A finales del año pasado Activision lanzaba al mercado Rome: Total War, la esperada continuación de la serie de estrategia creada por Creative Assembly y que se centraba en la etapa de mayor esplendor romano. Como en el resto de títulos de la franquicia Total War, esta nueva entrega se caracterizó por mezclar a la perfección las dos vertientes más opuestas de la estrategia en la actualidad: gestión de imperios a través de un sistema de juego por turnos, y batallas en tiempo real con ejércitos multitudinarios. Así pues, la acción se dividía en dos planos bien diferenciados. Por un lado teníamos un mapa del mundo dividido en provincias que deberíamos ir conquistando con la fuerza de nuestros ejércitos.
En cada uno de nuestros turnos podíamos mover a nuestros ejércitos, ampliar nuestras ciudades o comprar nuevas unidades para guerrear; pero también podíamos mandar a nuestros diplomáticos para que firmaran tratados de paz o alcanzaran acuerdos comerciales con el resto de naciones. Si queríamos eliminar a los grandes generales de los ejércitos enemigos, o si uno de sus diplomáticos entorpecían nuestras acciones, podíamos contratar a un asesino para que terminara con su vida; y dependiendo de su moral y su experiencia, la misión tendría éxito o no. Por supuesto, el tiempo pasaba para todos nuestros líderes y con cada turno que pasaba los generales de los ejércitos envejecían.
Es por eso por lo que los matrimonios eran tan importantes. Debíamos intentar que nuestros hijos continuaran ampliando la familia buscando uniones que mejorarán la experiencia de nuestros nuevos dirigentes. Por supuesto, teníamos líderes muy capacitados a la hora de afrontar las contiendas contra los ejércitos enemigos, pero también los había bien preparados para afrontar la dirección de toda una ciudad. Lógicamente en la familia también nos podíamos encontrar con personas muy poco preparadas que lo único que conseguían era bajar la moral de nuestras tropas en combate y conseguir que la corrupción fuera lo más habitual en las ciudades.
Aparte, como decimos, también nos encontramos con unas batallas en tiempo real impresionantes en las que nuestros batallones debían hacer frente a los ejércitos rivales. Podíamos asediar las grandes fortalezas enemigas con nuestras catapultas y destrozar el portón con el ariete mientras nuestros arqueros intentaban terminar con las unidades enemigas del interior. Si nuestras acciones comenzaban a fallar, la moral de nuestras tropas comenzaría a bajar llegando incluso al abandono de la batalla. Por eso, en Rome: Total War había que tener muy en cuenta las acciones que íbamos a realizar si lo que queríamos era terminar con las fuerzas enemigas sin muchas pérdidas. La colocación de nuestras unidades, aprovechando los desniveles de los escenarios, y su utilización, atacando siempre a las unidades que tengan mayor desventaja contra nuestras fuerzas –lanceros contra caballería, etc.-, se convertían en dos de los puntos clave a la hora de afrontar las contiendas.
El fin de un sueño
Con Rome: Total War tuvimos la oportunidad de expandir el imperio romano por casi todo el mundo conocido pero ahora, con Barbarian Invasion, tendremos que afrontar el fin de este gran imperio intentando frenar a las hordas bárbaras; aunque no será nuestro único problema. En el período histórico comprendido entre el año 364 d. C. y el 476 d.C., el imperio vio como su base se rompía en dos: la zona occidental controlada por Roma y la oriental controlada por Bizancio. Aparte, como decimos, las tribus bárbaras se concentraban en las fronteras europeas desde hacía muchos años, y desde el este, el imperio persa sasánida comenzaba a convertirse en una seria amenaza. Nosotros, y e aquí una de las novedades con la que nos encontraremos en esta expansión, podremos decidir el futuro del imperio seleccionando a una de las diez facciones, aunque es posible que se añadan más, que se incluirán en la expansión del juego.
Los Hunos, Godos, Vándalos, Sajones, las dos "Romas", Francos y Germanos serán algunas de las facciones que podremos controlar en la nueva campaña de Barbarian Invasion, y por supuesto, cada una con opciones estratégicas y unidades distintas a la del resto de facciones, por ejemplo: la nación sasánida será la única capaz de utilizar a los elefantes en batalla, mientras que la Roma occidental contará con la siempre eficaz legión romana; los hunos, por el contrario, arrasarán con sus unidades a caballo y los francos, con sus poderosos guerreros armados con hachas, terminarán con los enemigos a distancia. También, cada unidad tendrá un tipo de habilidad que podrá emplear en los campos de batalla: en el original los legionarios podían cubrirse con los escudos para así evitar que las flechas enemigas les alcanzaran, así como los jinetes con arco podían correr en círculos alrededor de los soldados enemigos para así eliminarlos sin sufrir muchas bajas.
En esta ocasión descubriremos nuevas formaciones que nos permitirán frenar el avance de la caballería pesada enemiga, por ejemplo, o podremos atravesar los ríos a nado con las unidades de infantería ligera. También, como comentábamos antes, cada facción tendrá sus virtudes y sus inconvenientes, por lo que habrá que tener en cuenta las características de cada nación para así evitar perder todos los territorios en cuestión de minutos. Por eso, si controlamos a los bárbaros, habrá que tener en cuenta que se trata de un pueblo nómada, por lo que si ven que el enemigo va a atacar a una de sus ciudades, emigrarán en masa hasta otra localización. También nos encontraremos con naciones que tendrán ciertas ventajas sobre el resto en las zonas exteriores, es decir, se beneficiarán de las batallas que se desarrollen fuera de las ciudades.
En Barbarian Invasion también habrá que tener en cuenta la religión de nuestra facción. El cristianismo se ha convertido en la religión dominante del imperio, pero es una opción entre otras tantas. Nosotros, si lo queremos, podemos optar por la adoración de otras deidades, siempre que creamos que esa elección beneficiará en algo a nuestro pueblo. Por supuesto, si nos convertimos en creyentes, tendremos que construir edificaciones que honren a nuestra religión. Y como ocurría en la antigüedad, si conquistamos una ciudad cristiana, y nosotros somos paganos, podemos convertir a toda nuestra zona en cristianos, o intentar que los cristianos acepten al resto de nuestros dioses. Por supuesto, el mapa con el que nos encontraremos reflejará todos estos cambios, por lo que no nos encontraremos con un calco de lo visto en el juego original.
Por último, nos encontraremos con la posibilidad de reclutar a nuevos generales para que comanden a nuestros ejércitos, cada uno con nuevas virtudes y nuevos defectos. En las guerras civiles, los generales pueden optar por convertirse en los reyes o emperadores de la zona, olvidándose del senado romano o del líder que hasta ese momento les gobernaba.
En cuanto al apartado técnico, esta expansión no evolucionará mucho. Los gráficos serán un poco mejores a lo visto en el original, e imaginamos que el sonido seguirá siendo igual de bueno. Eso sí, en esta ocasión podremos disfrutar de enfrentamientos bajo la luz de la luna, lo que nos obligará a planificar las batallas de manera diferente: la visibilidad no es la misma y las emboscadas serán de lo más frecuentes. Con todo esto, ya os podéis ir haciendo una idea de lo que ofrecerá Barbarian Invasion. La nueva campaña nos permitirá disfrutar de los enfrentamientos con las diez facciones distintas. Las nuevas unidades y sus habilidades nos obligarán a estudiar de nuevo a nuestros ejércitos y por supuesto, la introducción de la religión en el juego se convertirá en uno de los puntos clave de la expansión. Si no hay retrasos de última hora, Rome Total War: Barbarian Invasion será lanzada en septiembre del presente año, siendo Sega la encargada de distribuirlo.