y parajes de la época.

Como veis, su estructura resulta extremadamente familiar y no busca hacer nada nuevo, algo que no debería ser negativo de por sí, ya que no han sido pocos los juegos que nos han demostrado, a lo largo de los años, lo adictiva que puede ser esta fórmula si se hace bien. Al fin y al cabo, si las actividades secundarias que nos proponen son buenas, divertidas y variadas y el trayecto entre un icono y otro aporta sorpresas y situaciones inesperadas que inviten a explorar y justifiquen la existencia de un mundo abierto, no tendríamos ninguna queja. El problema es que Rise of the Ronin fracasa justo en esto mismo.

En líneas generales, la mayor parte del tiempo que pasaremos en su mundo abierto lo acabaremos invirtiendo en asaltar campamentos y en derrotar fugitivos, enemigos que suelen ser algo más fuertes de lo habitual, dos actividades que repetiremos una y otra vez a lo largo de las 50 horas que nos llevará aproximadamente llegar por primera vez a los títulos de crédito. Huelga decir que esto es algo que a medio y largo plazo llega a resultar agotador, pues los enemigos comienzan a repetirse y el planteamiento de las bases nunca cambia, transmitiéndonos la sensación de estar haciendo todo el rato lo mismo. Sí, podemos aprovechar el escenario para eliminar a nuestros rivales en sigilo o ir de frente contra ellos, pero al final nuestro objetivo siempre será acabar con todos ellos, sea de un modo u otro.

El resto de las actividades tampoco es que mejoren demasiado esta situación, ya que no dejan de ser más que meros coleccionables consistentes en sacar fotos, acariciar gatos, abrir cofres, rezar en templos o activar puntos de control que nos sirvan de viaje rápido. Hay algún que otro minijuego de disparar a dianas, de jugar a los dados y de planear por circuitos aéreos, pero nada que resulte demasiado estimulante o nos invite a explorar.

A medida que cumplamos actividades opcionales en una zona, subiremos nuestro nivel de vínculo con ella, lo que a su vez hará que nos marquen en el mapa los iconos que todavía no hayamos encontrado.

Si a esto le sumamos que hay muy poca variedad de eventos aleatorios y que el propio mundo no es muy orgánico, lo que nos queda es un juego en el que estaremos usando constantemente el viaje rápido para ir de un icono a otro en el menor tiempo posible, ya que lo que nos queda entre medias son simples y aburridas pateadas que no aportan absolutamente nada más allá de poder recolectar recursos y contemplar el paisaje. Y sí, si queréis mantener el nivel de vuestro personaje en el rango recomendado por las misiones principales, os va a tocar desviaros numerosas veces para poneros a completar tareas opcionales.

Por suerte, también tiene sus cosas rescatables, como una ambientación muy conseguida, una verticalidad bien entendida que nos anima a jugar con el gancho y nuestro planeador para llegar a ciertos sitios y secretos (y que también da mucho juego a la hora de planificar la forma en la que abordamos los campamentos) y unas misiones secundarias que nos han gustado bastante, pues suelen estar muy cuidadas, nos llevan a "fases" exclusivas, están muy relacionadas con la historia principal y nos permiten reforzar nuestros vínculos con nuestros compañeros, conocerlos mejor y descubrir nuevos personajes con los que trabar amistad que no veríamos de ningún otro modo.

Además, las recompensas que solemos obtener son lo suficientemente suculentas como para que merezca la pena invertir tiempo en el contenido secundario, ya que no solo hablamos de subir de nivel y conseguir buenas piezas de equipo, sino también de adquirir valiosos puntos de habilidad para desbloquear nuevas mejoras en nuestro árbol de talentos o de aprender estilos de combate completamente nuevos que cambian nuestra forma de jugar y manejar cada arma.

Completar la historia principal algo que os llevará unas 50 horas, aunque si queréis verlo toda la cifra se eleva fácilmente hasta las 70 y 80 horas.

Por cierto, cabe destacar que el mundo abierto está dividido en varios mapas independientes separados por pantallas de carga y que ninguno de ellos es especialmente grande, por lo que se trata de una aventura con un tamaño contenido en comparación a lo que estamos habituados a ver en otras producciones, algo que, sinceramente, se agradece. Lamentablemente, no hay mucha evolución de uno a otro más allá de añadir en cierto punto una mecánica que hace que tengamos que liberar zonas del control de los enemigos para reducir la fuerza de nuestros rivales en dichos territorios. Y como podéis suponer, para liberarlos el método más rápido suele consistir en completar campamentos y liquidar fugitivos.

