Almería ha entrado oficialmente en una situación crítica de sequía tras registrar niveles de agua embalsada por debajo del 11%. Según los últimos datos recogidos por la plataforma embalses.net, los pantanos de la provincia se encuentran al 10,27% de su capacidad, lo que la convierte en la región más seca de España en estos momentos.
Pese a haber mejorado levemente respecto al mismo periodo del año pasado —cuando marcaba un 8,04%—, la situación actual se sitúa incluso por debajo de la media histórica de la zona, que ronda el 11,34%. La gravedad del momento contrasta con la abundancia de lluvias que ha caracterizado el mes de marzo en el conjunto del país. Sin embargo, el sudeste peninsular —y especialmente Almería, junto a provincias como Albacete, Alicante, Granada y Murcia— apenas ha logrado retener el agua caída.
Este desequilibrio tiene una explicación meteorológica y geográfica clara: la orografía del sureste español bloquea el paso de los frentes húmedos atlánticos, dejando la región en una especie de sombra pluviométrica permanente.
Sin lluvias ni reservas suficientes
Mientras el embalse de Picadas en Madrid debe desembalsar más de 200 metros cúbicos por segundo para evitar desbordamientos, en la costa almeriense la situación es inversa. La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) ha adelantado que no se esperan lluvias significativas en los próximos días, mientras las temperaturas seguirán aumentando.
Se prevén máximas de hasta 23 ºC en localidades como El Ejido, lo que no hace sino agravar el estrés hídrico y evaporar aún más las escasas reservas. Desde el Colegio de Geógrafos explican que Almería recibe más de 3.000 horas de sol al año, una cifra propia de climas áridos. En este contexto, la gestión del agua se convierte no solo en una cuestión ambiental, sino también en un reto económico y social.
La agricultura de regadío, el turismo y el abastecimiento urbano ya están bajo presión en algunas comarcas, donde se empiezan a plantear restricciones al consumo. El panorama, lejos de mejorar, apunta a una cronificación de la sequía en la región. Si no se adoptan medidas estructurales, como inversiones en desaladoras, mejoras en la eficiencia del riego o una transición hídrica del modelo agrícola, Almería podría convertirse en el epicentro de una crisis hídrica permanente.
