Análisis de Old School Rally: Un viaje en el tiempo a la nostalgia arcade de los clásicos de conducción en PlayStation (PS5, PC, PS4, Switch)
El género de los juegos de rallies ha tenido importantes exponentes a lo largo de la historia. Muchos de vosotros recordaréis el genial Colin McRae Rally, desarrollado por Codemasters allá hacia finales de los años 90. También destacó en esta época V-Rally, una saga de Infogrames que encandiló a los seguidores de este tipo de experiencias. Por supuesto, otro ejemplo clásico es Sega Rally, que se convirtió en un auténtico fenómeno dentro de los salones arcade.
En todos ellos se ha fijado Old School Rally, que como su propio nombre indica tiene como mayor objetivo recuperar la esencia "old school" de aquellos emblemáticos videojuegos. Esto quiere decir jugabilidad directa, con partidas cortas, un control sencillo y, por supuesto, la emulación de los modelados low-poly y las texturas en baja definición de la época. La respuesta a si consigue trasladarnos a aquella mágica época en que jugábamos introduciendo un CD-ROM en nuestra plataforma es que sí, y eso ya es digno de elogio.
Regreso al pasado de los rallies en los videojuegos
Old School Rally es un proyecto muy pequeño. Está ejecutado por Frozen Lake Games, un estudio indie formado por una única persona (Sakis Rogkas), en esta ocasión con el apoyo de un reducido equipo de desarrolladores, que la mayor parte -por cierto- firma con seudónimos como en los comienzos de la industria del videojuego.
Se trata, por tanto, de un juego sin grandes pretensiones, más allá de despertar nuestra nostalgia y emular la experiencia de juegos de otra época.
La sensación de progresión no es la mejor que hemos visto en un juego de este estilo, con etapas que pueden hacerse algo repetitivas y no muchos estímulos para seguir adelante. No obstante, tenemos que decir que realmente nos hemos sentido como cuando jugábamos a los grandes exponentes clásicos de los juegos de rally.
Además, no anda especialmente corto en contenidos, con un Modo Rally cargado de eventos, con cortas etapas (de no más de 2-3 minutos cada una) que discurren en un buen puñado de localizaciones y bajo distintas condiciones climatológicas: lluvia, nieve o de noche. Todo recreando las sensaciones de antaño, con distintos tipos de trazado y comportamientos al volante.
En particular, nos ha gustado que cada uno de los vehículos ofrece sensaciones diferenciadas, con una aceleración, velocidad máxima, manejo y comportamiento de los frenos variable. Los nombres de los modelos han sido modificados para no incurrir en problemas de licencias, pero el Subaru Impreza es muy reconocible, así como el Mitsubishi Lancer o el Peugeot 205 Turbo 16.
La variedad de coches no está nada mal, y hay muchos desbloqueables con el dinero que vamos obteniendo mientras competimos y ganamos rallies. Están divididos por categorías, desde los más modernos a los más clásicos, incluyendo joyas como el Mini (con un control de lo más divertido) y el Lancia Delta. Lo bueno es que se ha plasmado la personalidad de cada vehículo, lo cual habla muy bien del esfuerzo realizado a la hora de transmitir una experiencia de conducción clásica y retro.
Lo decimos porque aquí el manejo es muy sencillo, y la mayor dificultad está en plantear bien la entrada y salida de cada curva, frenando, acelerando y girando (a veces también contravolanteando) en la justa medida. Todo sin un motor de físicas ultrarrealista, ni tampoco un cambio notorio al pasar de tierra a asfalto (ni siquiera al salirnos del trazado y pisar hierba). Esto es tan arcade como en los noventa y se hacen concesiones, permitiéndote atajar por donde no debes si eso es lo que quieres.
La lluvia no impacta demasiado en el control, aunque la conducción nocturna es toda una experiencia porque las limitaciones de visibilidad están bastante logradas. Todo en recorridos en que se nos propone una marca a superar, sin más. Ese es nuestro objetivo, y a medida que discurren los rallies y las etapas verás que las cosas se ponen más complicadas. Ahí es cuando resulta fundamental seleccionar bien tu vehículo, con algunos modelos capaces de marcar la diferencia por sus características.
