Análisis de Senran Kagura: Peach Beach Splash (PS4, PC)
No nos engañemos, Senran Kagura es una saga que se ha hecho famosa, entre otras cosas, por contar con un elenco de protagonistas con pechos desproporcionadamente grandes y por plantearnos todo tipo de situaciones más o menos picantes o sugerentes, con multitud de bromas y referencias subidas de tono. Pero, aunque esto sea con lo que casi todo el mundo se queda, también es justo reconocer que sus entregas principales han sabido ofrecernos títulos muy entretenidos y con una jugabilidad muy apañada.
Además, aunque la narrativa y los guiones no suelan ser nada del otro mundo, la personalidad y el trasfondo de cada una de las chicas suelen estar muy trabajados, lo que ha ayudado a que muchos jugadores hayan conseguido empatizar con ellas, llevando a la serie a obtener unas ventas sorprendentemente decentes tanto en Japón como en Occidente.
Prueba de ello lo tenemos en el hecho de que la saga lleva más de seis años dando guerra, un tiempo en el que se han llegado a lanzar al mercado un buen número de juegos protagonizados por estas peculiares ninjas. Es más, rara es la entrega que no nos ha llegado a Occidente.
Ahora le toca el turno a uno de sus spin-offs más extraños, Senran Kagura: Peach Beach Splash, un shooter en tercera persona centrado en las batallas con pistolas de agua que puede ser disfrutado tanto en solitario como en multijugador. Por desgracia, y a pesar de que tiene buenas ideas, comete una gran cantidad de errores que acaban pesando demasiado en el resultado final y en la diversión que es capaz de ofrecer.
Batallas húmedas
La historia esta vez nos narra la existencia de un antiguo torneo ninja que se celebra en una isla paradisiaca en el que el ganador podrá recibir aquello que más desee. Eso sí, en vez de enfrentar a las shinobis en cruentos enfrentamientos con su arsenal y técnicas habituales, aquí solo se permiten utilizar armas que disparen agua.
Con esta premisa tan absurda, comienza un guion totalmente ridículo y carente de interés en el que podremos ver el desarrollo del torneo desde el punto de vista de las distintas facciones que han ido apareciendo en la saga. Como siempre, las conversaciones están repletas de bromas subidas de tono donde las chicas suelen comentar cosas como lo húmedas que están tras cada combate, el tamaño de sus pechos o cómo hay que sacar el lado pervertido de cada uno.
Esto, sumado al insustancial desarrollo de la trama, hace que las conversaciones que hay entre cada misión del Modo Historia acaben cansando y haciéndonos desear pulsar el botón correspondiente para saltar estas escenas y pasar directamente a la acción. Quizá los más fans de este tipo de humor le pillen la gracia, pero otras entregas de la saga, como la original para Nintendo 3DS, hacían mucho mejor trabajo en este campo a pesar de seguir una tónica similar.
Entrando ya en lo que es su jugabilidad, esta vez estamos ante un juego de acción en tercera persona centrado en los combates con pistolas de agua por equipo. La principal seña de identidad de la serie, su frenetismo, se ha mantenido aquí intacto, por lo que podremos movernos a toda velocidad por el escenario, ya sea de forma normal, impulsándonos con unos propulsores de agua para deslizarnos por el suelo o utilizándolos para pegar gigantescos saltos y darle protagonismo a la acción más vertical.
Considerando la endiablada velocidad a la que sucede todo, se entiende que el estudio de desarrollo haya apostado por incluir un sistema de apuntado y fijación de objetivos automático, lo que facilita muchísimo el golpear a los enemigos. Ojo, también existe un sistema de apuntado tradicional, pero este al final se siente hasta contraproducente.
Aunque hemos dicho que controlaremos pistolas de agua, lo cierto es que hay diferentes tipos de armas, como francotiradores, metralletas, gatlings, mangueras... Cada una se controla de una forma muy diferente y tienen unas características y peculiaridades muy concretas, por lo que todo es cuestión de ir probando hasta encontrar nuestras favoritas.
