El éxito de Warhammer 40,000: Space Marine 2 ha despertado el interés de muchos jugadores en el hobby. Games Workshop, propietaria de este wargame, incluso ha lanzado un starter kit con Titus como protagonista, allanando el camino a los jugadores que quieran sumarse a la Décima Edición de Warhammer 40,000. Pero Warhammer es algo más que el futuro grimdark que veremos en la serie de Prime Video con Henry Cavill. Warhammer arrancó como un juego de estrategia fantástico, el célebre Warhammer Fantasy, que desde hace unos meses y tras su total destrucción para dar paso a Warhammer: Age of Sigmar en 2015, ha regresado con una nueva forma y versión que retiene mucho de su vieja gloria en forma de peanas cuadradas y regimientos pero que también aporta aire fresco.
Warhammer Fantasy y las peanas cuadradas han vuelto: El wargame de Games Workshop regresa por la puerta grande pero no es exactamente el mismo juego de miniaturas que recordaba
Games Workshop, que prepara una nueva edición de su juego de miniaturas de El Señor de los Anillos y que está viviendo unos años de bonanza tras una crisis económica que los sumió en el caos, ha tenido en su haber uno de los universos de fantasía más interesantes, completos y divertidos en barbecho. Hablamos de Warhammer Fantasy, un juego de mesa de miniaturas o wargame, que experimentó múltiples evoluciones desde su debut en el ahora lejano 1983.
Este juego de estrategia con miniaturas -aunque nació siendo un juego de mesa muy rolero- que absolutamente pionero en el género y que, en un mercado algo saturado en los años ochenta y noventa, atrajo una enorme comunidad de seguidores que se fue agrandando a lo largo y ancho de sus ocho ediciones, estableciendo las bases para una rica mitología y un mundo oscuro, complejo y vasto. No os exageremos si os decimos que el Viejo Mundo es uno de los escenarios de fantasía más increíbles, ricos y divertidos de la ficción en general. Pero todo se fue a pique.
A medida que evolucionaron los intereses de los jugadores y surgieron competidores, Warhammer Fantasy comenzó a ver una caída en ventas, lo que llevó a Games Workshop a tomar una decisión drástica en 2015: poner fin a su universo y dar paso a Age of Sigmar, una nueva línea de miniaturas y reglas. Aquello fue duro, pero sirvió para restablecer los intereses de un juego que no estaba en su mejor momento, superado en interés y fama por Warhammer 40,000 y, por lo tanto, necesitaba descansar.
Auge y caída de Warhammer: El juego de miniaturas de Games Workshop ha renacido con una nueva forma, la de The Old World, aunque mantiene parte de su esencia
Warhammer ha tenido muchas ediciones, cada una de las cuales introdujo cambios en el sistema de juego y expandió la historia del Viejo Mundo, un continente plagado de guerras, intrigas políticas y magia oscura. Las primeras ediciones eran sencillas, con reglas básicas para batallas multitudinarias de ejércitos, centrándose en los citados aspectos roleros. Pero con cada edición, se añadieron más facciones, nuevas unidades y mecánicas de juego. En la octava edición y última edición hasta la fecha, lanzada en 2010, Games Workshop introdujo nuevas reglas que permitieron batallas más complejas, aunque la curva de aprendizaje y la necesidad de adquirir grandes ejércitos para competir hacían el juego menos accesible para nuevos jugadores. Y eso supuso parte de su perdición.
Tras End Times, una campaña y un evento masivo que acabó destruyendo el universo clásico y lanzando Age of Sigmar, una reformulación completa con un nuevo trasfondo y reglas simplificadas, muchos seguidores de Warhammer Fantasy sintieron que el cambio había traicionado el espíritu original de la licencia y se quedaron huérfanos, jugando en ediciones anteriores, creando sus propias reglas y buscando la manera de mantener viva la llama. La comunidad, tras años de peticiones a Games Workshop, vio con buenos ojos el regreso de Warhammer Fantasy bajo un nuevo título: The Old World.
¿Es The Old World el clásico Warhammer Fantasy? Sí y no. Es importante destacar que hablamos de un juego de miniaturas nuevo, con reglas nuevas, ajustes y retoques, pero todo ello sin abandonar del todo la estructura básica y las peanas cuadradas que hizo tan popular al original en su día. El juego, que se lanzó a comienzos de año, es compatible con las miniaturas antiguas y muchos de los aspectos clásicos de las anteriores ediciones, permitiendo a los veteranos desempolvar sus ejércitos, aunque algunas facciones han contado con miniaturas nuevas, rediseños en algunas de las más famosas y cambios, como el de las peanas. Games Workshop comenzó a cambiar las peanas de 20mm a 25mm en infantería y las de caballería de 25x50mm a 30x60mm -aunque esto es opcional-. ¿El resultado? Un juego más vistoso, en el que las miniaturas lucen más y los regimientos están menos apelotonados.
