Análisis Fimbul, acción indie en la mitología nórdica (PC, Switch, PS4, Xbox One)
No es la primera vez que la mitología nórdica ha sido la elegida para dar vida a una aventura. Eso mismo es lo que ha sucedido con Fimbul, un título del desconocido estudio danés Zaxis que nos llega a los formatos actuales, siendo la versión destinada a Switch la que ha caído en nuestras manos.
Un título que, desde ya os lo avisamos, posee bastante potencial y acapara ciertos aspectos que merecen la pena… pero que, por desgracia, su ejecución ha sido realmente mediocre en todo lo relacionado con su vertiente técnica, lastrando gran parte del potencial que podría (y debería) haber proporcionado el juego.
Leyendas y aventuras nórdicas
Si hay algo que destaca por encima del resto de aspectos que posee esta aventura es todo lo que rodea a su interesante argumento y ambientación en general.
La acción nos sitúa en pleno invierno Fimbul (de ahí el nombre del juego) y en vísperas de desatarse el llamado Ragnarök, es decir, una especie de apocalipsis que en teoría desencadenaría el principio del fin para la humanidad.
¿Quién impedirá tal desdicha? Pues un valeroso berserker que responde al nombre de Kveldulver, protagonista que tiene la dura misión de atravesar y sobrevivir a los peligros y bestias que campan a sus anchas por las tierras de Midgard. Y para complicar todavía más las cosas, dichos escenarios se encuentran sumidos en la nieve y el hielo.
Desde una perspectiva en tercera persona y algo cenital debemos ir recorriendo los escenarios y superando las continuas arremetidas de los monstruos que salen a nuestro encuentro. Orcos, trols y demás criaturas tratan de frenarnos a cada paso que damos, siendo necesario participar en batallas tan sanguinolentas como no especialmente bien resueltas.
El principal problema lo encontramos en el incomprensible lag que sufrimos a lo largo de toda la aventura localizado en el sistema de control. Debido a esto, siempre tenemos que tener en mente que, cada vez que pulsamos un botón para atacar de manera suave o más contundente a los rivales, rodar por el suelo o lo que sea, el protagonista tarda casi un segundo en efectuar la acción o movimiento correspondiente. Un defecto bastante molesto en general y en cualquier circunstancia que se acentúa más si cabe cuando hay combates de por medio.
Dejando de lado este problema, para nada baladí, el desarrollo de las contiendas nos depara aspectos bastante destacados y otros muy mejorables. Nos ha gustado el hecho de que los enfrentamientos sean relativamente desafiantes, especialmente cuando nos atacan más de dos adversarios a la vez de características distintas, siendo necesario establecer tácticas apropiadas que se ajusten a cada combate. También nos ha gustado el hecho de poder ir recolectando las armas y complementos que van dejando tras de sí muchos enemigos, lo cual aporta un mayor interés a las mismas.
Sin embargo, también es cierto que el transcurso de los combates suele ser bastante irregular, comenzando por la forma en la que somos "amenazados" por los adversarios, los cuales suelen correr hacia nosotros como pollos sin cabeza. Pero lo peor tiene que ver con la cámara automática que sigue la acción y que, con frecuencia, nos "regala" planos terriblemente mal escogidos y en los que en bastantes ocasiones incluso perdemos de vista al protagonista o a los enemigos.
Cuando no estamos peleando, lo normal es que nos encontremos o bien explorando ciertas partes de los decorados (los cuales poseen unas dimensiones bastante reducidas)… o, también, sorteando alguna sección en plan sigilo torpemente implementada que nos ha recordado remotamente (y salvando mucho las distancias) a las famosas fases del Espantapájaros de la saga Batman Arkham.
Cambiando de tercio, una de las características más plausibles que alberga el desarrollo de esta aventura tiene mucho que ver con la función bautizada como El Hilo de la Vida. Gracias a un desarrollo variable que tiene en consideración ciertas acciones que vamos efectuando a lo largo de la aventura es posible disfrutar de diferentes sorpresas y rutas alternativas, proporcionando de esta forma una mayor rejugabilidad y profundidad al desarrollo.
Una vez explicado todo lo que tiene que ver con su vertiente jugable, aciertos y errores, todo esto queda relegado a un segundo plano debido a lo que os comentábamos al principio de este análisis: su flojísima faceta técnica. Sin tratar de hacer sangre porque no tiene ningún sentido, simplemente basta decir que, en nuestra opinión, se trata del título más mediocre que hemos contemplado hasta la fecha en la consola de Nintendo. Popping increíblemente perceptible y continuo, una tasa de frames inconsistente, fallos en la detección de colisiones de los objetos de los escenarios, problemas con el seguimiento de la cámara, texturas borrosas, tiempos de carga molestos que tienen lugar en mitad de la acción… Lo dicho, podríamos explayarnos de lo lindo en este sentido, pero creemos que con lo que os hemos comentado ya es más que suficiente.
El sonido es harina de otro costal gracias a los buenos efectos incorporados, una ambientación sonora convincente y melodías que no resultan pesadas en ningún momento.
Buenas ideas mal ejecutadas
Es una pena que un título como Fimbul se haya quedado en una obra mediocre. Y buena arte de culpa recae en todo lo relacionado con su aspecto técnico, desde el flojo rendimiento que muestra el juego a todo tipo de fallos y problemas gráficos, inconvenientes tan severos que terminan lastrando la mayor parte de la diversión que debería haber proporcionado esta aventura de acción con toques de sigilo. Esperamos que, por lo menos, los desarrolladores se animen a lanzar parches que corrijan la mayor cantidad de defectos técnicos que posee el juego.
Hemos este análisis en su versión de Nintendo Switch con un código que nos ha proporcionado Meridiem Games.