'Los Radley' puede funcionar como un pequeño oasis para los espectadores que estén despidiéndose del actual Festival de Sitges y quieran pasar la morriña asistiendo a salas de cine en busca de una sencilla pero atractiva propuesta de género. Aunque la adaptación de Euros Lyn, que basa su relato en las páginas de Matt Haig, esté lejos de ser un producto redondo, su propuesta es más que suficiente para funcionar como una píldora divertida y gamberra con una familia de vampiros como protagonista intentando hacerse un hueco en la sociedad para pasar desapercibida. ¿Merece el filme realmente la pena?
'Los Radley' es una película de vampiros sencilla, directa y atractiva para los amantes del género: una dosis ideal para la morriña de Sitges
Siguiendo la estela, con cierta distancia, de 'Lo que hacemos en las sombras' o 'Sombras tenebrosas', el filme de Lyn muestra cómo una familia de vampiros se integra en la sociedad contemporánea para vivir su inmortalidad con la mayor normalidad posible. Los Radley, a simple vista, con un núcleo familiar absolutamente ordinario y que no llama la atención, más allá de sus atractivos naturales debido a ese mal que corre por sus venas que sirve como trampa para caza a sus presas, atrayéndolas con su inevitable encanto.
Cuando el proyecto quiere abrazar la comedia más hilarante desinhibiéndose de sus ambiciones por querer ahondar demasiado en cada una de las subtramas de sus protagonistas, funciona como un tiro, convirtiendo los clichés y tópicos de los vampiros en gags bien medidos que ayudan a conectar con ese mundo de fantasía y terror donde no faltan las dosis de hemoglobina.
Pero la película tiende a deambular sin un rumbo fijo hasta llegar a un final un tanto arbitrario que eclipsa por completo ese camino a la comedia orientada a normalizar y, hasta ridiculizar prácticamente, a los hijos de Drácula. 'Los Radley' ahonda en demasía en determinadas tramas irrelevantes que realmente no llevan a ninguna parte y solamente entorpecen el ritmo de la narrativa principal. En una serie de televisión la jugada habría salido muy bien (Lyn es un habitual del streaming con ficciones como 'Daredevil' o 'Hearthstopper'), pero en un largometraje hay que hacer criba, seleccionar y tocar la tecla adecuada para no desentonar. El guion pierde fuerza a medida que avanzan los minutos, pero por suerte sus inyecciones de violencia, sangre, sexo y drama adolescente (en clave coming-of-age) hacen que el paseo sea más agradable, con imágenes realmente impactantes cargadas del mejor fantástico artesanal.
Donde 'Los Radley' sí es un disfrute absoluto es en sus interpretaciones, capitaneadas por un Damian Lewis impecable dando vida a dos vampiros diferentes que sirven como motor del proyecto. Pero su luz y buena mano no tapan en ningún caso las intervenciones de Bo Bragason y Kelly MacDonald, quienes realmente se mimetizan con ciertos conceptos universales de las criaturas de la noche como el descontrol por la sangre o esa relación de vasallaje que se establece entre humanos y estos seres demoníacos una vez son mordidos. Lyn acaba firmando un largometraje correcto dentro de sus parámetros de género con elementos atractivos para los amantes de la serie B, pero no llega a despegar lo suficiente como para dejar huella.