El arriesgado y gratificante arte de combatir

Pero si hay algo que es tan increíblemente bueno en Rise of the Ronin que consigue sobreponerse a todo lo demás hasta el punto de hacer llevadero su anodino mundo abierto, eso es su sistema de combate. Da igual lo bien que os hablemos de él, ya que hasta que no tengáis el mando en las manos no vais a terminar de entender lo increíblemente satisfactorio que resulta liarse a katanazos con los enemigos, algo en lo que Team Ninja nunca decepciona.

Existen varios niveles de dificultad, así que podéis encontrar un reto a vuestra medida.

Para luchar contamos con una barra de Ki que se consume al realizar acciones y recibir golpes, un botón de ataque que nos permite ejecutar diferentes movimientos, otro para contraatacar y, por supuesto, uno adicional para esquivar y otro para bloquear. A todo esto, hay que añadirle la posibilidad de saltar, una maniobra para limpiar de sangre nuestra arma tras un ataque y recuperar Ki y diversas técnicas marciales con las que causar un gran daño a la barra de Ki del enemigo y que podemos intercalar en nuestros combos.

Partiendo de esta base, deberemos presionar a nuestros enemigos para intentar reducir su Ki a cero y dejarlos vulnerables a una ejecución que hace muchísimo daño mientras intentamos impedir que ellos hagan lo propio con nosotros, ya que si nuestro medidor de Ki se agota quedaremos expuestos y no nos podremos mover durante unos segundos que suelen ser vitales.

Esto da pie a unos enfrentamientos intensísimos en los que debemos jugar con mucha cabeza y evitar movimientos innecesarios, ya que si atacamos a lo loco lo más probable es que nos quedemos sin Ki para defendernos y el enemigo aproveche para aturdirnos y destrozarnos sin que podamos hacer nada para evitarlo.

Los combates de Rise of the Ronin son, sin duda, lo mejor de todo el juego.

La clave principal que define a la perfección los combates de Rise of the Ronin la tenemos en el equilibrio tan perfecto que Team Ninja ha encontrado entre los riesgos y recompensas de todas sus mecánicas. Todo lo relacionado con la gestión de la barra de Ki es un ejemplo fantástico de ello, ya que, si dejamos de presionar para recuperar nuestra resistencia, los enemigos recuperarán Ki, pero cuanto más mantengamos y alarguemos nuestra ofensiva, más probabilidades hay de quedarnos vendidos.

Esto mismo sucede con los contraataques, una maniobra que nos permite desestabilizar a nuestro contrincante para detener su ofensiva, reducir el máximo de su medidor de Ki y provocarles un estado de pánico en el que su Ki bajará mucho más rápido de lo normal al sufrir impactos. Eso sí, para que un contraataque tenga éxito tenemos que realizarlo en el mismo instante en el que vayamos a sufrir un golpe, algo que requiere una precisión absoluta, memorización y mucha sangre fría, especialmente cuando los enemigos más poderosos preparan técnicas imbloqueables o nos atosigan con largos combos que no admiten error.

Lo que hace que esta mecánica sea tan arriesgada es que los contraataques son unos golpes relativamente lentos que nos arrebatan el control de nuestro personaje durante unos preciados segundos, por no hablar de la cantidad de Ki que consumen en el caso de no acertarlos. O, dicho de otro modo: si fallas un contraataque te quedarás completamente vendido, por lo que muchas veces nos interesará intentar esquivar o bloquear cuando no estemos del todo seguros de ejecutar con éxito un contragolpe.

La sensación de satisfacción que produce acertar un contraataque en esta aventura es indescriptible.

Sin embargo, las recompensas por hacer bien un contraataque son tan grandes y la realización de este movimiento es tan gratificante que el título siempre nos está invitando a que nos arriesguemos, nos plantemos frente a un enemigo y elevemos nuestro nivel de concentración al máximo para hacernos uno con nuestra arma. Si somos capaces de leer correctamente a nuestros adversarios y encadenar varios contraataques con éxito, las cosas se nos facilitarán bastante, sobre todo al hacer frente a sus jefes más duros, quienes hacen gala de unos patrones que son una auténtica locura con los que hemos disfrutado como hacía tiempo que no hacíamos con un juego de acción.

Y ojo, ya que la cosa no acaba aquí, pues a todo esto que os hemos comentado debemos sumarle la existencia de numerosos tipos de armas distintas, cada una con sus propios movimientos, características y peculiaridades. Por si no fuese suficiente, cada una de ellas cuenta con varios estilos de combate que podemos desbloquear y mejorar, los cuales cambian nuestros ataques, contraataques y técnicas marciales.

En total, podemos equiparnos con dos armas y con tres estilos de combate para cada una, pudiendo cambiar al vuelo entre ellas mientras combatimos, lo que equivale a tener un total de seis formas de luchar distintas entre las que podemos alternar según lo que requiera la situación. Para rematar, los estilos de combate se dividen en varios tipos distintos, como Jin, Chi o Ten, y dependiendo del tipo que sean nos serán más o menos útiles para luchar contra unos enemigos u otro. Añadidle la posibilidad de tener dos armas secundarias como fusiles, arcos, pistolas o shurikens, y os haréis una idea de lo profundo y completo que es este sistema de combate.

