Jeff Bezos, fundador de Amazon, volvió a defender una idea que ha repetido durante décadas: la invención esencialmente humana, incluso en un contexto donde la inteligencia artificial avanza hacia la automatización de procesos en todos los sectores.
Durante su intervención en la Italian Tech Week 2025, celebrada en Turín, recordó un episodio de su infancia en el rancho de su abuelo en Texas: juntos repararon un bulldozer inutilizado, construyendo incluso su propia grúa para desmontar la transmisión. Para él, aquella experiencia sintetiza una filosofía que ha guiado toda su carrera empresarial: con ingenio y capacidad de improvisación es posible resolver problemas que no aparecen en manuales ni algoritmos.
Lo interesante es que esta defensa del ingenio humano se formula en un momento en el que Amazon está acelerando sus planes de automatización a gran escala. Documentos internos filtrados en los últimos meses apuntan a una expansión del uso de robots autónomos y sistemas automáticos de clasificación y empaquetado en centros logísticos de Estados Unidos y Europa. La compañía insiste en que se trata de iniciativas orientadas a "mejorar la seguridad y reducir tareas repetitivas", pero el debate social se centra en si estas medidas podrían traducirse en la reducción sistemática de empleos en almacenes, transporte y reparto. Bezos, sin embargo, desvía ese foco hacia otra escalada: la de los perfiles que la compañía quiere retener y multiplicar.
El "inventor" como actitud
Cuando Bezos habla de "inventores" no se refiere necesariamente a personas que registran patentes o diseñan nuevos dispositivos, sino a trabajadores que son capaces de proponer mejoras, cuestionar procedimientos establecidos y transformar procesos ineficientes. En distintas entrevistas, ha explicado que durante las entrevistas de selección suele pedir a los candidatos que describan algo que hayan inventado, aunque se trate de una solución doméstica o un procedimiento de trabajo propio. Lo que busca, afirma, es la capacidad de observar un problema y producir una solución sin instrucciones previas. Para él, la invención no es una destreza técnica sino una actitud frente a la incertidumbre.
Sin embargo, esta afirmación choca frontalmente con el desarrollo reciente de la IA. Laboratorios como Google DeepMind han presentado sistemas capaces de descubrir algoritmos más eficientes que los diseñados por matemáticos humanos, como demostró AlphaDev en 2023 al encontrar nuevas formas de ordenar datos que terminaron incorporándose en librerías estándar de programación. Además, técnicas como las empleadas en FunSearch han permitido a la IA proponer soluciones inéditas a problemas combinatorios. Estos casos no suponen creatividad en un sentido humano, pero sí indican que la frontera entre optimización y creación algorítmica se está desplazando rápidamente.
Preguntar distinto, no solo responder mejor
En este contexto, la visión de Bezos adquiere matices. Su afirmación no niega que la IA pueda generar soluciones novedosas, sino que subraya algo distinto: la invención que impulsa transformaciones industriales de largo alcance requiere formular preguntas nuevas, no solo resolver las ya conocidas. La máquina puede explorar millones de posibilidades, pero no decide qué vale la pena explorar ni por qué debería hacerlo. Esta capacidad para definir prioridades, imaginar futuros posibles o asumir riesgos estratégicos sigue recayendo en decisiones humanas, especialmente en grandes estructuras organizativas.
Andy Jassy, actual director ejecutivo de Amazon, sostiene una idea complementaria: en la era de la automatización lo determinante no será lo que alguien sabe hacer, sino lo rápido que pueda aprender algo nuevo. De ahí que en la compañía se insista en la cultura de la experimentación continua. Mientras las máquinas ocupan el espacio de la repetición y la eficiencia, Bezos apunta a otro tipo de trabajador: aquel capaz de imaginar lo que aún no existe y, con suerte, construirlo.