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Género/s: Action-RPG / Roguelike
PC:
PS5, PS4, Switch, XBOne, XSX:
FICHA TÉCNICA
Desarrollo: Red Hook Studios
Producción: Red Hook Studios
Distribución: Steam
Precio: 23,99 €
Jugadores: 1
Formato: Descarga
Textos: Español
Voces: Inglés
Online: -
ANÁLISIS

Análisis Darkest Dungeon 2, una secuela diferente, pero igual de desafiante (PC, PS5, PS4, Switch, Xbox One, Xbox Series X/S)

Red Hook Studios firma una secuela que se desliga de su predecesor para ofrecernos algo muy diferente, pero con la misma capacidad de siempre para retarnos y llevarnos al límite.
Análisis de versiones PC, PS5, PS4, Switch, Xbox One y Xbox Series X/S.

Cuando un juego tiene éxito, lo habitual suele ser que acabe recibiendo una secuela que mejore, pula y amplíe lo visto en la primera entrega, pero a veces nos encontramos con contadas excepciones en las que esa segunda parte toma un camino diferente para ofrecernos algo completamente distinto. Esto es precisamente lo que ha ocurrido con Darkest Dungeon 2, un título que mantiene la estética de su predecesor, algunas mecánicas, un sistema de combate parecido y esa apuesta por hacérnoslo pasar mal para obligarnos a sobreponernos y darle la vuelta a una situación desesperada, pero cuyo planteamiento y estructura no podría diferir más de la obra original.

Hacia la montaña de la locura

No en vano, estamos hablando de una propuesta tan diferente que difícilmente podríamos encajarla dentro del mismo género, ya que por no haber no hay ni mazmorras. Mientras que Darkest Dungeon nos ofrecía una curiosa mezcla entre simulador de gestión de héroes y exploración de calabozos que se generaban aleatoriamente, esta secuela es un roguelite puro y duro en el que tendremos que intentar llegar al jefe final en cada una de nuestras partidas.

Los caminos no dan mucho margen de maniobra, pero si conseguimos controlar el errático carruaje podremos conseguir pequeñas recompensas al romper los obstáculos que encontremos.

Así pues, tendremos que formar un grupo de cuatro personajes y dirigir un carruaje por un mapa al más puro estilo Slay the Spire, donde siempre encontraremos varios caminos posibles que nos llevarán a participar en diferentes tipos de eventos. Nuestro objetivo no es otro que el de superar varias regiones hasta llegar a una tenebrosa montaña donde nos aguarda el jefe final de la aventura. Si sucumbimos por el camino, perderemos casi todo lo que hayamos conseguido, regresaremos a la casilla de salida y nos tocará intentarlo una vez más desde el principio.

Como suele ser habitual en este tipo de producciones, existe un recurso permanente (velas) que podemos invertir entre partidas para mejorar a nuestros personajes, desbloquear nuevos ítems y clases de héroes, aumentar el límite de espacio de nuestro inventario y otras muchas cosas que, poco a poco, irán haciendo que nuestros intentos se vayan haciendo más asequibles y fáciles, por lo que siempre tendremos cierta sensación de progreso, incluso tras una cruel muerte.

Este cambio de estructura trae consigo algunos contratiempos que le hacen perder parte del encanto del original, empezando por lo larguísimas que se pueden hacer las partidas. Si bien podemos suspender la sesión en cualquier momento para retomarla más tarde, vamos a necesitar una media de entre 2 y 3 horas para llegar hasta el jefe final en cada una de nuestras intentonas, lo que puede resultar especialmente descorazonador cuando nos matan cerca de la montaña.

Al terminar una región llegaremos a una posada donde podremos descansar, reponernos y seleccionar nuestro próximo destino de entre varias opciones.

El propio control del carruaje resulta de lo más engorroso, el hecho de poder mejorar y desbloquear nuevas subclases para nuestros héroes invita menos a la experimentación y a que siempre nos mantengamos fieles a un grupo concreto de personajes y la variedad de eventos no es tan alta como en otros roguelites.