Vais a disfrutar muchísimo experimentando con sus numerosas armas y con cada estilo de combate.

Además, tal y como hemos dicho, su ejecución es ejemplar y los enfrentamientos se desarrollan a una velocidad vertiginosa que nos obliga a afinar nuestros reflejos y que consigue que la experiencia a los mandos sea intensísima y tremendamente gratificante. Son batallas elegantes, espectaculares, desafiantes y, sobre todo, divertidísimas que saben desplegar sus virtudes tanto al luchar contra soldados rasos y bandidos de poca monta como cuando hacemos frente a alguno de sus numerosos y poderosos jefes, quienes han conseguido que se nos olvidara hasta parpadear durante los duelos contra ellos.

La única pega que tenemos aquí reside en el comportamiento de la cámara al luchar en interiores o en espacio relativamente cerrados, ya que nos ha dejado vendidísimos en más ocasiones de las que podemos contar, algo que resulta muy frustrante cuando, por el motivo que sea, acabas contra una pared y no te permiten ver a tu rival, impidiendo así que puedas ejecutar tus contraataques con éxito.

Por cierto, el juego también nos permite abordar muchas situaciones con sigilo, el cual es un tanto básico, aunque nos ha resultado sorprendentemente divertido. Por lo general, nos bastará con pillar por la espalda a alguien para ejecutarlo automáticamente a menos que sea un rival de élite, algo que también es posible realizar cayendo sobre ellos desde las alturas, y más allá de podernos agachar para no hacer ruido, escondernos en la hierba y usar un artefacto para "ver" a través de las paredes, no hay mucho dónde rascar.

El sigilo es simple, pero satisfactorio.

La cuestión es que los escenarios suelen ofrecer muchas oportunidades para que nos movamos por ellos y eliminemos a un buen puñado de rivales desde las sombras, lo que resulta muy gratificante cuando conseguimos limpiar campamentos mientras nos movemos por los tejados usando el gancho y el planeador sin ser vistos. Y si alguien nos ve ejecutando a uno de sus compañeros, lo más probable es que se asuste y, con las mejoras adecuadas, podamos ejecutarlo también antes de que tenga tiempo de reaccionar y dar la alarma, lo que nos ha hecho sentir como verdaderos depredadores.

Probablemente, el mayor acierto sea que nunca nos imponen el uso del sigilo, así que es una herramienta más que tenemos a nuestra disposición y que podemos usar para facilitarnos las cosas y reducir las probabilidades de tener que hacer frente a un grupo de enemigos que nos sobrepase en número, por lo que, si esto de ser sutiles no va con vosotros y sois lo suficientemente habilidosos, siempre podéis optar por entrar por la puerta principal rebanando cabezas.

Algo que no nos podemos olvidar de comentar es que muchas misiones principales y secundarias tienen lugar en pequeñas fases de carácter lineal que pueden recordar ligeramente a lo visto en títulos como Nioh, aunque sus mapas tienen un tamaño muchísimo más reducido, hay más rutas para avanzar y a veces nos obligan a cumplir algún tipo de objetivo. Eso sí, todas acaban siempre en un enfrentamiento con algún jefe.

Si queréis, podéis abordar las misiones sin compañeros.

Lo interesante es que en ellas podemos ser acompañados por hasta dos personajes más, algo que va muy ligado al planteamiento del propio juego, el cual busca que forjemos vínculos con las figuras históricas que vayamos conociendo para subir nuestro nivel de amistad con ellas. Por ello, aquí no son simples luchadores controlados por la IA que nos ayudan, sino que son guerreros completamente jugables y en cualquier momento podremos tomar el control de cualquiera de ellos para así aprovechar sus estilos de combate únicos, probar nuevas armas y, en general, tener más opciones tácticas, como aprovechar que el rival nos está presionando para cambiar a alguien con el que podamos atacar por la espalda para así romper su ofensiva.

Esto es algo que también se nota en el propio diseño de muchos jefes, los cuales suelen venir en parejas o con súbditos, y os podemos asegurar que sin alguien que nos ayude a crear una distracción se pueden convertir en un verdadero infierno. Además, gracias a esto también se consigue recrear con acierto el tipo de escaramuzas que se daban en la época, con grupos de samuráis de bandos contrarios enzarzándose en reyertas muy alejadas de los clásicos uno contra uno. Y si lo preferís, siempre tendréis la opción de jugar en cooperativo a través de internet.

