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Género/s: Metroidvania
Fecha de lanzamiento:
PC:
FICHA TÉCNICA
Desarrollo: Seethingswarm
Producción: Pretty Soon
Distribución: Steam
Precio: 18,99 €
Jugadores: 1
Formato: Descarga
Textos: Español
Voces: -
Online: -
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Análisis Primal Planet: Dinosaurios, pixelart y supervivencia son los ingredientes de este curioso “dinovania” (PC)

Este metroidvania de ciencia ficción combina dos épocas históricas, el Mesozoico con el Paleolítico, tirando de ingenio para presentar una curiosa propuesta.
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Actualizado: 10:04 26/8/2025
Análisis de versión PC.

Inspirándose en títulos como Rain World, Axiom Verge, Far Cry Primal, Subnautica y muy especialmente en la cruda serie animada Primal de Genndy Tartakovksy (que os recomendamos fehacientemente ver si todavía no lo habéis hecho), un desarrollador conocido como Seethingswarm, eso que en la industria se conoce como one man army, ha invertido nada más y nada menos que cinco años para crear Primal Planet, la obra que hoy os presentamos y que ya está disponible en Steam y GOG. Con un marcado carácter retro y haciendo uso del pixelart como principal carta de presentación, este metroidvania sorprende y enamora a partes iguales.

A pesar de venir a engordar la ya de por sí generosa lista de lanzamientos que recibimos al año dentro de este género (hay más de tres mil títulos dentro de esta categoría en Steam), esta propuesta se diferencia de otras similares por su ambientación, en la que se mezcla la era Mesozoica con el Paleolítico, y en la que el creador añade a la fórmula original algunos toques de supervivencia y una emotiva historia que no emplea una sola palabra para ser contada.

En la práctica, esta curiosa combinación de factores se traduce en un videojuego que nos lleva a tratar de salir con vida de los múltiples retos que supone convivir con dinosaurios, algo que, pese a no haber sucedido en la realidad, sí ha servido de inspiración para llevar al mundo del celuloide todo tipo de éxitos.

Todo comienza al calor de una hoguera…

Aunque imaginamos que la primera que os vendrá a la cabeza sea Jurassic Park, la temática cobró especial relevancia en los años noventa con producciones de todo tipo, incluyendo otra pequeña obra maestra que ha ido quedando relegada en el olvido como es Dinosaurios. Esto también se vio reflejado en el panorama de los videojuegos, con títulos que se tomaban muy en serio a sí mismos como Turok> y otros con un tono más desenfadado, como el llamativo Dino City. Hay ejemplos para dar y tomar en ambos campos, pero como decíamos al principio, el que más se parece a la propuesta que ofrece Primal Planet es sin duda la ya mentada Primal de Tartakovksy.

Un hombre y su familia

Primal Planet narra la historia de una familia de la prehistoria. Todo empieza cuando, sentados ante una cálida hoguera, un hombre, su mujer, su hijo y su pequeña mascota, Sino el Dino, son atacados por un T-Rex del que escapan por los pelos. Sin embargo, durante la huida los miembros de la familia se separan por fuerzas de causa mayor, lo que nos lleva a tomar el control del hombre y del pequeño Sino (si decidimos jugar en cooperativo), dando así comienzo una aventura en la que no solo se mezclan épocas de la historia, sino también conceptos de ciencia ficción. De hecho, si echáis un vistazo a la descripción del juego en Steam veréis que se enfatiza que, además de dinosaurios y otro tipo de criaturas, hay robots que juegan un papel fundamental en el transcurso de la trama.

…y nos lleva a explorar un mundo selvático, rico en matices.

Sabemos que todo esto suena un poco extraño e incluso cómico, pero nada más lejos de la realidad (y pese a que su creador describe el juego como un "dinovania", concepto que admitimos nos arrancó una sonrisa), Primal Planet cuenta una historia emotiva, con momentos inesperados y giros de guion que poco a poco nos llevan a entender el porqué de esta curiosa mezcla de conceptos. La sencillez y crudeza con la que se escenifican determinados acontecimientos poco o nada tienen que ver con un videojuego de tono cómico. Aquí de gracioso hay más bien poco, y de ahí que insistamos en las similitudes que guarda con la serie animada Primal, donde encarnizadas y sangrientas batallas entre el protagonista y el mundo que le rodea acaban por convertirse en los auténticos protagonistas del espectáculo.

Un pixelart prehistórico sorprendente

Gran parte de culpa de que lo que se cuenta tenga un calado importante radica en el uso de un cuidadísimo estilo pixelart que no deja de sorprendernos mientras jugamos. No solo por la calidad de los escenarios, de origen selvático, o por los cambios de iluminación que producen los distintos momentos del día (amanecer, mañana, mediodía, tarde, noche), o por la variedad de animaciones que apreciamos mientras realizamos los movimientos habituales en estas lides, es decir: saltos, volteretas, ataques, momentos de inmersión subacuática, etcétera; sino también por la indiscutible calidad tanto de los humanos como de la rica fauna que puebla el mundo que exploramos.

Las escenas subacuáticas nos recuerdan a algunos plataformas muy famosos.