Donde sí que brilla esta secuela es en lo bien diseñada que está para ponernos una y otra vez contra contra las cuerdas, convirtiendo nuestro viaje en una tensísima toma de decisiones constante en la que raro será el momento en el que no nos ocurra una nueva desgracia. Hay muchísimas cosas que gestionar, como la luz de nuestra antorcha (cuanto más brille, más bonificadores tendremos nosotros y penalizadores nuestros enemigos, aunque esto será a la inversa si su resplandor es tenue), el equipo que conseguimos, los puntos de mejora para nuestras habilidades y el estado de nuestras ruedas, del propio carruaje y, por supuesto, de nuestros héroes.

Al igual que en la entrega original, a medida que viajemos hacia la montaña nuestros personajes irán desarrollando diversas peculiaridades, las cuales pueden ser tanto positivas como negativas. Estas pueden afectar de muchas formas distintas a su rendimiento en combate, como que aumente su estrés mental de forma significativa al ver a un tipo de enemigo al que tengan fobia o que aumente su probabilidad de realizar un impacto crítico si se dan ciertas condiciones.

Sin embargo, ahora también forjarán todo tipo de relaciones entre ellos, por lo que es posible que dos de nuestros intrépidos aventureros sientan confianza mutua, recelo u odio, por mencionar tan solo unos pocos ejemplos. Si mantienen una relación de amistad, se defenderán y apoyarán entre ellos, además de potenciarse cuando pongan en práctica habilidades concretas, aunque si se llevan mal ocurrirá justo al contrario, algo con lo que tendremos que contar en todo momento para diseñar nuestras estrategias y que le dan muchísimo sabor a cada uno de nuestros intentos, consiguiendo que cada partida resulte lo suficientemente diferente y que nos impliquemos muchísimo más con nuestro grupo.

Probablemente, el sistema de combate es lo que menos ha cambiado en esta secuela, manteniendo unas batallas por turnos en las que nuestros personajes podrán realizar unas habilidades u otras dependiendo de su posición dentro de la formación, algo que también se aplica a los enemigos. Por supuesto, existen técnicas de usos limitados y otras requieren que esperemos varias rondas para poder reutilizarlas, y cada uno de los 12 héroes que podremos reclutar están completamente diferenciados y cumplen roles muy concretos, por lo que querremos crear un equipo de aventureros equilibrado y con buenas sinergias que sea lo suficientemente versátil como para adaptarse a cualquier obstáculo que se nos presente.

Un detalle que nos ha llamado mucho la atención de esta secuela es que el componente de aleatoriedad de estos enfrentamientos se ha reducido sensiblemente y ahora solo fallaremos ataques si sufrimos algún penalizador que afecte a nuestra precisión o si nuestro enemigo se ha potenciado con algo que le permita esquivar, por lo que los duelos son algo más "justos".

'Darkest Dungeon 2' sigue siendo un juego dificilísimo que os lo va a hacer pasar realmente mal para sobrevivir. Tened especial cuidado con los jefes.

Eso sí, esto no significa que ahora sea más fácil, ya que sigue siendo un juego implacable con el jugador en el que moriremos no pocas veces. Hay muchos tipos de enemigos distintos y todos ellos se guardan mecánicas que nos van a obligar a estrujarnos la cabeza para sobrevivir, a veces nos tocará pelear en el peor momento posible y los jefes pueden llegar a convertirse en un auténtico infierno. Sumadle el hecho de que nuestros guerreros tendrán que poner a prueba su resolución cuando su estrés llegue al máximo (un consejo, tened siempre a alguien capaz de mantener a vuestro grupo con buena salud mental), lo que puede implicar tanto que se curen y fortalezcan como que entren en pánico y su vida se quede bajo mínimos, y entenderéis que esto no va a ser precisamente un camino de rosas.

