Lo que prometía ser una noche de terror ficticio terminó convirtiéndose en un accidente real con tintes macabros. Fiamma Villaverde, una joven de 29 años, acudió al cine Cinema Ocho de La Plata, en Buenos Aires, para ver Destino Final: Lazos de sangre, la sexta entrega de la célebre saga en la que la muerte siempre encuentra la forma de alcanzar a sus víctimas.
Lo que no esperaba era que, en plena función, un trozo del techo de la sala cayera sobre ella. “Pensamos que era parte de la peli”, declaró después, aún incrédula ante la coincidencia.
Un cumpleaños que casi acaba en tragedia
El incidente ocurrió en la sala 4 del cine, durante la función de las 21:00 del pasado lunes 19 de mayo. Según recoge Infobae, Fiamma había aprovechado el día del espectador para celebrar su cumpleaños, acompañada de su hija de 11 años y un amigo. Lo que parecía una velada especial terminó con un diagnóstico de traumatismo y varios hematomas tras ser golpeada por un cascote desprendido del techo, presuntamente dañado por las fuertes lluvias recientes. Aunque su vida no corrió peligro, la gravedad simbólica del suceso no pasó desapercibida: la escena parecía sacada directamente del universo cinematográfico que había ido a disfrutar.
La afectada, quien debió acudir al hospital tras el accidente, ha anunciado que denunciará a los responsables del cine por negligencia. En declaraciones recogidas por Infobae, expresó su frustración ante la falta de medidas de seguridad, especialmente en un espacio cerrado que debería garantizar la integridad de sus espectadores. “Hacía años que no iba al cine. Fui porque era mi cumpleaños, y mirá lo que me pasó”, lamentó Villaverde, que ha tenido que dejar de trabajar temporalmente a causa de las lesiones.
La humedad fue la culpable
El cine aún no ha emitido un comunicado oficial sobre lo ocurrido, pero según fuentes locales, el desprendimiento se habría producido por acumulación de humedad en la estructura. Sin embargo, para Fiamma, las explicaciones meteorológicas no bastan: reclama una reparación tanto moral como económica por lo que considera una irresponsabilidad evitable. Mientras tanto, el incidente ha reavivado el debate sobre el estado de conservación de muchas salas en Argentina, en un momento en que la industria busca recuperar al público tras los estragos de la pandemia.
Paradójicamente, la saga Destino Final siempre ha jugado con la idea de que la muerte es inevitable y puede manifestarse en cualquier momento y lugar. En este caso, la ficción rozó la realidad de forma peligrosa. Lo que debía ser una historia sobre muertes imposibles de evitar se convirtió, por unos segundos, en una experiencia tangible. Y aunque la muerte no llegó a cobrar su cuota esta vez, el susto y las secuelas físicas dejan claro que no se trató de una escena más del cine: fue un recordatorio involuntario —y demasiado real— de lo frágil que puede ser una salida nocturna cualquiera.