Desde pequeños insectos a enormes titanes prehistóricos que luchan entre sí a cara de perro, pasando por misteriosas naves voladoras que, de cuando en cuando, se dejan entrever en el fondo de los escenarios y terminando por los efectos que elementos como el fuego y el agua tienen sobre la maleza; todo en Primal Planet hace que nos teletransportemos a otra época cuyas peculiaridades no tardaremos en asumir. La música, con los clásicos toques de ambiente selvático y tribal, contribuye a amplificar aún más esa sensación vibrante de ser partes de un mundo vivo y repleto de formas de vida que siempre nos invitan a seguir explorando. Es un lujo poder disfrutar de una ambientación de este estilo dentro de un género en el que la fantasía oscura o los ambientes tétricos y asolados suelen ser el pan de cada día, por lo que sobra decir que el aspecto audiovisual del título es sin lugar a duda su principal virtud.

Un metroidvania con toques de supervivencia

Ya conocemos de sobra los rasgos característicos de los metroidvania: una cámara lateral nos invita a explorar un mundo de escenarios interconectados en el que hemos de ir superando distintos obstáculos, algo para lo cual, generalmente, hemos de aprender nuevas habilidades o adquirir nuevas armas que nos permitan desbloquear zonas que de otro modo serían inaccesibles. En Primal Planet se emplea un sistema de ganancia de experiencia por cada enemigo que derrotamos. Cada nuevo nivel supone adquirir nuevos puntos que posteriormente podemos invertir en mejorar las habilidades básicas, tanto de nuestro protagonista como de su inseparable compañero Sino, un pequeño dinosaurio semejante a un velociraptor que controlará un segundo jugador si deseamos jugar en modo cooperativo. Este pequeño ayudante se zampa los molestos insectos que pululan por doquier y que, por alguna extraña razón, tienen la misma capacidad destructiva que otro animal que les triplique en tamaño, una cuestión que nos lleva a explorar algunos de los problemas que padece la aventura.

Hemos de proteger a nuestra familia a toda costa, a veces en situaciones muy violentas.

Hay dos elementos que lo distinguen de otros metroidvania genéricos. De una mano tenemos el uso del fuego, que tendremos que emplear por medio de antorchas para dar lumbre a las hogueras que se distribuyen por el mapeado y con las que solemos desbloquear nuevas zonas e ilustraciones muy curiosas que nos otorgarán nuevos puntos de habilidad. Aunque puede parecer un mecanismo simple, en la práctica no lo es, dado que cualquier mínimo contacto con el agua, bien sea en forma de cataratas o de lluvia, hace que estas se apaguen. Además, tienen una vida útil limitada que se va consumiendo con el paso de los minutos. El fuego no siempre es imprescindible, pero sin duda es la llave que nos permite avanzar, ya que con él también quemamos las raíces que bloquean algunos de los caminos por los que tenemos que transitar para llegar al final de la aventura.

De la otra, los conceptos de supervivencia. A través de los puntos de experiencia podemos aprender nuevas habilidades imprescindibles, como el doble salto o el esprint, pero también aumentar la cantidad de lanzas o de objetos arrojadizos que podemos portar. Hay dos armas básicas: nuestro cuchillo y las lanzas, que podemos arrojar a distancia e incluso emplear como apoyo para alcanzar zonas que de otra manera serían inaccesibles. Al matar a ciertos enemigos podremos recolectar trozos de carne que posteriormente tendremos que cocinar en las hogueras, dado que si comemos la carne cruda es posible que nos intoxiquemos, provocando que nuestro hombre prehistórico comience a vomitar durante unos cuantos segundos.

Un sistema limitado

A pesar de las apariencias, el sistema de supervivencia no va mucho más allá de lo que hemos explicado hasta este punto. Para crear nuevas lanzas y otros objetos tendremos que recolectar materias primas dispersas por los escenarios. Por lo general, no es difícil obtenerlas y casi siempre tenemos a mano lo que necesitamos para continuar sin atascarnos en algún punto en concreto. Esto nos lleva a sentir que el concepto de supervivencia es bastante limitado y repetitivo, algo que se debe en parte a la falta de una mayor variedad de elementos. Existen plantas y otros objetos que podemos usar como medicinas, pero en las quince horas que ha durado nuestra partida, su uso es prácticamente anecdótico. Sin embargo, sí que tendremos que pasarnos un buen rato lidiando con los mismos enemigos una y otra vez para aumentar o mejorar nuestras habilidades de cara a vencer a los jefes finales que aparecen durante la aventura. Por un lado, son bastante duros de roer y, por el otro, sus mecánicas son bastante sencillas, al igual que las del resto de enemigos con los que nos tropezamos en la selva.

El pixelart no priva al motor gráfico de ofrecer sobresalientes escenas animadas.

