El Parque Natural de Somiedo, en Asturias, es uno de esos rincones que suelen aparecer en folletos de turismo como ejemplo de naturaleza intacta: bosques de hayedos, lagos de origen glaciar y la presencia esquiva del oso pardo cantábrico.
Declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO, es también un espacio con estrictas limitaciones para proteger su flora y fauna. Por eso ha sorprendido —y, en algunos casos, indignado— la llegada de un rodaje de gran envergadura: la nueva entrega de Los Juegos del Hambre, subtitulada Amanecer en la cosecha. Con un equipo de 300 personas, decenas de vehículos y hasta helicópteros, la producción ha convertido temporalmente parte del concejo en un plató internacional, alterando el día a día de vecinos y visitantes, según recoge El País.
Un escenario de cine ha despertado quejas entre grupos ecologistas
España lleva décadas ofreciendo sus paisajes como telón de fondo para superproducciones: de 55 días en Pekín en Las Rozas a las recientes Los Cuatro Fantásticos en Oviedo. Sin embargo, la elección de Somiedo añade un matiz incómodo: no es un entorno urbano o un espacio ya transformado por el hombre, sino un hábitat protegido donde sobrevuelan helicópteros en zonas donde esta actividad está prohibida salvo excepciones muy concretas. La ruta a Lago del Valle, uno de los recorridos más emblemáticos del parque, ha sido cerrada parcialmente durante el rodaje, lo que ha generado malestar entre senderistas y empresas de turismo activo que dependen de la temporada estival.
Beneficios económicos frente a riesgo ambiental
En el pueblo, las reacciones han sido dispares. Muchos vecinos han preferido acoger al equipo con cordialidad, conscientes de que la presencia de una superproducción deja ingresos inmediatos en alojamientos, restaurantes y comercios. Otros, sin embargo, ven el episodio como un ejemplo de cortoplacismo: sacrificar la tranquilidad y la integridad ecológica de un paraíso natural por un beneficio puntual. Este debate no es nuevo en regiones que viven del turismo, pero adquiere una dimensión especial cuando el recurso explotado es precisamente la pureza del entorno que se pretende preservar.
The Hunger Games: Sunrise on the Reaping – now in production. pic.twitter.com/znYYiwQek2
— The Hunger Games (@TheHungerGames) August 6, 2025
Las alertas de ecologistas
Mientras el rodaje avanza, las asociaciones ecologistas y grupos animalistas se han convertido en las voces más críticas. Denuncian que las grabaciones nocturnas generan contaminación lumínica y sonora en un momento clave para la fauna local: la época de cría. Osos, urogallos y ciervos —especies especialmente sensibles al estrés y a la alteración de su hábitat— podrían verse afectados por la presencia masiva de personas, ruidos y focos de gran potencia. También advierten sobre el impacto en la vegetación y en las aguas de alta montaña, recordando que este tipo de daños, aunque a veces invisibles a corto plazo, pueden ser irreversibles.
El propio atractivo cinematográfico de Somiedo entraña un riesgo añadido: que la película impulse un aumento del turismo descontrolado en busca de localizaciones de Los Juegos del Hambre. Este fenómeno, conocido como “turismo de pantalla”, ya ha transformado de forma problemática enclaves como Dubrovnik tras Juego de Tronos o Skellig Michael después de aparecer en Star Wars. Para un ecosistema frágil, la llegada masiva de visitantes guiados por la curiosidad cinematográfica puede traducirse en erosión de senderos, incremento de residuos y presión sobre los recursos hídricos.
