Déraciné, el estreno de FromSoftware en la realidad virtual (PS4)
Como casi todos los formatos, la realidad virtual tiene que pasar por una etapa de infancia antes de llegar a su madurez. Recientemente estamos viendo cómo algunos juegos empiezan a demostrar su potencial, como Moss o Astro Bot, pero no todos están al mismo nivel. Con un estudio como From Software detrás, cabía esperar que Déraciné fuese otra muestra de lo que la realidad virtual puede dar de sí, pero nos tememos que no es el caso.
Un hada en nuestras manos
Déraciné –desarraigado en español– es una especie de aventura gráfica simplificada para la realidad virtual en la que encarnamos a un hada invisible en un internado en mitad de la nada, en el que descubrimos la historias de los pocos estudiantes que lo habitan. A través del control por movimiento que nos ofrecen los PlayStation Move, interactuamos con el escenario y los personajes, buscando objetos claves que nos permitan progresar.
A nivel jugable es muy, muy sencillo. Nos teletransportamos por el escenario usando los puntos designados para ellos, y en determinadas zonas clave –marcadas con un círculo en su lugar– podemos pasar a explorar. Podemos movernos alrededor de esta zona, que puede ser un personaje o un objeto, podemos agacharnos, y coger ciertos elementos específicos, pero todo de manera muy tosca y básica. Además, la interactividad es muy, muy escasa. El tiempo está generalmente congelado lo que supone movernos por un escenario inerte y estático, pero incluso cuando lo ponemos en marcha apenas, la interacción es limitadísima.
Aparte, el uso de los PS Move es anecdótico. Esto es particularmente chocante, porque nos obliga a tener dos de estos mandos –no puede jugarse con un DualShock 4– para luego apenas darle uso. Suponemos que esto se debe a una de las mecánicas del juego: en cada mano llevamos un anillo, uno que absorbe vida y otro que absorbe tiempo. Imaginamos que originalmente esta mecánica iba a tener muchísimo peso en las jugabilidad, pero al final es tan anecdótica como el uso de los Move.
Así, nos encontramos con un juego que se podría haber jugado perfectamente de manera tradicional, quizás hasta mejor, y jugarlo en realidad virtual no aporta prácticamente nada. También está muy falto de opciones, y no podemos elegir movernos de manera libre por el escenario o cómo girar la cámara. Al menos, es uno de esos juegos que difícilmente va a marear.
Una extraña historia
Déraciné nos cuenta la historia de un hada que vive entre niños en un orfanato, y que son conscientes de su existencia. Básicamente, lo que vamos descubriendo es cómo estos niños intentan establecer una relación con el hada, aunque no os contaremos mucho más, obviamente, para no destriparle la experiencia a nadie.
La historia, siendo sinceros, nos ha parecido lo suficientemente entretenida para seguir jugando, algo bastante importante porque tarda mucho en arrancar. Van a pasar varias horas hasta que empiecen a llegar las sorpresas, pero cuando llegan, nos dejan momentos que vamos a recordar.
En cierto modo nos ha recordado a algunos de esos juegos japoneses de inicio de la generación de los 128 bits, como Shadow of Memories. Realmente, no tienen demasiado que ver –aunque en Déraciné también hay viajes temporales–, pero nos ha dejado esa sensación, tanto en lo ambiental, como en lo visual. Es raro de explicar.
Y es que quizás la mejor parte de Déraciné son las sensaciones. Explorar el internado con la preciosa banda sonora que lo acompaña, encontrar sus rincones y secretos, e ir descubriendo poco a poco la historia. Ser sorprendidos con giros de guión que no esperábamos.
Gráficamente no es nada del otro mundo. Generalmente todo es muy sencillito, y la falta de interactividad se echa en falta también en lo técnico. Los personajes no reaccionan a nuestras acciones (salvo a la acción de turno necesaria para progresar), y no tienen muchas animaciones (os recordamos, la mayoría del tiempo están estáticos). Esto, lejos de hacerte sentir parte de la experiencia, te saca de ella.
En lo sonoro, la banda sonora se lleva todo el protagonismo, con melodías que nos han encantado. También tenemos la suerte de que el juego nos llegue totalmente doblado y traducido al castellano, permitiéndonos seguir la historia sin los generalmente molestos subtítulos en realidad virtual.
Por último, comentar que el juego no es demasiado extenso. A nosotros nos ha durado algo más de seis horas, aunque depende de lo que os entretengáis con los puzles. Como aventura gráfica, por simplificada que sea, habrá jugadores que lo terminen mucho más rápido o mucho más despacio que otros. Hay también un coleccionable, ocho monedas repartidas por el internado, que pueden ayudar a extender la duración si las queremos conseguir. También hay guiños repartidos por el escenario para los fans de From Software, algo que siempre anima a explorar.
Desarraigado de la realidad virtual
Déraciné es un juego un tanto extraño. Es un juego que adopta la realidad virtual sin un propósito claro. Tenemos la sensación de que originalmente era bastante más complejo, con mecánicas más explotadas y puzles más elaborados, pero lo que tenemos es un juego muy sencillo, que apenas profundiza en nada de lo que hace jugablemente, y que no aprovecha en absoluto la realidad virtual. De hecho, creemos que habría sido mejor lanzarlo también como juego tradicional y permitir que más gente lo disfrute, y dejar la VR como opción.
Es cierto que se agradece el poder disfrutar de una experiencia relajada, en la que pasear y explorar con una preciosa banda sonora de fondo, pero en un momento en el que cada vez más juegos empiezan a mostrar de lo que es capaz la realidad virtual, no podemos evitar sentirnos un poco decepcionados. Déraciné es recomendable si buscáis una aventura muy sencilla o incluso un walking simulator con una historia original y sorprendente, pero como experiencia de realidad virtual, queda eclipsado por otros muchos juegos.
Hemos realizado este análisis en PS4 Pro con un código de descarga proporcionado por Sony.