Con la llegada del verano y las olas de calor cada vez más intensas en España —como la reciente que ha elevado los termómetros por encima de los 40 ºC en varias regiones—, el uso del aire acondicionado se ha convertido en un salvavidas para millones de hogares.
Sin embargo, también representa un aumento notable en el consumo eléctrico, lo que se traduce en facturas abultadas a final de mes. En este contexto, conocer y usar correctamente las funciones del aparato puede marcar una diferencia significativa… y muchos aún ignoran una de las más útiles: el modo Dry.
El modo Dry actúa reduciendo la humedad del ambiente
Este modo, identificado habitualmente en los mandos de los equipos con un icono en forma de gota de agua, no está pensado para enfriar rápidamente una estancia, como lo hace el modo Cool. En cambio, el Dry actúa reduciendo la humedad del ambiente, lo que tiene un efecto directo sobre la sensación térmica percibida. Y es que cuando el aire está saturado de humedad, como ocurre frecuentemente en zonas costeras, la sensación de calor se intensifica porque el cuerpo humano no puede disipar bien el sudor. El modo Dry elimina esa humedad, haciendo que nos sintamos más frescos incluso si la temperatura apenas baja.
Este mecanismo tiene otra ventaja relevante: consume mucha menos energía. Al no requerir la misma potencia para enfriar agresivamente el aire, el compresor del aparato funciona a menor rendimiento, lo que implica menos gasto eléctrico. Según estimaciones de expertos en climatización, el uso del modo Dry frente al modo Cool puede suponer un ahorro de entre el 20 % y el 40 % en consumo energético en determinadas condiciones, especialmente en climas húmedos.
Además del ahorro económico, este modo contribuye a mejorar la calidad del aire en interiores. La deshumidificación ayuda a evitar la proliferación de moho, bacterias y malos olores, y mejora el confort respiratorio en personas con alergias o asma. No obstante, no es recomendable en zonas del interior peninsular con clima seco, donde usarlo podría empeorar la sequedad ambiental y generar molestias como irritación de garganta o piel.















