Lo que comenzó como una respuesta de emergencia durante la pandemia se ha convertido en una revolución silenciosa. El teletrabajo ya no es la gran novedad: ahora el concepto que más resuena entre los CEO tecnológicos es el de Borderless Talent (talento sin fronteras). Y aunque suena a evolución natural del trabajo en remoto, encierra un cambio estructural que podría redefinir el empleo global… y no para gusto de todos.
¿Qué es el talento sin fronteras?
No se trata solo de permitir que empleados trabajen desde casa. La tendencia Borderless Talent implica que las empresas tecnológicas busquen activamente talento en cualquier parte del mundo, sin importar su ubicación, para reducir costes laborales, acelerar la producción y tener equipos trabajando las 24 horas del día, en todos los husos horarios.
Según el informe de Deel sobre contratación global, las contrataciones en ciudades como Bucarest (Rumanía), Nairobi (Kenia) o Ciudad del Cabo (Sudáfrica) se han duplicado en los últimos dos años, desplazando a hubs tradicionales como San Francisco o Berlín. La descentralización del talento ha dejado de ser una excepción para convertirse en una estrategia prioritaria de crecimiento.
Las ventajas para las empresas… y los riesgos para los trabajadores
Para las grandes tecnológicas, el atractivo es claro: trabajadores más baratos, operativos desde su país, sin necesidad de cumplir con las estrictas normativas laborales de economías más reguladas. También evita conflictos sobre trabajo híbrido u horarios fijos. Algunos incluso trabajan de forma asíncrona, en horarios locales, sin necesidad de solaparse con los equipos centrales.
Pero el auge del Borderless Talent también tiene su lado oscuro. Los analistas laborales advierten que esta tendencia puede abrir una puerta a la precarización y a la deslocalización encubierta. En Europa y Norteamérica, los trabajadores temen verse desplazados por profesionales igual de cualificados pero mucho más baratos. Además, en muchos países receptores, las legislaciones laborales laxas o la falta de derechos sindicales pueden facilitar condiciones desiguales sin protección.
Un giro impulsado por la tecnología (y por la IA)
Este modelo también responde a un contexto en el que la automatización y la inteligencia artificial están presionando el valor del trabajo humano. Para evitar bloqueos regulatorios y minimizar el escrutinio legal, las empresas optan por territorios donde las barreras son menores. En ese ecosistema, el talento global se convierte en una palanca de optimización más que en una apuesta por la diversidad o la equidad. El fenómeno se inscribe en un debate más amplio: ¿queremos un modelo de trabajo global competitivo, o justo? ¿Es posible combinar ambas cosas?
