Desde que el cometa interestelar 3I/ATLAS irrumpió en escena, el debate científico se ha llenado de teorías, titulares fáciles y declaraciones provocadoras. Entre ellas, la del astrofísico Avi Loeb, que sostiene que el objeto podría ser -en mayor o menor grado- algún tipo de tecnología alienígena. Una hipótesis que, como era de esperar, ha encendido la conversación pública. Y también las críticas.
Jason Wright, astrónomo: "Que sea extraño no significa que 3I/ATLAS sea tecnología extraterrestre"
Jason Wright, profesor de astronomía y astrofísica en la Universidad Estatal de Pensilvania, ha decidido intervenir para poner orden en el ruido. En una entrada extensa en su blog, el investigador desmonta con paciencia quirúrgica las afirmaciones de Loeb y se distancia de lo que considera un espectáculo mediático más que un análisis riguroso. Según Wright, Loeb insiste en vincular 3I/ATLAS con hipotéticas naves extraterrestres porque "le garantiza una presencia continua en televisión y una montaña de cartas de admiradores".
Loeb defendía inicialmente que solo podría considerarse un cometa cuando aparecieran una coma y una cola. Cuando ambas se hicieron visibles, cambió el discurso y afirmó que una nave alienígena también podría poseer esas características. Para Wright, este giro constante es un patrón: "No importa cuánto se parezca a un pato, grazne como un pato y nade como un pato… Loeb siempre encontrará una forma de sostener que hay, al menos, un 20% de posibilidades de que sea una nave espacial".
A partir de ahí, Wright dedica su análisis a lo esencial: la naturaleza del propio 3I/ATLAS. Explica que la coma y la cola muestran los gases típicos que se desprenden de un cometa cuando se calienta. Su aumento de brillo, su evolución y su dinámica general encajan exactamente en lo que la astronomía espera de un visitante helado de otro sistema. "Si Avi no hubiera insinuado que era una nave extraterrestre, nadie estaría hablando de él más allá de como un cometa más", señala Wright.
Loeb acusa a la comunidad científica de cerrar la puerta a cualquier posibilidad no convencional, pero Wright sostiene lo contrario: "Los científicos planetarios son extremadamente abiertos de mente". Si rechazan la hipótesis de Loeb, argumenta, es porque los datos no la apoyan en absoluto. Para cada comportamiento "anómalo" que Loeb atribuye a 3I/ATLAS, hay "al menos una docena" que cuadran perfectamente con el perfil estándar de un cometa.
El astrónomo remata su explicación con una comparación ya clásica en la disciplina: los cometas son como gatos. Tienen cola, hacen lo que quieren y rara vez dos se comportan igual. Lo verdaderamente extraño, dice Wright, sería encontrar un cometa que no presentara irregularidades. Y en este caso, además, hablamos de un objeto nacido en otro sistema solar: que sea peculiar es lo normal.
"La pregunta no es si 3I/ATLAS es anómalo -eso es evidente-", concluye Wright. "La cuestión es si es tan extraordinario como para dejar de ser un cometa y convertirse en algo distinto. Y la respuesta es clara: no lo es".