Análisis de Necrobarista: Café, necromancia y precariedad (PC, iPhone)
Cualquiera que haya trabajado detrás de la barra sabe que la de camarero es una profesión de todo menos romántica; aun así, las ficciones se empeñan en contar relatos reflejados en esa conexión imaginada entre trabajador y parroquiano. Juegos como VA-11 Hall-A, Coffe Talk o The Red Strings Club utilizan este tropo para asentar sus bases narrativas aprovechando las peculiares mecánicas que otorga un marco así.
Necrobarista, la visual novel del estudio australiano Route 59, parte de la misma premisa que esas obras y precisamente por eso es inevitable acordarse de ellas: pero ahí acaba su relación. Este videojuego -editado en PC por Coconut Island Games- huye de la idealización de la figura del camarero para hacer zoom en las problemáticas inherentes a la profesión y, además, no se deja agasajar por la obvia traducción jugable de sus quehaceres rutinarios.
Lectura (casi) como pico máximo de interactividad
Aquí no nos vamos a encontrar poniendo copas, sirviendo desayunos o preparando cafés para los clientes que lleguen hasta nuestra barra. La historia que cuenta Necrobarista se centra en sus personajes, en su universo, y nos permite explorarlo a través del texto. Sólo texto, mucho texto.
Su guión -que llega completamente localizado al castellano- transcurre en escenas casi estáticas en las que los personajes hablan entre sí, pero para que suelten su próxima frase nosotros, los jugadores, tendremos que hacer click con el botón izquierdo del ratón. Y poco más.
Su nivel de interactividad es escaso y eso en ciertos momentos puede suponer un problema. A veces observamos esas escenas en movimiento con un grado de injerencia mínimo, otras, al final de cada capítulo, podemos explorar el escenario en primera persona, caminando por él, y ahí podremos desbloquear relatos adicionales que se presentan en un formato un tanto más simple que el de las escenas principales, pero cuya interacción es similar porque también avanzan a medida que hacemos click.
Es en las escenas principales donde está la enjundia de Necrobarista. Ahí se presentan a los personajes en un impresionante estilo 3D que podríamos definir como ‘anime low poly’. El diseño, la expresividad, los diálogos… Todo lo que ocurre en estas escenas es digno de alabar gracias a lo bien escritas que están: Necrobarista sabe manejar con maestría su propio lenguaje y consigue darle que desea ritmo a algo que, a priori, es tan estático como lo sería una visual novel tradicional.
Y es que, aunque sólo estemos leyendo diálogos mientras los personajes cambian de postura, la forma en la que Necrobarista representa esos momentos consigue que participemos de su trama, algo vital para entrar en una obra como esta que básicamente pretende contarnos la historia de sus personajes dándonos apenas retazos del universo pseudofantástico en el que transcurre.
Una cafetería entre el mundo de los vivos y el de los muertos
Maddy es la protagonista del juego y actual dueña de La Terminal, una cafetería de Melbourne que irradia una energía especial. Allí se encuentran clientes tanto vivos como muertos, aunque estos últimos tienen la peculiaridad de que sólo pueden permanecer veinticuatro horas en ese limbo; una vez transcurrido el tiempo límite tendrán que cruzar el portal al otro barrio.
Necrobarista aprovecha esta ambientación para tocar diversos temas y todos con un más que buen resultado. Lo primero y más obvio es la pérdida, el cómo afrontar la muerte de uno mismo y de las personas que te rodean. Los clientes muertos que llegan a La Terminal acaban de fallecer y pasan sus primeras horas tratando de comprender qué está ocurriendo. A medida que avanza el día las emociones se magnifican y el miedo a pasar al otro lado se va haciendo cada vez más real.
Haciendo honor al nombre del juego, la necromancia es otro tema recurrente en Necrobarista: en el mundo en el que se ambienta la magia es algo real y existen aparatos gubernamentales que se encargan de regularla. El Consejo de la Muerte es uno de ellos, especializado en mantener el equilibrio entre ambos planos y con la misión de evitar que se lleven a cabo prácticas ilegales como, precisamente, la necromancia.
Como tema transversal encontramos la precariedad. Maddy y Chay, el anterior dueño de la cafetería, han adquirido una enorme deuda con el Consejo de la Muerte por permitir que los pacientes fallecidos permanezcan en La Terminal más horas de la cuenta. Es una deuda de tiempo difícil de devolver, que atosiga a la camarera dejándola chafada en su rutina y forzándole a optar por vías poco éticas.
Estos temas se tocan desde una perspectiva cercana que facilita la empatía con los personajes, a quienes es difícil no acabar cogiéndoles cariño. La cafetería es una encrucijada en la que suceden historias reales, pese a la fantasía en la que se sustenta, y es precisamente por eso por lo que Necrobarista es destacable por saber manejar el escenario en el que se enmarca: un bar. Durante la exploración del local podremos leer otras historias adicionales de personajes a veces secundarios que impactan lateralmente con el ente que es la propia cafetería, dándole más fuerza a esa imagen de espacio vivo.
Exploración narrativa en base a intereses personales
Sin embargo, cuando llegamos a La Terminal la encontramos vacía. Entramos en una cafetería en la que no hay nadie y exploramos sus estancias, decoradas con estilo, tratando de descubrir el porqué de esta situación. Las secciones de juego en primera persona son poco estimulantes por su limitación y, pese a ello, nos permiten descubrir esas tramas secundarias que son las que reflejan el crisol de experiencias que es un bar.
Durante las escenas principales, en los diálogos, algunas palabras seleccionadas nos permitirán indagar en sus definiciones al finalizar el capítulo. De toda ellas nosotros tendremos que escoger siete y cada una estará relacionada con un aspecto mayor: la muerte, los clientes, la ciudad, los protagonistas… Cada una de esas palabras que escojamos nos dará un punto del campo al que pertenezca y gracias a ello podremos desbloquear relatos adicionales de esos temas.
Es decir, si de un capítulo seleccionamos varias palabras relacionadas con la muerte, con Maddy y con la cafetería, durante la exploración posterior probablemente podamos desbloquear una historia pasada sobre algún hecho acontecido en La Terminal. De este modo Necrobarista nos permite explorar narrativamente aquellos temas que más nos interesen, pese a que la forma de representarlo no sea la más entretenida.
Conclusiones
Necrobarista plantea una historia ambientada en un universo mágico pero desde un punto de vista humanista. En consecuencia, los temas que toca son precisamente así: la muerte no deja de dar miedo aunque esté regulada y, eventualmente, puede provocarte problemas con la burocracia. Su forma de narrar quizás es poco interactiva, pero lo suple con un ritmo muy bien medido y adecuado a cada momento del relato. Es una obra para no perderse, seas fan del género o no.
Tiene aspectos negativos, por supuesto, pero quienes gusten de este tipo de obras sabrá ver buenas ideas que tratan de solventar los hándicaps habituales del género y, quienes no estén tan acostumbrados, tendrán más fácil el hacer la vista gorda gracias a esos truquillos de diseño que facilitan el acceso a una obra a la que, sin ninguna duda, merece la pena asomarse.
Hemos realizado este análisis en PC con un código proporcionado por Stride PR y Route 59 Games.