Y no, no os van a dejar jugar sobre seguro, ya que para llegar al final vamos a tener que tomar muchos riesgos y decidir constantemente cuál creemos que puede ser el mal menor entre las opciones que tengamos disponibles. ¿Vamos por el camino que nos romperá una rueda o por el que esconde a un grupo de enemigos de élite? ¿Nos arriesgamos a pasar por una zona de oscuridad que reduzca la luz de nuestra antorcha a mayor velocidad o intentamos llegar a ese hospital que tanta falta nos hace pero en cuyo camino hay una amenaza no revelada? Estas y muchas más serán las preguntas que nos tengamos que hacer a cada paso que demos. Es más, a partir del segundo acto nos van a obligar a derrotar, al menos, a un jefe de región si queremos alcanzar la montaña, algo que ya os avisamos que es todo un desafío, pues para llegar a ellos deberemos superar varios combates seguidos sin escapar.

Pocos momentos más críticos viviréis como cuando uno de vuestros héroes alcance su nivel máximo de estrés mental. Si tenéis suerte, se mantendrá firme y su resolución se reforzará, lo que podría ayudaros a darle la vuelta una situación desesperada.

Como podréis deducir, calcular la duración de un juego como este en el que nuestros éxitos y fracasos dependen de tantísimos factores es complicado, aunque terminar el último acto es algo que probablemente os llevará una media de entre 60 y 80 horas si no usáis ciertas ayudas que os irán facilitando las cosas a medida que os derroten.

Una ambientación sobrecogedora

Donde sí que ha acertado de pleno Red Hook Studios con Darkest Dungeon 2 es con su apartado gráfico, simplemente sensacional. A diferencia de la primera entrega, esta secuela apuesta por unos cuidados modelados 3D para los personajes, aunque la puesta en escena que tienen los combates consigue que nos transmitan la sensación de estar viendo ilustraciones 2D en movimiento, manteniendo así una coherencia visual muy interesante y atractiva con su predecesor. Eso sí, esta vez los diseños están mucho más estilizados. A esto tenemos que sumarle buenos escenarios y una dirección de arte sensacional que nos traslada de lleno a un oscuro mundo de pesadilla que bebe muchísimo de la literatura de Lovecraft, lo que ayuda a crear una ambientación asfixiante y muy absorbente.

A nivel visual es una auténtica delicia. Su dirección artística no podría estar mejor escogida.

Por su parte, la banda sonora mantiene el intenso y lúgubre estilo de su predecesor con temas de calidad pero a los que les falta un pelín de variedad, los efectos son contundentes y reconocibles y el doblaje inglés, a pesar de solo contar con la voz de un narrador, es espectacular y ayuda muchísimo a que nos sumerjamos en este infierno. Los textos están traducidos al español.

Conclusiones

Darkest Dungeon 2 quizá no sea la secuela que muchos esperaban y estamos seguros que muchos fans del primero van a sentirse decepcionados al encontrarse con un juego tan diferente, pero es una aventura con la que nos lo hemos pasado muy bien y que nos ha vuelto a llevar al límite. Los combates son divertidísimos, la nueva dinámica de relaciones que se van forjando entre nuestros héroes le da muchísima vidilla a las partidas y la capacidad que tiene para ponernos contra las cuerdas y hacernos sobrevivir a lo imposible nos ha tenido totalmente absortos durante las decenas de horas que hemos pasado viajando hacia la aterradora montaña que siempre se alza en el horizonte.

No vamos a negar que, con la transición hacia el terreno de los roguelite puros, ha perdido parte de esa identidad tan marcada que tenía su propuesta original, que las partidas se nos han hecho demasiado largas, que hemos echado en falta una mayor variedad de eventos y que invita menos a la experimentación con nuestros grupos de héroes, pero, al final, creemos que lo positivo se impone holgadamente a lo negativo.

Hemos realizado este análisis gracias a un código que nos ha facilitado Red Hook Studios.

Redactor

NOTA

8

Puntos positivos

Los combates siguen siendo divertidísimos y muy absorbentes.
La nueva dinámica de relaciones entre nuestros héroes.
La cantidad de duras decisiones y riesgos que nos obliga a tomar. Su apartado gráfico.

Puntos negativos

La duración de cada uno de nuestros intentos puede resultar excesiva.
Se echa en falta una mayor variedad de eventos.
Invita menos a la experimentación.

En resumen

Una secuela muy diferente que no gustará necesariamente a todos los fans del Darkest Dungeon original, pero que sabe ofrecer un desafiante y absorbente roguelite capaz de llevarnos al límite.