Un extraño caso ha sido registrado en el portal The New England Journal of Medicine, donde médicos del Hospital General de Massachusetts y la Facultad de Medicina de Harvard se encontraron con un paciente de lo más inusual: un hombre de 38 años, aparentemente saludable, que una noche como otra cualquiera empezó a padecer convulsiones. ¿El motivo? Para descubrirlo tuvieron que meterse en su mente. Literalmente. Bueno, no literalmente. Pero el origen de su malestar estaba escondido en su cerebro: los culpables eran quistes larvarios de la tenia del cerdo, incrustados en su tejido cerebral.
La tenia estaba instalada en su cerebro
"El paciente también tenía sangre en la boca, presumiblemente por morderse la lengua", escribe el doctor Andrew Cole, describiendo el proceso que siguieron los médicos para tratar al paciente. "Es probable que este paciente se sometiera a una tomografía computarizada después de su llegada y la estabilización en el departamento de emergencias, pero si el estudio de la tomografía computarizada fuera negativo, la resonancia magnética finalmente nos ayudaría a evaluar cuidadosamente una anomalía anatómica causal. La electroencefalografía (EEG) es extremadamente útil para clasificar el problema de las convulsiones".
En efecto: después de realizarle todo tipo de pruebas, entre las que se encontró una radiografía de tórax, el personal médico descartó hiponatremia, disfunción renal y disfunción hepática. Las pruebas de toxicología en orina y suero dieron resultados negativos. Así que tocó poner la lupa en el cerebro: es entonces cuando los escáneres realizados en la cabeza del paciente sí que mostraron tres lesiones calcificadas.
Tras un vistazo al historial del paciente, los médicos descubrieron que estaban ante quistes pertenecientes a la tenia parasitaria del cerdo (Taenia solium), tal y como revelan en Gizmodo. Si bien normalmente estos gusanos (que pueden alcanzar los 8 metros de largo) se instalan en el intestino delgado, lo cierto es que sus larvas pueden llegar a cualquier órgano... siendo especialmente problemáticas cuando se instalan en el cerebro, provocando una afección llamada neurocisticercosis.
"Es la principal causa de epilepsia adquirida en muchas partes del mundo, incluidas América Latina y África subsahariana. Se cree que miles de personas solo en Estados Unidos presentan casos similares a este cada año", detalla el equipo médico. La historia tuvo un final feliz: después de tres años desde el incidente, no ha vuelto a tener episodios de convulsiones. Pasó cinco días en el hospital, donde recibió un tratamiento basado en antiinflamatorios, anticonvulsivos y dos medicamentos antiparasitarios.
