Mykhailo Viktorovych Polyakov, un joven youtuber estadounidense de 24 años, ha sido detenido tras protagonizar un intento de acercamiento a uno de los lugares más remotos y protegidos del planeta: la isla Sentinel del Norte.
Armado únicamente con una lata de Coca-Cola light, un coco y una cámara GoPro, el creador de contenido intentó captar la atención de los sentineleses, una comunidad indígena completamente aislada del mundo exterior y protegida por el gobierno indio. El acto, más allá de la imprudencia, ha sido considerado una violación grave de las leyes que salvaguardan a esta tribu.
Una tribu que rechaza el contacto
La isla Sentinel, ubicada en el archipiélago de las Andamán, en el golfo de Bengala, es hogar de uno de los últimos grupos humanos no contactados. Las autoridades indias mantienen un perímetro de exclusión de cinco kilómetros alrededor del islote para evitar el riesgo de transmisión de enfermedades. Dado que los sentineleses no tienen inmunidad frente a virus comunes, cualquier acercamiento representa una amenaza directa para su supervivencia. En este contexto, la acción de Polyakov ha desatado una ola de críticas por parte de organizaciones como Survival International, que califican el gesto de “irresponsable e idiota”.
Según ha informado la Policía de las islas Andamán, Polyakov se acercó a la costa de Sentinel en una embarcación privada y descendió brevemente en la playa, donde depositó los dos objetos como supuesto gesto de intercambio. Luego, tocó un silbato para llamar la atención de los habitantes y regresó rápidamente al barco. Las fuerzas de seguridad intervinieron poco después y requisaron la GoPro con la que el joven había documentado su expedición. De momento, enfrenta cargos por violación del perímetro de seguridad y puesta en peligro de una población indígena.
Un precedente trágico y un rechazo ancestral
Este episodio recuerda el trágico caso de John Allen Chau, un misionero cristiano que en 2018 se adentró ilegalmente en la isla con fines evangelizadores. Nunca regresó. Su muerte, así como la hostilidad histórica de los sentineleses al contacto exterior, subrayan el peligro de romper su aislamiento. Ya en 2004, durante una misión aérea de reconocimiento tras el tsunami del Índico, la tribu disparó flechas contra un helicóptero militar, dejando claro su rechazo.
El caso de Polyakov vuelve a poner en cuestión los límites del turismo extremo y el rol de las redes sociales en la difusión de comportamientos que rozan lo temerario.El gobierno indio ha reiterado su compromiso con la protección de los sentineleses, y se espera que este incidente derive en nuevas restricciones para evitar futuras imprudencias con consecuencias potencialmente fatales.
