El estreno de Kraven the Hunter, protagonizado por Aaron Taylor-Johnson, parecía ser el siguiente intento de Sony Pictures para expandir su universo Marvel en solitario. Sin embargo, el filme, plagado de alusiones al icónico Spider-Man, parece destinado a ser otro fracaso de taquilla, después de un desastroso fin de semana en su estreno, un destino que ya alcanzaron Morbius (2022) y Madame Web (2024). El declive no solo refleja la fatiga del público por los superhéroes, sino que también expone una estrategia fallida: construir franquicias alrededor de personajes secundarios sin la presencia del trepamuros que los define.
El éxito de Venom había alimentado las esperanzas de Sony de que cualquier figura ligada a Spider-Man podría sostener su propia saga cinematográfica. Con una recaudación global de más de 1.800 millones de dólares en tres entregas, Venom parecía la prueba de que un antihéroe podía funcionar sin el carismático Peter Parker. Pero como explica el analista Jeff Bock a Variety: "Sony pensó que podían replicar ese éxito con otros personajes. No entendieron que Venom es una excepción, no la regla. La ausencia de Spider-Man fue su error fatal."
Las complejidades del acuerdo entre Sony y Marvel
El complejo acuerdo entre Sony y Marvel Studios también ha jugado en su contra. Mientras Tom Holland brilla como Spider-Man en el Universo Cinematográfico de Marvel (MCU), Sony tiene los derechos para desarrollar otros proyectos basados en el personaje y su extenso catálogo de villanos y antihéroes. Sin embargo, el trato ha limitado a Holland a las producciones del MCU, dejando a Sony sin una pieza clave para conectar con el público. Como describe un ejecutivo del género: "Sony está atrapada en una jaula, tratando de hacer buenas películas una a la vez, pero sin flexibilidad narrativa."
El resultado ha sido una serie de producciones dispersas y desconectadas que no logran convencer. El caso más emblemático fue Morbius, retrasado por la pandemia y lanzado tras el éxito de Spider-Man: No Way Home. Las regrabaciones y las referencias ambiguas al MCU confundieron al público, convirtiendo lo que podría haber sido un guiño divertido en un lío argumental. A esto se suma el escepticismo del público, que percibe estos spin-offs como "productos oportunistas" sin el mínimo de calidad que caracteriza a las grandes sagas.
Sony no ha tirado la toalla
A pesar de estos tropiezos, Sony no ha tirado la toalla. La compañía aún apuesta fuerte por el universo de Spider-Man con proyectos que sí han sido bien recibidos. La trilogía animada Spider-Verse, que concluirá con Beyond the Spider-Verse, ha sido aclamada por su innovación visual y narrativa. Además, está en desarrollo una serie de Spider-Man Noir con Nicolas Cage para Amazon Prime Video y la cuarta película de Spider-Man con Tom Holland, que comenzará a rodarse en 2025.
Por otro lado, la franquicia Venom sigue siendo la joya de la corona del estudio. La última entrega, Venom: The Last Dance, aunque con números más modestos, sigue demostrando rentabilidad gracias a su presupuesto ajustado. Sony sabe que no puede permitirse abandonar una saga que, a pesar de sus críticas mixtas, mantiene una base sólida de seguidores y buenos resultados financieros.
En cuanto al futuro, las lecciones son claras: Sony deberá ser mucho más selectiva con los personajes que decide llevar a la gran pantalla. Una opción que algunos expertos sugieren es incorporar a un nuevo Spider-Man en sus películas independientes. "No tiene que ser Tom Holland," comenta Bock, dejando abierta la posibilidad de que otro actor encarne a Peter Parker en una línea narrativa alternativa. Lo cierto es que el destino de Kraven the Hunter podría marcar un punto de inflexión para Sony. Si bien es evidente que el estudio seguirá explorando el vasto universo del trepamuros, también deberá redefinir su estrategia y alejarse de proyectos que parecen más ejercicios de desesperación que intentos genuinos de expandir el legado de Spider-Man.