Equipando al samurái perfecto

En lo que respecta a la progresión y mejora de nuestro personaje, se ha optado por un sistema de botín muy similar a lo que hemos visto en las últimas producciones de Team Ninja, así que podéis esperar recolectar cientos y miles de piezas distintas con atributos muy específicos que escalan más o menos dependiendo de nuestras estadísticas principales. En esta obra en concreto nos ha parecido un poco excesivo, aunque, como siempre, si sabéis cómo construir a vuestro personaje y forjar con cabeza vuestro equipamiento, podréis convertiros en máquinas de picar carne, algo que os vendrá muy bien si jugáis en Difícil y para la dificultad adicional que se desbloquea al terminar la aventura por primera vez.

El sistema de botín puede llegar a abrumar, pero permite construir personajes muy poderosos.

Lo que sí que nos ha gustado mucho es su árbol de talentos, ya que este se divide en cuatro ramas distintas, cada una de ellas perteneciente a una de nuestras estadísticas básicas. Al subir de nivel y realizar actividades secundarias, conseguiremos puntos de habilidad para invertir en ellos y según dónde los coloquemos, también mejorarán nuestros atributos. Además, existen algunas habilidades que solo podremos desbloquear si tenemos los suficientes puntos específicos de su rama, los cuales se obtienen realizando tareas muy concretas.

Y, por cierto, no todas las mejoras que podemos adquirir aquí están relacionadas con los combates, ya que también existen habilidades que nos permiten mentir, convencer o intimidar durante las conversaciones, algo que nos ayudará a resolver ciertas situaciones con más facilidad y mayores beneficios.

Una Japón un tanto deslucida

En lo que respecta a su apartado gráfico, nos cuesta esconder cierta decepción. Por un lado, tenemos una buena dirección de arte que recrea con acierto la Japón de mediados del siglo XIX, pero en lo técnico no consigue sorprender en ningún momento: ni por su iluminación, ni por sus modelados de personajes, ni por sus escenarios, ni por sus expresiones faciales, ni por sus efectos, ni por su distancia de dibujado, ni por sus texturas. Todo está a un nivel que se limita a cumplir sin demasiadas florituras, por lo que no sobresale en ninguno de sus tres modos gráficos, donde, por cierto, os recomendamos Rendimiento encarecidamente, ya que las diferencias no son tan notables y se trata de un juego que requiere todos los fotogramas posibles para maximizar la precisión de sus combates. Eso sí, las animaciones durante los enfrentamientos nos han gustado bastante, aportando mucho espectáculo y fluidez al intercambio de golpes.

El título hace un uso decente del DualSense y transmite con acierto las pisadas de nuestro caballo al cabalgar y la fuerza de los impactos durante los combates, mientras que los gatillos añaden resistencia al apuntar y disparar con las armas secundarias.

Finalmente, la banda sonora suele mantenerse en un segundo plano para ambientar con temas calmados e inspiradores durante la exploración y otros considerablemente más intensos y con mucha percusión durante los combates, adoptado un tono muy cinematográfico durante las secuencias de vídeo. En todos los casos, la música está repleta de instrumentos japoneses tradicionales que le dan un toque muy auténtico que casa a la perfección con la ambientación, a pesar de que no hay ninguna melodía realmente memorable. Los efectos son variados y contundentes y las voces nos llegan en español con un doblaje simplemente correcto. También existe la posibilidad de jugar con el audio en inglés y japonés, siendo esta última la opción que más nos ha gustado y convencido.

Conclusiones

Rise of the Ronin es un juego que nos ha gustado y que nos lo ha hecho pasar en grande con su interesante ambientación, sus misiones secundarias y sus maravillosos combates, aunque su anodino mundo abierto ha conseguido que nos planteemos varias veces si no le hubiese venido mejor apostar por una experiencia más lineal y cerrada, ya que muchas de sus actividades opcionales aportan muy poco, la exploración no es muy gratificante y no hay demasiado que hacer en nuestros trayectos de un punto de interés a otro. A pesar de ello, la acción es tan brillante que consigue que nos olvidemos de todo cuando las katanas reclaman su protagonismo, dejándonos con una aventura muy disfrutable que estamos convencidos de que os gustará a poco que os atraiga su temática y os apetezca sentiros como un verdadero samurái.

Hemos escrito este análisis gracias a un código de descarga que nos ha ofrecido PlayStation.

Redactor

NOTA

8

Puntos positivos

Todo lo relacionado con los combates y la acción.
Su interesante ambientación histórica.
Las misiones secundarias suelen estar bastante bien.

Puntos negativos

Su mundo abierto deja que desear y aporta muy poco a la experiencia.
La mayoría de las tareas y actividades opcionales.
La cámara en interiores y zonas cerradas tiende a jugárnosla durante los combates.

En resumen

Una intensa y divertida aventura de acción con temática de samuráis que sobresale gracias a sus fantásticos combates, pero que no consigue terminar de justificar un mundo abierto que aporta muy poco a la experiencia.