Cuando se menciona el nombre de Amancio Ortega, el imaginario colectivo se dirige casi de forma automática a Zara e Inditex. Sin embargo, el verdadero músculo financiero del empresario gallego está en la inmobiliaria Pontegadea, que ingresó en 2024 la asombrosa cifra de 977 millones de dólares, buena parte procedente de un inquilino tan poderoso como Amazon.
La estrategia de Ortega es sencilla de explicar y compleja de replicar. Pontegadea no compra para especular a corto plazo, sino para consolidar propiedades icónicas y alquilarlas a compañías de solvencia probada. Así, desde la sede central de Amazon en Seattle hasta el centro logístico de Baldonnell Business Park en Dublín o el de Venlo en Países Bajos, muchas de las operaciones neurálgicas del gigante del comercio electrónico se desarrollan en inmuebles de Ortega.
Casero de gigantes globales
A diferencia de otros multimillonarios que diversifican su fortuna en start-ups tecnológicas o fondos de capital riesgo, Ortega ha optado por un negocio de ladrillo y estabilidad. La lógica es clara: apostar por inquilinos como Amazon, Primark o la propia Inditex, que aporta a Pontegadea alrededor de 46 millones de euros en concepto de alquileres.
Un imperio repartido por 13 países
Según datos de la Cadena SER, el empresario controla cerca de 120 propiedades repartidas por 13 países, con un valor estimado en 20.000 millones de euros. Una red que incluye oficinas prime en Londres, Nueva York o Toronto, y centros logísticos estratégicos en Europa y Estados Unidos. Ingresos constantes, diversificación geográfica y prestigio consolidan el círculo virtuoso de Pontegadea.
Lo llamativo es que Ortega, quien construyó su fortuna gracias a la moda rápida, haya terminado siendo uno de los caseros más influyentes del planeta. El símbolo del capitalismo textil español se ha transformado en un referente del mercado inmobiliario global. Su fortuna ya no depende solo de Zara, sino de las rentas de gigantes corporativos que necesitan espacios en ubicaciones estratégicas.
