Las películas de Thor siempre han funcionado de forma diferente al resto de entregas del Universo Cinematográfico de Marvel. El tono de cada una de ellas no casa en demasía con lo presentado en otros proyectos. Puede que las dos primeras se puedan equiparar conjugar mejor con Capitán América: El primer vengador y la Iron Man de Jon Favreau, mientras que Thor: Ragnarok y Thor: Love and Thunder vayan de la mano con los Guardianes de la Galaxia de James Gunn. Pero cuando se repasan cada una de las películas, sean mejores o peores, se puede notar cierto pulso autoral en cada cinta, y eso es algo que no sucede en todos los productos de superhéroes que se publican a día de hoy en cartelera o en plataformas.
Esa autoría se nota más con la incursión de Taika Waititi con el personaje del Dios del Trueno. Thor: Ragnarok fue el salto que necesitaba el hijo de Odín para un lavabo de cara que se pedía a gritos desde el patio de butacas, porque el tono que se le pretendía dar a ese asgardiano no cohesionaba con el resto de Vengadores y mucho menos cuando este deambulaba en solitario para contar sus propias historias. Thor: Love and Thunder ha sido la reafirmación de que Chris Hemsworth debe moverse en clave de comedia en el UCM para poder ofrecer un espectáculo que, por lo menos, resulte entretenido. La cuarta película de Thor, no obstante, no ha resultado ser igual de poderosa que los brazos de su protagonista, porque entre chiste y chiste se ha dejado un poco de lado lo más importante: el guion.
El libreto sigue siendo uno de los elementos más descuidados en esta fase
Ya pasó con Doctor Strange en el Multiverso de la Locura en cierto modo. Si lo recordáis, en nuestra crítica os comentábamos lo siguiente: "La Casa de las Ideas opta, en este caso, por estar lanzando secuencias de acción constantes y saltos de universo sin ton ni son, reduciendo el libreto a realmente unas pocas páginas salvables para que el pan y circo sea lo que verdaderamente destaca". Y eso es justamente lo que se repite en este largometraje, que las páginas del libreto están ahí solo para conducir una historia menor que carece realmente de pulso emocional. La línea actual de Marvel se basa simplemente en la espectacularidad y eso, a fin de cuentas, no es malo teniendo en cuenta que estamos frente a entretenimiento puro y duro, pero a veces puede llegar a rascar un poco y a sacarnos de sus historias.
Thor: Love and Thunder lleva a otro nivel el humor representado en Thor: Ragnarok y hasta sobrepasa un poco los límites de Guardianes de la Galaxia en lo que respecta a no tomarse en serio. Taika Waititi ha tenido plena libertad creativa con este proyecto, más incluso que en su debut con el personaje, y se nota en cada una de las líneas de diálogo. Rara es la vez en la que se consiguen concatenar varias frases de alguno de los personajes que no haga referencia a un chiste, una broma o intente que el espectador saque una sonrisilla. La comedia es lo que salvó a Thor, claramente, pero en dosis tan altas queda un poco de pastiche y empalaga un poco, como todo lo que es en exceso. No toméis esto como que no hay escenas en las que reiréis seguro, porque hay unas cuantas (todo el metraje de Russell Crowe como Zeus es una pieza audiovisual para guardar bajo llave).
El trabajo de todos los actores y actrices es descomunal y es difícil quedarse con uno
Y entrando en el ámbito de las interpretaciones, aquí sí podemos asegurar con firmeza que todo el reparto principal de Thor: Love and Thunder está espectacular. Chris Hemsworth vuelve a bordarlo como el Dios del Trueno y se siente que de verdad disfruta con el personaje. Se lo pasa en grande, y nosotros también viéndole. Tessa Thompson cobra aquí un mayor protagonismo como Valkiria, igual que el Korg de Taika Waititi. No obstante, el plato fuerte de la película son Natalie Portman y Christian Bale. Volver a ver a la actriz en un largometraje de Marvel es maravilloso, no cabe duda, y encaja de fábula con Mighty Thor rompiendo con el carácter propio del personaje de Jane Foster que vimos en anteriores obras para unirse a la fiesta de comedia que encabeza Hemsworth. Empero, su personaje queda un tanto desaprovechado. El regreso de Portman es de lo más espectacular de la película, de lejos, y se espera que el peso de su personaje sea prácticamente mayor que el del Thor de Hemsworth, pero no se siente así por desgracia y es una oportunidad perdida para Marvel. Por lo menos por ahora.
