Annapurna Pictures, la ambiciosa productora de cine independiente, todo un revulsivo en la industria cinematográfica desde hace unos años, está en graves problemas financieros. Dirigida y fundada por Megan Ellison, estaría afrontando un proceso de reestructuración que la habría llevado a prescindir de múltiples empleados, incluyendo a su director financiero, James Pong. Según confirma Variety, Annapurna habría despedido al 10% de su plantilla.
Reforzando y consolidando una nueva estrategia comercial
Annapurna Pictures, además de a Pong, habría despedido grandes ejecutivos, dos de la división de cine y dos de la televisión, junto a ellos, sus propios asistentes también fueron despedidos, según confirman las fuentes consultadas por el citado medio. Aunque siete empleados puedan parecer pocos, hablamos del 10% del personal actual de la empresa de producción de cine independiente, y podrían ser más en los próximos meses si la situación no mejora por culpa del coronavirus que afecta a la industria cinematográfica y al mundo entero en una crisis sanitaria, política y económica sin precedentes en la historia reciente.
"Podemos confirmar un número modesto de despidos debido al clima económico actual", comenta Annapurna de forma oficial. Junto al proceso de despidos, la compañía estaría reestructurándose a nivel económico, realizando recortes salariales en la gran mayoría de empleos, y cambiando la carga financiera de la empresa para sobrevivir a la grave crisis que se está cerniendo sobre le mundo entero. Esta nueva política fiscal sería una orden directa Larry Ellison, el padre multimillonario de Megan y fundador de Oracle, que cree que la aventura de su hija no es rentable al corto plazo, y que Annapurna no es eficiente económicamente tras sus descalabros el año pasado a nivel de taquilla y malas inversiones. Fuentes internas de la productora discuten esto, y afirman que son medidas drásticas pero necesarias, y que no adolecen a presiones familiares de ningún tipo.
De hecho, Annapurna ya es una empresa más saneada y versátil, después de haber extendido su brazo de distribución en cines con la colaboración de United Artists Releasing. El otoño pasado, la compañía disolvió su oficina de Nueva York, y fomentó el teletrabajo en varios departamentos, todo después de los golpes recibidos por el fracaso de films como Destroyer y Vice, que los llevaron a asumir pérdidas y deudas de más de 200 millones de dólares. La adquisición y la colaboración con una distribuidora les ha permitido desarrollar nuevas cintas, cambiar sus miras y centrarse en la creación de contenido para plataformas como Netflix.
