Esta semana se hizo viral un vídeo de un repartidor en furgoneta que tenía las orejas, la barba, las cejas y las pestañas convertidas en un témpano de hielo. El hombre no parecía especialmente sorprendido o afectado por el hecho de tener literalmente las orejas convertidas en un trozo de hielo. La razón es que vive en Yakutsk, la ciudad más fría del mundo.
Situada en la República de Sajá en Rusia, es conocida como la ciudad más fría del mundo habitada permanentemente, teniendo unos 300.000 habitantes. Esta ciudad, situada a unos 450 kilómetros del círculo polar ártico, experimenta un clima subártico extremo, caracterizado por inviernos largos y severamente fríos y veranos cortos pero cálidos. Las temperaturas durante los meses de invierno pueden descender hasta -58 °C, mientras que en verano pueden alcanzar los 19 °C. Este notable contraste estacional es debido a su posición geográfica en el noreste de Siberia, lejos de grandes masas de agua que podrían moderar su clima.
Una de las curiosidades de Yakutsk es su suelo permanentemente congelado, conocido como permafrost. Este fenómeno natural afecta profundamente la vida cotidiana y la infraestructura urbana. Las edificaciones en Yakutsk deben construirse sobre pilotes para evitar el daño que el deshielo del permafrost podría causar a las estructuras. Además, este hielo congelado también esconde algunos tesoros antiguos y restos biológicos únicos como mamuts lanudos y otros organismos prehistóricos, que a veces se encuentran perfectamente conservados.
En esta zona también se produce el 20% de diamantes a nivel mundial y cuenta con una gran mina, Mir, de 525 metros de profundidad y 1.200 metros de diámetro, siendo el segundo mayor agujero excavado en el mundo, después de la mina del cañón de Bingham. Convirtiéndole en un municipio clave para el país.
Los habitantes de Yakutsk, muchos de ellos científicos especializados en distintas ramas, junto a mineros, han desarrollado diversas estrategias para adaptarse al frío extremo. La vestimenta es una de las más importantes, con varias capas de ropa aislante y prendas especializadas como botas de piel de reno y abrigos de piel de animales.
Además, la dieta local también ayuda a combatir el frío, siendo rica en carnes y pescados, que proporcionan la energía y las grasas necesarias para soportar las bajas temperaturas. También hay un alimento típico que es sangre de caballo congelada. La vida social y cultural también se adapta, con muchas actividades centradas en espacios interiores durante los meses más fríos. En la ciudad tampoco tienen alcantarillas ni cloacas, porque se podrían congelar y romperse, lo mismo que ocurre con las gafas, que al helars een segundos se pegarían a la cara.
