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Más de 11.500 euros por limpiar tu sangre de microplásticos: la nueva obsesión sanitaria en España

La ciencia advierte del impacto silencioso de los microplásticos y los disruptores endocrinos, mientras Europa se prepara para una revolución verde en el envasado antes de 2026.

Durante más de medio siglo, el plástico fue sinónimo de modernidad: almacenaba, protegía y aligeraba la vida cotidiana. Pero hoy, ese milagro industrial se ha convertido en un enemigo invisible. Los microplásticos y los llamados disruptores endocrinos -sustancias químicas que interfieren con el sistema hormonal humano- se han infiltrado en nuestra alimentación, en el agua e incluso en la sangre. Y la ciencia empieza a dimensionar su impacto.

El 70% de los plásticos alimentarios contiene bisfenoles o ftalatos, según estudios científicos

Los disruptores endocrinos están por todas partes. Se encuentran en envases, botellas, táperes y cápsulas de café sometidas al calor. Cuando el plástico se calienta, libera compuestos como los bisfenoles y ftalatos, capaces de imitar o bloquear las hormonas naturales del cuerpo. Los estudios advierten de que pueden provocar infertilidad, pubertad precoz, alteraciones neurológicas y hasta cáncer. El riesgo se multiplica cuando varios de estos compuestos se combinan, generando el temido "efecto cóctel".

El problema no termina ahí. Los micro y nanoplásticos -fragmentos aún más diminutos que ya se han detectado en el aire, el agua y la placenta humana- representan un desafío sanitario y ambiental sin precedentes. Algunas startups prometen "limpiar" la sangre de estas partículas por 11.500 euros, capitalizando el miedo a un enemigo que no se ve pero que ya nos acompaña a diario.

Se trata de un tratamiento reservado a unos pocos en pleno Londres y que pronto dará el salto a otros países

No, no es broma: se trata de un tratamiento reservado a unos pocos en pleno Londres y que, dentro de poco, dará el salto a otros países debido a la alta demanda. En la célebre Harley Street, arteria asociada a clínicas exclusivas y pacientes con bolsillos generosos, entre una decena y quince personas por semana toman asiento en un mullido sillón para someterse al procedimiento que ofrece Clarify Clinics. La intervención, de unas dos horas de duración, recuerda en su mecánica a una sesión de diálisis. Se trata de una cifra que solo figuras de primer nivel, como el actor Orlando Bloom, pueden asumir sin pestañear.

Ante esta crisis, la industria busca salidas. Europa ha activado el Reglamento (UE) 2025/40, que obligará a que todos los envases sean reciclables o reutilizables antes de agosto de 2026. España y otros países ya trabajan para eliminar sustancias tóxicas y metales pesados de sus procesos de producción.

La esperanza llega con los bioplásticos: materiales fabricados a partir de almidón, ácido poliláctico o algas que son biodegradables y no liberan químicos dañinos. También surgen innovaciones como envases comestibles o recubrimientos ecológicos que permiten cerrar el ciclo del residuo. El futuro pasa por rediseñar la forma en que empaquetamos el mundo antes de que el mundo nos pase factura.