Indiana Jones y el Gran Círculo encandiló a muchos y dejó tibios a otros tantos a finales del año pasado, cuando remató un 2024 fantástico en cuanto a estrenos de videojuegos. La aventura de MachineGames conseguía que te sintieras como el arqueólogo más famoso del cine, interpretaba como ninguna otra la estética de las películas y planteaba rompecabezas que te adentraban cada vez más en sus misterios, pero también proponía secciones de sigilo y de plataformeo demasiado sencillas (probablemente pensando en el gran público), un combate vistoso pero con nula profundidad, y un tramo final de estructura más abierta que se hacía pesado. La Orden de los Gigantes es una condensación de todo esto, sobre todo de lo bueno, pero también con un poquito de lo malo.
En aproximadamente seis horas, el primer y único DLC anunciado insiste en esos puzles enrevesados (para lo habitual en una aventura AAA) y en esos niveles que incitan a explorar cada recoveco, partiendo de la fase más aclamada de la aventura original: el Vaticano. La Orden de los Gigantes no continúa donde lo dejaba el juego base, sino que funciona como misión secundaria que se centra en la orden de los nefilim y se adentra en los misterios del imperio romano, lo que nos lleva a visitar localizaciones cautivadoras.
Se puede acceder al DLC sin haber terminado la historia, o tras haberla concluido. Para comenzarlo, basta con haber terminado el objetivo "Llevarle el pergamino a Antonio" en la misión "La momia felina robada". A partir de ese momento, aparecerá en el diario la tarea "Comienza un misterio", y en el patio del Belvedere encontraréis al padre Ricci. Él, perseguido por el padre Ventura y los camisas negras, será quien sumerja a Indy en una trama de mitología, secretos, sectas y loros graciosos.
Del Vaticano al Coliseo romano
Es una aventura que comienza en el Vaticano, pasa por las calles de Roma y su Coliseo, y te hace mojarte los pies en el río Tíber y en la Cloaca Máxima. Más allá de maravillarte al explorar entornos geniales en los que dan ganas de pararse a observar cada detalle, cada pintura, cada estatua y cada recoveco; logra, mejor incluso que en el juego original, darte la sensación de que estás sumergiéndote más y más en algo oculto, peligroso y misterioso.
Eso lo consigue con una ambientación cuidada, pero sobre todo con el diseño de niveles y los puzles. En El Gran Círculo ya había momentos en los que se abrían pasadizos ocultos, puertas enrevesadas y otros mecanismos tras resolver un rompecabezas. Aquí eso se ha potenciado exponencialmente. Los puzles son fantásticos: entre los opcionales hay alguno muy divertido, pero hay tres grandes y principales que nos han parecido para quitarse el Fedora.
La Orden de los Gigantes tiene menos miedo que la aventura original. Hablamos del miedo que tenía al dejar al jugador atascado y que abandonara el título. Tampoco es que estos sean los rompecabezas más enrevesados que nos hayamos encontrado en una aventura, pero probablemente sí los más complejos que hemos visto en un AAA reciente. La partida fluye gracias a un diseño de niveles casi siempre fantástico, que sin ser demasiado laberíntico te da la sensación de estar descubriendo secretos continuamente, pero no se rasga las vestiduras si tiene que dejarte 15 minutos mirando la pantalla dándole vueltas a un rompecabezas.
Solo hay un momento en el que el ritmo se estanca, y se debe precisamente al mismo motivo por el que el final de El Gran Círculo podía hacérsele bola a algunos. Manejando una barca por el río Tíber, hay múltiples puntos que incitan a pararse. Pero al hacerlo, lo que nos encontramos son desafíos de sigilo o de combate que no entusiasman y recompensas tan nimias que no justifican el tiempo empleado.
Sigilo y combates que no mejoran
No falta tampoco una espectacular sección de plataformas. Saltar, trepar, deslizarse por tirolinas, activar mecanismos, y por supuesto, balancearse con el látigo, sigue siendo tan satisfactorio y simple como en el juego base: se fija más en Uncharted que, siguiendo con la arqueología, los Tomb Raider originales. Aun teniendo en cuenta que no hay reto alguno, el diseño enrevesado y el lugar donde ocurre consiguen divertir, asombrar y sorprender al descubrir por dónde nos lleva el camino.
Tampoco ha cambiado el sigilo, que sigue siendo tan entretenido como básico: los nazis son tontos y les falla la visión, y los nuevos enemigos sectarios no ofrecen patrones de comportamiento diferentes. Lo mismo ocurre con el combate, pero aquí sí tenemos una queja: conforme avanzamos en el DLC, sobre todo en su última etapa, los enfrentamientos ganan más peso. Entendemos el motivo: ofrecer acción tras puzles que quizá dejen un rato atascados a algunos. Pero no nos acaba de funcionar, y de hecho, hay un momento poco antes del final que no pega para nada con el espíritu de Indiana Jones.
Pero qué final. La conclusión es tan previsible como épica, y te deja con ganas de más puzles, más exploración y más localizaciones que visitar, ya sea con otro DLC o con un nuevo Indiana Jones de MachineGames. Sobre todo porque la historia vuelve a captar perfectamente el tono ligero, aventurero y gracioso de las películas de Steven Spielberg, también con unas escenas cinematográficas cuidadísimas y una banda sonora que realza nuestras acciones y los mejores momentos argumentales.
Conclusión
La Orden de los Gigantes es más Indiana Jones y el Gran Círculo: más localizaciones que explorar, más misterios en los que adentrarse y más rompecabezas que resolver, que en este caso son de los mejores del conjunto. Nos habría gustado que mejoraran el sigilo y que le dieran menos peso al combate (demasiado prominente en el último tercio del DLC), pero eso no ha evitado que lo pasemos en grande poniéndonos de nuevo el traje de arqueólogo (y el de cura).
Hemos realizado estas impresiones en PC. El ordenador utilizado tiene una Nvidia GeForce RTX 3070, un AMD Ryzen 5600X y 32 GB de RAM.