Un detalle interesante lo tenemos en que nuestros disparos pueden ir dirigidos tanto contra nuestras enemigas para reducirles la vida como a nuestras aliadas para así humedecerlas y hacer que entren en un estado especial que les permita hacer mucho más daño de lo normal.
Como en todo juego por equipos, cuando un compañero cae en combate se nos da la posibilidad de acercarnos para revivirlo, aunque claro, al mismo tiempo los rivales podrán aprovechar para rematarlos con una animación especial donde se dispara un chorro de agua a alta presión para romperles y quitarles una parte del bikini, un detalle muy propio de la saga en la que estamos. Eso sí, no os penséis que vais a ver ningún desnudo, ya que pezones y zonas íntimas están apropiadamente censuradas con unos puntos de luz brillantes.
Por lo general, los controles funcionan bastante bien y resulta divertido desplazarse a máxima velocidad por el escenario disparando sin parar. Es uno de esos juegos en los que quedarse quietos es lo peor que podemos hacer, algo que le sienta muy bien a un título de estas características.
Lo malo es que el título no llega a terminar de funcionar demasiado bien ni en sus modos para un jugador y mucho menos en su multijugador, modalidad que debería de haber sido la gran estrella de la función por cómo está planteado todo.
Para empezar, el modo Historia está dividido en varios arcos argumentales pertenecientes a cada una de las facciones de este peculiar universo ninja. Cada una de estas historias cuenta con una decena de misiones, cada una de las cuales puede superarse en apenas unos dos o tres minutos y donde tendremos que cumplir diferentes objetivos.
Por norma, en ellos siempre nos toparemos con numerosos enemigos en forma de robot que con muy poca resistencia, pero que sí pueden suponer algún que otro problema por su colocación y el daño que pueden llegar a realizar si dejamos que se nos acerquen más de la cuenta.
Casi todas las fases consisten en acabar con todos los enemigos de la pantalla, aunque a veces nos sorprenden obligándonos a luchar contra otro equipo de chicas, teniendo que apagar cajas ardiendo o teniendo que derrotar con un jefe final. A excepción de estos últimos, el resto de niveles se acaban tornando repetitivos y muy aburridos, aunque tenemos que admitir que los jefes nos han gustado bastante y saben sacar lo mejor del juego con unas batallas muy locas y bien diseñadas que nos obligan a ponernos serios. Mención especial al combate final, todo un homenaje al último jefe de Splatoon.
Además de la trama principal, también existen varios capítulos adicionales centrados en la historia de una pareja concreta de protagonistas que siguen la misma tónica del resto de misiones, así como una especie de Modo Arcade donde avanzar en el torneo con un equipo formado por las chicas que queramos.
Entre los fallos de estas modalidades nos encontramos con que todas las misiones se desarrollan en los mapas del multijugador, los cuales son muy pequeños y tienen un diseño algo irregular que acaban por convertir algunos enfrentamientos en un auténtico caos donde apenas hay espacio para la estrategia, aunque probablemente lo que más nos ha desesperado ha sido la IA aliada, incapaz de sobrevivir más de 30 segundos seguidos, obligándonos a tener que estar reviviendo a los miembros de nuestro equipo de forma constante si no queremos quedarnos solos frente a las hordas enemigas.
La dificultad tampoco está muy bien ajustada, ya que la mayoría de niveles son un auténtico paseo, aunque de vez en cuando hay algún que otro pico sin previo aviso donde el reto se dispara, por lo que os recomendamos jugar en las dificultades más altas para darle algo de emoción a la partida.
En lo que respecta al multijugador, tenemos ante nosotros cuatro modos muy tradicionales con los típicos objetivos de derrotar rivales, conquistar bases o incluso de capturar la bandera (el sujetador en este caso), así como una decena de mapas (cifra que se podría casi duplicar si contamos las versiones nocturnas que tienen algunos de ellos). Nada realmente especial ni abundante, por lo que se podría decir que cumple con lo justo.
