Análisis de Constructor HD (PS4, Xbox One, PC)
Los juegos de estrategia de construcción eran muy populares hace un par de décadas, pero con la entrada del siglo fueron languideciendo poco a poco, y se echan de menos. De entre los que a finales de siglo estaban de moda uno que ha seguido manteniendo una base de jugadores es Constructor, que combinaba la gestión de la expansión de la ciudad con todo tipo de sucias maniobras para acabar con los rivales.
Constructor iba de chanchullos y mafiosos, pero cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, ya que lo que tienes que hacer es ir construyendo casa cada vez mejores y así desbloquear edificios que te permiten convertirte en un mafioso que acabe con el mercado de tus rivales controlados por la máquina a base de destrozar sus propiedades o molestar a sus vecinos hasta devaluar la propiedad o conseguir que se vayan.
Pero no todo es tan sencillo como ir siendo cada vez más próspero a base de buena gestión, porque el juego es exigente e intenso hasta ser agobiante y la microgestión de las miles de quejas y misiones que tienes suelen acabar por molestar en la visión global de la partida.
En algunos modos de juego no estás libre de misiones nunca.
Distintos modos de juego y cuatro dificultades
Cierto es que el juego te plantea diversos escenarios con distintos objetivos como conseguir un millón de dólares en un tiempo determinado, lograr una cantidad de inquilinos contentos de cada nivel, luchar contra los rivales de la IA o dedicarte a construir sin el ajetreo de las misiones y además puedes matizar todos esos objetivos con cuatro dificultades distintas, pero hasta en el modo fácil el juego supone un desafío a los nervios del jugador.
Cada partida repite un esquema similar: empiezas con casas de nivel 1 y poco después aparece la primera plaga de cucarachas, difícil de exterminar. Cuando ya has satisfecho las primeras necesidades de tus inquilinos y empiezas a consolidar el nivel 2 surgen los zombis y, poco después, el rival o rivales controlados por la máquina inician el acoso.
La dificultad es ya grande desde el principio y lo que está garantizado es que, salvo en el modo Escenario de construcción- y los primeros minutos del modo Guerra, no tendrás ni un momento no ya de planificar lo que vas a hacer, sino de respirar.
Es muy recomendable completar primero el tutorial si no se ha jugado al primer Constructor porque el juego no es demasiado intuitivo. También es recomendable eliminar las voces cuando has jugado varias partidas porque, aunque inicialmente hacen gracia los fuertes acentos de los actores, las interrupciones pueden llegar a ser muy molestas.
Una gestión compleja y misiones no explicadas con detalle
A esta falta de claridad en la gestión se añade que a veces no está bien explicado el malestar de los vecinos y eso complica el cumplimiento de algunas misiones, y no especifica que debes arreglar todos los baños de una manzana y acabar con las cucarachas a golpes para acabar con una plaga, y en otras ocasiones no cuenta que hayas cumplido sus demandas y te piden insistentemente una boca de metro cuando hay una ya en la manzana, por poner un par de ejemplos. No son grandes problemas y se acaban solucionando, pero a veces pueden arruinar una partida.
La gestión es bastante compleja: en cada nivel hay dos tipos de posibles inquilinos, cada uno adecuado para una finalidad diferente y con gustos muy distintos: Los estudiantes gustarán de los árboles y pedirán setos orgánicos, pero si tus siguientes inquilinos son punkies -en su mismo nivel- tendrás que eliminar el verde que hayas plantado o deberás cambiar la valla. Es una gestión muy profunda y compleja que se ve empañada por la racanería en explicaciones que tiene el juego.
Otros vecinos te exigirán contraventanas, o una estación de metro cerca, o querrán la misma cerca que el vecino, o les molestará que el vecino tenga árboles. Normalmente, todos tienen alguna reclamación casi siempre y al mismo tiempo que se desencadena un brote zombi y un psicópata intenta capturar una de tus casas. Como, además, no hay guardado automático, hay que estar pendiente para no perder mucho tiempo si fallas la partida, como sucederá seguro en más de una ocasión, porque Constructor mantiene esa política de juego antiguo implacable con el jugador, que debe ir aprendiendo todos los intríngulis de la gestión a base de fallar. Guardar evitará lamentaciones también cuando el juego se rompa y te devuelva al menú de la consola, como nos ha pasado en unas cuantas veces.
