La recta final de Stranger Things llega rodeada de ruido: varios medios anglosajones informan de que Millie Bobby Brown habría presentado una queja por “acoso y bullying” contra David Harbour antes del rodaje de la temporada 5.
People, Vanity Fair y otros medios como EL ESPAÑOL replican que la denuncia interna —de la que no hay documento público— habría generado una investigación de meses y “páginas y páginas” de alegaciones, citando fuentes anónimas y una primicia del Daily Mail; no hay acusaciones de índole sexual, según esas mismas piezas. Netflix y las partes no han hecho declaraciones on the record a la prensa en el momento de escribir estas líneas.
¿Qué puede cambiar de cara al estreno? En términos de agenda, nada por ahora: Netflix mantiene el plan de lanzar la temporada en tres tandas —26 de noviembre (4 episodios), 25 de diciembre (3) y 31 de diciembre (final)— con tráiler y comunicación oficial aún activos. La compañía ha vendido esta entrega como el mayor despliegue de la serie y con ventana escalonada para maximizar conversación. En ausencia de medidas disciplinarias públicas, la controversia convive con la campaña, no la sustituye.
Calendario intacto, ruido de fondo
En el plano laboral, lo reportado encaja con el protocolo interno típico en rodajes de gran estudio: si una estrella presenta una queja, se activa una investigación confidencial (legal/HR), se ajustan condiciones de set (p. ej., acompañamiento personal, coordinadores de intimidad/seguridad) y se establecen líneas de separación entre intérpretes cuando es posible. Nada de eso implica, por sí solo, admisión de culpa ni altera contratos, salvo que el resultado derive en incumplimientos graves (lo que no se ha comunicado). De hecho, los medios subrayan que el rodaje y la postproducción siguieron su curso.
El impacto real, de producirse, se notaría en tres frentes: promoción, alfombras rojas y moderación del discurso del reparto. Con un fandom de altísimo voltaje, Netflix suele blindar junkets, limitar preguntas off-topic y segmentar entrevistas para evitar cruces incómodos; si la polémica escala, veríamos más piezas pregrabadas y menos entrevistas conjuntas entre Brown y Harbour. La prensa de entretenimiento ya está mapeando la cronología de su relación profesional para alimentar el interés —y el algoritmo— cuando la prioridad de Netflix es mantener el foco en Vecna 2.0 y el “cierre cinematográfico” que prometieron los Duffer.
Gestión de crisis y ventana promocional
Narrativamente, los riesgos son menores porque la temporada 5 estaba escrita y rodada antes del estallido mediático: el arco Hopper-Eleven se concibió como columna emocional del desenlace y, con el montaje cerrado, no hay margen razonable para reescrituras o re-shoots de entidad sin reventar fechas. Si surgiera un boicot en redes —plausible pero incierto—, el efecto probable sería diluir el “sentimiento evento”, no tumbar la audiencia: Netflix ha blindado el final en Nochevieja, con réplica en cines limitados en Norteamérica, un recurso diseñado para convertir la conversación en ritual de despedida pese a la controversia.