A nivel de reglas, sin entrar en mucho detalle, The Old World utiliza un sistema de juego similar al de las ediciones 6ª y 7ª, que fueron populares por su enfoque en la estrategia de movimiento, y aunque los británicos han buscado recuperar la complejidad táctica del juego clásico, y eso se nota desde el primer momento, aparecen haber ajustado la cadencia del turno para accesible a nuevos jugadores.
Los jugadores que disfruten con la formación en filas, donde la colocación estratégica es clave y los ejércitos se organizan en bloques, dándole un aire de batalla medieval, están de enhorabuena. Y aquellos que quieran grandes bestias y fases de magia, también. The Old World, que bebe de Ancient Battles de Games Workshop, es una nueva mezcla con el sabor de antaño pero una receta completamente nueva. Necesita ajustes, claro, pero es un primer paso.
En The Old World, de forma muy simplificada y sin entrar en profundidad en las vicisitudes del turno y las características de las unidades, tenemos una fase de estrategia, en la que podemos activar encantamientos y objetos especiales, y en el que las reglas específicas de cada facción o ejército, deben ser aplicadas. Luego tenemos la fase de movimiento, que arranca con las habituales cargas y reacciones a las mismas, para a posteriori, mover las miniaturas.
La fase de disparo, como su propio nombre indica, es aquella en la que soltamos nuestros proyectiles y en el que los hechizos mágicos como misiles y vórtices, se activan. Por último, y no por ello menos importante, la fase de combate, en la que la melé y el combate es lo principal. Una vez se termine, el turno del jugador activo se da por concluido. Sencillo, ¿verdad? Pues esto es Warhammer: The Old World.
La cronología de The Old World se sitúa unos 200 años antes de los eventos de la octava edición de Warhammer Fantasy, en una era de conflictos en la que muchas facciones, como Bretonia y el Imperio, aún están en pleno apogeo. Esta elección permite a Games Workshop explorar personajes y eventos que solo fueron mencionados en el lore original, ofreciendo nuevas perspectivas sin interferir con la línea temporal de la saga. Pero claro, también tiene sus pegas. ¿Y qué hay de las facciones?
Pues una de cal y otra de arena. Games Workshop ha decidido centrarse en un puñado de facciones muy concretas, aunque pueden usarse ejércitos de todas las bandos existentes en el pasado. Como cronológicamente The Old World se ambienta después del Asedio de Praag, en esta versión de Warhammer tendrá especial predominancia el Imperio del Hombre, fundado hace mucho tiempo por Sigmar pero dividido en estados rivales por siglos de guerra civil junto al reino caballeresco de Bretonia.
También tenemos al reino de los Enanos, que siguen afianzados en sus minas y palacios en las montañas, mientras que en el profundo bosque de Athel Loren residen los misteriosos Elfos Silvanos, parientes de los Altos Elfos marineros de Ulthuan quienes, en su arrogancia, mantienen muchas colonias y puestos de avanzada a lo largo de las costas del Viejo Mundo y se nombran a sí mismos custodios de los asuntos de los Humanos.
En el bando de la oscuridad habrá que lidiar con las hordas de guerreros y criaturas malvadas del Caos y la destrucción, las salvajes manadas de Hombres Bestia que emergen desde las profundidades de bosques retorcidos y enfermizos, las hordas interminables de las tribus de Orcos y Goblins y Tierra de los Muertos llegan las esqueléticas legiones de los Reyes Funerarios de Khemri.
Sí, faltan muchas, como los Elfos oscuros, los Skaven, los muy queridos Condes Vampiros, los omnipresentes Demonios del caos, los recientes Reinos ogros, los muy célebres Hombres Lagarto y los cada vez más reivindicables Enanos del Caos. Si bien cada facción olvidada tiene un PDF con listas de ejércitos y reglas especiales, los ejércitos apoyados de forma oficial por Games Workshop disfrutan de libros como los Arcane Journal y mayor facilidad a la hora de comprar regimientos y cajas de miniaturas.
Lo viejo y lo nuevo: Warhammer: The Old World es una buena forma de regresar al juego que nos enganchó a muchos jugadores al hobby
Tras un verano de partidas, podemos decir que Warhammer: The Old World marca el regreso de un clásico amado por los fanáticos de los wargames. Queda patente que Games Workshop ha rediseñado el juego para revivir la ambientación de fantasía medieval original, sabiendo mezclar con inteligencia grandes dosis de nostalgia con mecánicas frescas y renovadas, integrando facciones y reglas clásicas con elementos actualizados para un equilibrio más moderno y competitivo. Sabemos que a muchos no les convence, pero este sistema de juego parece diseñado para evolucionar como uno de los juegos de especialista de los británicos.
No es el mismo juego que nos encandiló a finales de los noventa y principios de los 2000 a toda una generación de jugadores en España que hemos crecido con el hobby, pero sí es una buena forma de desempolvar nuestros ejércitos, coleccionar otros nuevos y disfrutar de las célebres peanas cuadradas. The Old World es un buen juego que puede gustar a veteranos nostálgicos y a nuevos jugadores que quieran descubrir el encanto de este universo en un formato de batalla épico y táctico.