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Parece de ensueño, pero este impresionante desierto existe y es la mayor reserva de litio del mundo

Si visitas Bolivia, uno de los parajes naturales más hermosos y arrebatadores que no te puedes perder es el increíble salar de Uyuni, el más grande desierto de sal del planeta.

A menudo cuando uno piensa en desiertos, es inevitable que se nos vengan a la cabeza imágenes de gigantescas extensiones de arena, dunas y un calor sofocante. Sin embargo, en países como Bolivia existen desiertos que son justamente un ejemplo de la riquísima y bella variedad de entornos que se pueden encontrar en nuestro planeta, como ocurre con el caso del salar de Uyuni, el mayor desierto de sal continuo y alto del mundo que recibe a menudo turistas en busca de capturar impresionantes fotografías de ensueño, pues su paisaje es muy característico y, desde la perspectiva adecuada en la época de lluvias, parece como si el cielo y la tierra se unificasen eliminando el horizonte.

¿Cuál es el origen del salar de Uyuni y su fascinante entorno?

Conocido también como salar de Tunupa, el salar de Uyuni es un enorme desierto de sal con una superficie de nada más y nada menos que 10 582 km², situado a unos 3650 metros sobre el nivel del mar al suroeste de Bolivia. Específicamente ubicado dentro de la región altiplánica de la cordillera de los Andes, entre las subdivisiones de la provincia de Daniel Campos y la provincia de Ladislao Cabrera, cualquier turista puede encontrarse con este paraje que es fuente de importantes cantidades de potasio, boro o magnesio.

Aunque, por supuesto, en lo que destaca el salar de Uyuni es en ser la mayor reserva de litio del mundo, elemento vital para la fabricación de baterías de coches eléctricos, smartphones u ordenadores. Algo que se debe a su origen, pues se sabe que en el lugar que hoy ocupa este desierto estaba hace unos 11.000 años atrás el lago Tauca o Tauka, y si nos remontamos todavía más en el tiempo, a unos 40.000 años, encontraríamos el lago Minchin.

En el salar de Uyuni hay una alta presencia de litio, boro, potasio, magnesio o el mineral ulexita, que puede refractar a la superficie de la piedra lo que tiene debajo.

Otrora esta zona estuvo cubierta por un clima húmedo y lluvioso, más que en la actualidad, lo que profería a estos protolagos una cota de agua de alrededor de 100 metros por encima del nivel actual. No obstante, el tiempo dio paso a épocas secas y más cálidas, provocando una gran reducción de líquido en la superficie y en el volumen de los lagos y originando los salares que hoy conocemos, junto con el salar de Coipasa, las lagunas que abundan por el terreno y los lagos Poopó y Uru Uru, que no son otra cosa más que vestigios que recuerdan a los antiguos y más grandes lagos mencionados.

El salar de Uyuni como lugar turístico

En la actualidad, el salar de Uyuni es un desierto turístico y uno de los parajes más destacados de Bolivia y América Latina. Además, es un sustento económico importante dentro del país, pues contiene más de 10.000 millones de toneladas de sal y produce cada año más de 25.000 toneladas en sus minas. Dentro de sus fronteras convive una flora dominada sobre todo por cactus gigantes y pequeños arbustos, y toda una variedad de fauna como zorros culpeos, aves piuquén o hasta tres especies de flamencos sudamericanos (el de la puna, el chileno y el andino).

Según datos oficiales, más de 300.000 turistas visitan este desierto cada año para descubrir sus secretos, como sus cactus de más de 10 metros de alto en la isla del Pescado, o la caverna al borde del salar en la que fueron encontradas momias de más de 3.000 años de antigüedad.

Para llegar a sus elevados entornos, hace falta subir bastantes metros, por lo que no son pocos los que llegan a experimentar dolores de cabeza o náuseas si no se han aclimatado bien en el viaje.

Si estás interesado en visitar el salar de Uyuni debes saber que una de las mejores épocas del año para hacerlo es cada noviembre, cuando las tres especies de flamencos del desierto comienzan su etapa de cría. Hay muchos tours que te permitirán recorrer sus senderos, siendo los más importantes los que salen desde Uyuni y Tupiza, en la propia Bolivia, o el de San Pedro de Atacama, en Chile.

Cabe señalar que de diciembre a abril el clima en el salar suele estar protagonizado por lluvias, las mismas que pueden provocar el desbordamiento de los lagos cercanos y el consiguiente efecto de espejo tan particular a la par que asombroso que muchos turistas desean capturar para la eternidad en sus fotografías. Por otro lado, de mayo a noviembre, llega la estación seca, con temperaturas más frías, un suelo más endurecido y algunas zonas inhóspitas más accesibles. En cualquier momento, se elija el que se elija, queda claro que este paraje no defrauda.