El gobierno de Estados Unidos bloqueó a principios de noviembre la venta del chip B30A de Nvidia a territorio chino, cerrando la última puerta que le quedaba a Pekín para acceder a tecnología avanzada de chips para inteligencia artificial. Nvidia había desarrollado específicamente este chip como versión reducida de sus modelos más potentes para cumplir con las restricciones de exportación impuestas por Washington. La medida responde a la estrategia del gobierno americano de frenar los avances tecnológicos chinos limitando su acceso a semiconductores de última generación.
Jensen Huang, jefe de Nvidia, había apostado por el B30A como solución intermedia tras meses de negociaciones con autoridades estadounidenses. El chip ofrecía menos capacidad de procesamiento que los modelos estándar H100 o A100, pero mantenía suficiente potencia para entrenar modelos básicos de inteligencia artificial. La prohibición llega después de que Washington detectara que las empresas chinas usaban estos chips reducidos para construir capacidades más avanzadas de lo permitido.
El contexto competitivo amplifica el impacto de esta decisión. China ya había advertido que desarrollaría su propia industria de semiconductores si Estados Unidos endurecía las restricciones. Microsoft alertó recientemente sobre cómo países como China y Rusia duplicaron sus ciberataques usando IA, lo que justifica según Washington un mayor control de exportaciones. El mercado de semiconductores mueve más de 550.000 millones de dólares anuales, con China consumiendo casi el 40% de la producción global.
China acelera su plan de semiconductores propios y amenaza con romper la dependencia tecnológica de Estados Unidos antes de 2030
Empresas chinas como SMIC y Huawei aceleraron sus programas de fabricación de chips tras las primeras restricciones americanas en 2022. Pekín destinó más de 150.000 millones de dólares entre 2024 y 2025 para ayudar a su industria doméstica de semiconductores. Diversos analistas han dicho que China podría alcanzar una capacidad de producción independiente de chips avanzados para 2028 o 2029, reduciendo drásticamente su dependencia de fabricantes occidentales como Nvidia, AMD o Intel.
El veto del B30A marca un punto crítico en la estrategia de contención tecnológica. Nvidia esperaba generar más de 12.000 millones de dólares en ventas al mercado chino durante 2026 con este chip reducido. La prohibición golpea los ingresos de la compañía americana pero también acelera la carrera china por lograr autosuficiencia tecnológica. Washington apuesta por frenar a Pekín a corto plazo aunque eso signifique perder miles de millones en exportaciones, sabiendo que una China tecnológicamente independiente representaría un desafío aún mayor en la próxima década.