La proteína vegetal no solo ha ganado protagonismo en los lineales del supermercado, sino también en la evidencia científica. Un metaanálisis publicado en Science Advances, que integra datos de más de 3,2 millones de personas en todo el mundo, ha concluido que la Planetary Health Diet (PHD) —una dieta basada principalmente en plantas, diseñada para equilibrar la salud humana y la sostenibilidad ambiental— se asocia a una reducción significativa de la mortalidad y de la huella climática de la alimentación.
La investigación combinó dos grandes cohortes: la NHANES en Estados Unidos (42.947 adultos) y la UK Biobank en Reino Unido (125.372 personas), además de 37 estudios independientes. Los resultados fueron consistentes: quienes seguían con mayor fidelidad la PHD tenían un 23 % menos de riesgo de muerte en EE. UU. y un 16 % en Reino Unido, con reducciones adicionales en muertes por cáncer y enfermedades respiratorias.
Metaanálisis y cohortes principales
El análisis global refuerza la conclusión: la dieta planetaria se asoció a un 21 % menos de mortalidad por cualquier causa, incluyendo dolencias cardiovasculares, diabetes tipo 2 y cánceres de colon y pulmón. Al mismo tiempo, los investigadores midieron las emisiones de gases de efecto invernadero vinculadas a los patrones alimentarios y hallaron una correlación directa: cuanto más se alejaba la dieta de la PHD, mayor era su huella climática. Los principales culpables: la carne roja y los lácteos.
La dieta propuesta en 2019 por la Comisión EAT-Lancet no aboga por un vegetarianismo estricto, sino por un equilibrio flexible, donde las proteínas vegetales, cereales integrales, legumbres y frutos secos tienen un peso central, mientras que la carne y los productos animales pasan a un papel secundario. El objetivo es doble: alargar la vida humana y, a la vez, garantizar que el planeta pueda sostener el sistema alimentario en el largo plazo.
Impacto en salud y clima
Otros estudios recientes han apuntado en la misma dirección. Investigaciones en The American Journal of Clinical Nutrition han mostrado que dietas ricas en proteína vegetal favorecen un envejecimiento más saludable, mientras que el American Gut Project evidenció que la diversidad alimentaria —hasta 30 tipos de plantas por semana— se traduce en un microbioma intestinal más robusto. En España, datos de la cohorte ENRICA (11.488 personas seguidas durante más de 14 años) confirmaron que tanto la PHD como la dieta mediterránea tradicional ofrecen beneficios similares en longevidad y sostenibilidad.
Pese a sus matices —la proteína animal sigue aportando aminoácidos esenciales de alta biodisponibilidad y los ultraprocesados vegetales no pueden equipararse a alimentos frescos—, el mensaje es claro: apostar por más proteína vegetal y menos carne y lácteos mejora la salud y reduce las emisiones de CO₂.