Hay una buena variedad de enemigos, sí, pero prácticamente todos se eliminan de la misma forma, incluso pese a que disponemos de algunos trucos para llamar su atención, como arrojar carne o fruta para despistarlos. También hay momentos en los que hemos de pasar sigilosamente cerca de un dinosaurio de grandes proporciones, pero apenas tienen un peso en la mecánica y se emplean en casos muy contados. Esto, unido al hecho de que los escenarios son muy parecidos entre sí, hace que tengamos la sensación de realizar una y otra vez las mismas acciones para progresar. El mapa general, una de las herramientas más importantes en cualquier metroidvania y que solemos emplear hasta la extenuación para saber dónde estamos y hacia dónde ir, es muy pobre y sirve de poca ayuda salvo por algunas mínimas indicaciones.

Hay una facción que nos hace constantemente la vida imposible.

Nos encanta que se hayan introducido estas mecánicas, pero su uso está por debajo de lo que podría esperarse de ellas. Es una pena, porque los movimientos del personaje son ágiles y no tardaremos en sacarles el máximo partido. Una vez entendemos cuál es la dinámica de los escenarios, también iremos desbloqueando las múltiples zonas ocultas en las que obtendremos recursos especiales (o más recursos del mismo material que ya nos sobra). El modo cooperativo es un gran aliado a la hora de combatir la sensación de frustración que transmite el hecho de que un mosquito pueda quitarnos la misma cantidad de vida que un T-Rex, algo extremadamente irritante en los primeros compases de juego donde la vida escasea, al igual que las hogueras en las que tomarnos un respiro. Con todo, alcanzar el final de la aventura no es especialmente difícil salvo por esos momentos en los que el mapa no ayuda y parece que todo se reduce al inevitable grindeo, un elemento típico del juego del que aquí se abusa.

De resto, las fases de exploración son entretenidas pese a que es frecuente perdernos por mapeados muy parecidos entre sí, generalmente con el mismo tipo de bioma. Seethingswarm ya ha afirmado que espera mejorar estos conceptos en el futuro (especialmente el mapa) gracias al feedback de los usuarios, pero por el momento esto es lo que experimentaremos si compramos hoy mismo el juego en Steam. También es posible encontrar a otros humanos que nos echen un cable en determinadas fases, pero su inteligencia es un tanto curiosa: no es extraño que un chamán que supuestamente ha de dedicarse a curarnos desde la distancia se ponga en medio de una horda de enemigos para, visto lo visto, morir lo antes posible.

Traducción y características adicionales

Por sus características es uno de esos juegos ideales para disfrutar en Steam Deck, donde ya tiene verificación oficial. Nosotros hemos disfrutado del juego en un modesto portátil donde ha funcionado sin ningún tipo de ralentización ni problema de rendimiento. El modo de control, con el Dual Shock como protagonista, ofrece una experiencia perfectamente ajustada a las necesidades del género. Es gratificante ver que, tratándose de un videojuego desarrollado por una sola persona, se hayan tenido en cuenta estos pequeños detalles que contribuyen a mejorar las sensaciones que transmite la experiencia final de juego.

El sigilo se emplea en contadas ocasiones para pasar desapercibidos entre las bestias de mayor tamaño.

Otro tema muy distinto y en el seguramente vale la pena profundizar en un artículo enfocado en él es la traducción. De todos los idiomas que podemos seleccionar solo hemos probado en español, que da la impresión de ser una traducción automática o realizada con algún tipo de IA que por momentos emplea conceptos mal localizados o que directamente no tienen sentido. En inglés la experiencia es todo lo normal que cabe esperar de ella. No hace falta tener un nivel alto para entender el poco texto que aparece de vez en cuando, pero no por ello deja de ser una lástima que las compañías no se tomen esto un poco más en serio, con al menos una revisión para, como hemos repetido en otros análisis hasta la saciedad, localizar además de traducir.

Conclusión

Primal Planet es una experiencia distinta a la que esperábamos encontrarnos cuando empezamos a jugar, con un argumento sin texto bastante emotivo y sorprendente que cuenta con el sostén de un apartado audiovisual sobresaliente, pero al que le falta más profundidad en términos de mecánica de juego. No tendremos problemas para superar la aventura una vez nos acostumbramos a sus peculiaridades, pero la sensación que más nos ha invadido a lo largo de la partida es que no se han aprovechado del todo los recursos que, por otro lado, ya están presentes tácitamente en su jugabilidad.

En un género tan poblado como en de los metroidvania, este concepto puede pasar factura a los expertos que esperen encontrarse con algo realmente nuevo o distinto a todo lo que han visto antes. No obstante, si ignoramos sus defectos disfrutaremos de una aventura tan peculiar como refrescante en este asfixiante periodo estival.

Hemos realizado este análisis en PC con un código proporcionado por Game Press

NOTA

7

Puntos positivos

La ambientación, combinada con el genial estilo artístico.
El modo cooperativo le da un toque muy divertido.
Es un ejemplo de cómo contar una historia emotiva sin decir ni una sola palabra.

Puntos negativos

Los escenarios son muy parecidos entre sí. El mapa, terrible.
Excesiva tendencia al grindeo para poder superar obstáculos y jefes finales.
La traducción al español deja mucho que desear.

En resumen

Un metroidvania distinto, ni mejor ni peor que otros ejemplos del género, que puede presumir de contar con una potente ambientación y un interesante argumento, pero que abusa del grindeo y emplea mapas muy parecidos entre sí.