El Mini no tiene mucha velocidad punta, por ejemplo, pero es uno de esos coches que tienes que pilotar por lo único que resulta. Por su parte, el Audi Quattro S1 es una auténtica bestialidad en suavidad de manejo, haciendo que batir récords sea mucho más sencillo. También hay un sistema de daños. Con cada impacto, los coches se deforman sensiblemente, algo que también afecta a la conducción. Podemos repararlos, pero se consume tiempo, aunque no es una mecánica que tenga un impacto excesivo en la experiencia.
Por cierto, aparte del Modo Rally, tenemos el Modo Contrarreloj para mejorar tiempos y retarnos con jugadores de todo el mundo a través de los marcadores online (una opción muy bienvenida). Existe también un Modo Versus para ponernos frente a frente contra la CPU, pero también contra un jugador humano. Es decir, que tenemos competitivo local para 2 jugadores en pantalla dividida, lo cual está muy bien.
Aparte, hay una vitrina de exposición para los coches en miniatura que vamos coleccionando (otro detalle de lo más retro). Adicionalmente, contamos con un reproductor de música con los 21 temas presentes, todos con un aire de lo más nostálgico porque recrean a los arcades de conducción de la época (a pesar de que no logran destacar y en algunos casos preferiremos bajar el volumen). Vamos, que opciones hay unas cuantas, sobre todo para tratarse con un videojuego con este enfoque tan arcade.
Las indicaciones de nuestro copiloto mientras competimos son muy básicas, con giros fáciles, medios y complicados, incluyendo curvas de 180 grados y conectadas de forma serpenteante. Incluso hay algún paso estrecho a través de puentes, así como rampas y charcos que disminuyen nuestra velocidad. Tenemos trazados simples, pero también otros más exigentes, sobre todo a medida que vamos avanzando y desbloqueando los rallies más avanzados.
Otro detalle importante: las voces están en inglés y los textos del juego se encuentran en español, aunque con una traducción que ha sido realizada de forma apresurada, ya que expresiones del estilo de "press" (de presionar botón) se traducen como "prensar", y "retire" (para retirarse de un rally) se interpreta como "jubilarse". En general, al juego le falta un poco más de dedicación en estos detalles, incluidos los de la interfaz, que presenta un aspecto retro, pero también bastante descuidado.
Tal vez hemos echado en falta algo más de emoción en la configuración de las pistas, pero hay que reconocer que tenemos cierta variedad paisajística, con recorridos en Suecia, Alemania, Japón, Estados Unidos o China, entre otros. No pretende ser un juego que trascienda, y por eso tampoco se le puede pedir mucho más. Dentro de su estilo hace las cosas bastante bien, con un apartado gráfico deliberadamente arcaico (que rememora la era de PlayStation).
Hay hasta varias opciones gráficas para personalizar la experiencia visual. Puedes activar o desactivar el antialiasing (alisado de bordes), el dithering (simular más colores de los disponibles) o la deformación de texturas (texturas que vibran o se mueven). Pero lo que más nos ha gustado es el filtro CRT, que es de los mejores que hemos visto en un videojuego.
Conclusión: Rally clásico y nada más
Old School Rally es un arcade de conducción con las intenciones muy claras: hacer un homenaje a los clásicos del género, en un proyecto pequeño, sin gran ambición, pero aún así bastante correcto. Si esto es simplemente lo que buscas no deberías pensártelo, porque este juego retro es justo lo que promete. En caso de que en su día disfrutaras con Colin McRae Rally, V-Rally, Sega Rally… y quieras sentir nostalgia por sus curvas y derrapes, este título es un auténtico viaje en el tiempo.
Hemos realizado este análisis con un código de descarga para PlayStation 5 que nos ha proporcionado Frozen Lake Games.