Christian Bale interpreta a ese Carnicero de Dioses que ha tenido que modificar el aspecto original de los cómics para no parecerse al Voldemort de Harry Potter, y demuestra que a actor camaleón no le gana nadie. Bale forma parte de un grupo de élite de actores de Hollywood capaz de cohesionarse perfectamente con el personaje que toque. Le hemos visto como justiciero y como millonario en la trilogía de Batman de Nolan. Como asesino psicópata en American Psycho. Como hombre atormentado física y mentalmente en El maquinista. Hasta ha dado vida a figuras icónicas dentro de la cultura popular como John Connor. Y aquí logra representar la demencia de un ser cansado de que los dioses no ayuden a quienes lo necesitan. El trabajo gestual de Bale es exquisito y se come la pantalla en cada una de las ocasiones en las que puede cruzar palabra con Hemsworth, Portman o quien toque. La presencia de los Guardianes de la Galaxia, por su parte, es más bien anecdótica y su presencia casi se reduce a una pequeña introducción a la tercera entrega de su trilogía, que llegará allá en 2023.
¿Qué está pasando con las últimas películas de Marvel Studios?
Una lástima que a nivel narrativo Thor: Love and Thunder no llegue a despegar en ningún aspecto y se entienda el film como una película de acción y aventuras que, si nos apuráis, hasta puede funcionar de forma independiente al resto del Universo Cinematográfico de Marvel. Eso tampoco llega a ser negativo del todo porque se puede leer la película como si fuera un cómic. Kevin Feige y su equipo están depurando la fórmula hasta los topes para que los proyectos cinematográficos nuevos, a excepción de algunos como Eternals (la rara avis de esta fase 4), se sienta como cómics puros. Saltos de actos muy dinámicos, sin demasiadas subtramas ni tampoco elementos que frenen el avance dinamitado de la historia. Pocas escenas de diálogo profundo, mucha acción, espectacularidad por un tubo y pequeñas aventuras que hacen que los personajes evolucionen poco a poco. Y eso no es negativo, pero se nota que le falta algo a las cintas.
Ese es en parte el pequeño drama con el que está cargando Marvel Studios en sus películas, que no parece que haya un objetivo final general. Las historias de los personajes veteranos de la Casa de las Ideas no se sienten conectadas como antaño, donde había un villano global o una amenaza que se iba acercando poco a poco. La actual fase, aun teniendo sus series de televisión, se caracteriza por ese flujo seriado de historias, como decíamos en el caso de Thor 4, casi independientes que responden a la definición de montaña rusa. Ahí es donde puede que se esté perdiendo algo de fuerza y por ese motivo las historias se sientan tan pobres, pero siguen siendo un éxito como divertimento, que no es poco.
Thor: Love and Thunder es un show de truenos y relámpagos que cuenta con la presencia de actores de altísimo nivel que hacen que esta aventura sea más llevadera. Waititi ha tenido serios problemas con el montaje en esta ocasión para que la película pueda contarse en menos de dos horas, y eso provoca que haya fragmentos que salten un poco a la vista y no terminen de tener una buena continuidad. Pero, yendo al grano y ya rematando, Thor: Love and Thunder es para aquellos que quedaron satisfechos con Thor: Ragnarok y quieran ver al Dios del Trueno en su forma más cómica y salvaje.