Y el jugador, que iba con la voluntad de ser un tiburón de la construcción, acaba anegado en un mar de reclamaciones y multas del ayuntamiento que pueden dar con sus huesos en un ataúd de hormigón -o con alguna otra muerte igual de horripilante- antes de que pueda empezar a extender el mal por la ciudad. Eso sí, cuando empiezas a utilizar indeseables para bloquear las fábricas de un rival o logras abortar su expansión urbanística te sientes satisfecho, y lo mismo cuando logras subir un nivel más de inquilinos, puedes proteger mejor tus propiedades y empiezas a notar ciertos beneficios.
Recurrir a los mafiosos o a las peores tácticas se convierte casi en una válvula de escape que deje escapar toda la tensión que has ido acumulando durante la gestión de todas las crisis que se desatan en la tus propiedades.
Demasiadas misiones que hay que gestionar con rapidez para utilizar el mando
Jugar con teclado y ratón ya tiene que ser intenso, pero hacerlo con el mando -hemos probado la versión de Xbox One- llega a ser desesperante aunque tengas combinaciones de teclas que funcionan como atajos, y tienes que recurrir al menú de pausa con frecuencia para ir gestionando las diez cosas urgentes de las que tienes que encargarte a la vez. Si intentas encontrar un capataz para que su cuadrilla elimine a un ladrón rápido y que después mejoren un baño con urgencia debes hacer demasiados movimientos con el joystick por toda la pantalla.
En consonancia con lo que suele suceder en el mundo de la construcción, esta remasterización del juego debía haber salido hace ya hace años, pero la entrega se ha demorado varias veces, y cuando ha salido lo ha hecho con algunas taras, de las que la peor es el cierre súbito del juego. su aspecto es muy diferente al original tanto en los gráficos como en la interfaz, y hay algunos botones que se agradecen porque facilitan la gestión, pero las texturas no son demasiado buenas, como queda patente cuando acercas la visión al máximo.
System 3 mantiene el aire gamberro y divertido del juego, con inconfundible sabor inglés. Los personajes de los niveles más bajos hablan como perfectos barriobajeros e interpelan al jugador con brusquedad o le insultan directamente si falla alguna misión básica. En estos tiempos de pieles muy sensibles, el estudio no se ha andado con sutilezas y tira de estereotipos que crujen los cimientos de la corrección política.
Las animaciones y el diseño artístico tienen gracia, las primeras son a veces muy divertidas cuando entras en alguna casa de tu propiedad con problemas o que estés arreglando, pero hay poca variedad y las texturas no son espectaculares, sobre todo cuando acercas la cámara al escenario. El sonido mantiene el tono caricaturesco y absurdo, aunque las voces en off son terriblemente irritantes. La música tiene personalidad y mantiene la ambientación.
Demasiado fiel a la jugabilidad del título original
El tiempo no ha pasado en balde por Constructor. Se mantiene casi totalmente fiel a su forma de jugar y al tono gamberro e irreverente de la gestión, pero la revisión al aspecto del juego y el control no es suficiente, y en consola su velocidad y exigencia son excesivas para un mando, el funcionamiento de las misiones y la gestión no siempre están claros y el juego se cierra y tiene fallos con más frecuencia de la esperada.
Además de la opción de jugar contra la máquina se pueden editar mapas y hay una opción de misiones que se supone aparecerán más adelante, aunque una semana después del lanzamiento no hay ninguna todavía. También hay multijugador hasta para cuatro jugadores, pero no hemos logrado encontrar partida ni iniciar alguna.
20 años después del primer juego cabría esperar algo más pulido y actualizado. La gestión es profunda como en pocos juegos de este estilo, con multitud de gestiones que hay que encajar para seguir avanzando, pero hay bastantes detalles que se han descuidado, tanto en el apartado técnico como en el jugable, y esto acaba pasando factura haciendo que sea difícil entrar en el juego si no eras muy aficionado al original.
Para quienes echábamos mucho en falta este tipo de juegos o para los que añoren el primer Constructor esta versión retocada puede ser una solución que nos recuerde cómo era descubrir los mecanismos que hacían que las partidas de los juegos de gestión salieran adelante a base de ir afinando pequeños detalles, pero para nuevos jugadores o quienes deseen una construcción más reposada puede ser demasiado estresante e intenso.
Este realizado este análisis en su versión de Xbox One con una copia final del juego proporcionada por Meridiem Games.