Lo malo es que al irregular diseño de mapas y a la falta de originalidad de sus modos le tenemos que sumar el que sea probablemente el mayor problema del juego: su sistema de progresión, totalmente roto y desequilibrado. Este se basa en la obtención de cartas con las que personalizar a nuestras ninjas para poder utilizar habilidades activas, invocar mascotas aliadas y darnos diferentes ventajas en la batallas.
Hay una gigantesca cantidad de cartas diferentes, algunas de ellas extremadamente poderosas, y las que nos salgan repetidas en los sobres que vayamos comprando y consiguiendo podremos canjearlas para subir de nivel el resto de cartas, aunque también a nuestros personajes y armas.
En consecuencia, tenemos un online donde casi todo el mundo tiene ya subidas a sus shinobis y su arsenal, por lo que si queremos saltar directamente al multijugador porque es lo que más nos llama la atención nos toparemos con que no tendremos ni una sola oportunidad de victoria, ya que nos arrasarán sin piedad en cuestión de segundos sin que nosotros podamos hacer casi nada para bajarles la vida a nuestros enemigos.
Por tanto, nos veremos obligados a rejugar los modos para un jugador (o el entretenido y desafiante cooperativo online de supervivencia que también incluye) una y otra vez para conseguir cartas y subir de nivel todo lo que podamos. Por desgracia, como tampoco podemos controlar con quiénes nos emparejan, al final encontraremos gente con niveles muy dispares, por lo que el desequilibrio está siempre muy presente y la habilidad y el juego en equipo pasan a un plano muy secundario.
Una pena que no se haya tenido más en cuenta esto, ya que se carga por completo lo que hace que el género sea divertido, y con las bases que tiene el juego estamos seguros de que habría sido un título muy entretenido para echarnos partidas cortas de vez en cuando si existiese cierto equilibrio. Para colmo, el código de red no es especialmente bueno y las partidas suelen sufrir algo de lag, por lo que no será raro encontrarnos con situaciones en las que estamos viendo algo que realmente no está ocurriendo, aumentando todavía más nuestra frustración.
Por supuesto, siendo un juego de Senran Kagura no podía faltar un completo elenco de accesorios, trajes y peinados con los que personalizar a nuestras chicas, así como las opciones de "toquetearlas", literalmente, con unas manos virtuales (o humedecerlas con un chorro de agua) o de crear sugerentes escenas con sus modelados y poses. Todo esto es completamente opcional y no aporta absolutamente nada al conjunto, pero ahí está para quien se sienta interesado por este tipo de cosas.
A nivel gráfico tampoco es que sea ninguna maravilla, pero el modelado y diseño de las chicas es más que correcto, así como sus animaciones. Los escenarios sí que son un tanto más sosos y poco variados, aunque alguno que otro se sale de la norma y muestra un nivel por encima del resto. Evidentemente, tal y como era de esperar, las físicas son completamente irreales, aunque tampoco es que pretendan serlo.
El sonido sí que está a un buen nivel con una banda sonora bastante animada que ambienta perfectamente cada partida. Los efectos cumplen sobradamente su función y el doblaje nos llega únicamente en japonés con unas interpretaciones de gran calidad que captan genial la personalidad de cada una de sus protagonistas. Eso sí, os avisamos que los textos nos llegan únicamente en inglés.
Conclusiones
Senran Kagura Peach Beach Splash es un título con unas buenas bases jugables que se ve lastrado por un anodino diseño de misiones para un jugador y por un multijugador online completamente desequilibrado. Si bien los controles y su sistema de combate nos han gustado bastante por lo frenético y vertical que resulta, al fallar en todo lo demás se nos hace realmente difícil recomendar este nuevo spin-off de la serie, ya que solo los más fans de estas alocadas ninjas conseguirán disfrutarlo plenamente.
Hemos realizado este análisis gracias a un código de descarga para PS4 que nos ha facilitado por BadLand Games.