Parece una idea disparatada, pero lo cierto es que cumple su función: llamar su atención. Entre el mogollón de videojuegos totalmente inabarcable presente en Gamescom quizá se dejaría de lado un juego de estrategia sobre la Revolución Francesa; y lo mismo se aplica al ingente catálogo de novedades de Steam. ¿Pero mechas a vapor en ese contexto? Dentrísimo. Aunque llama la atención por el truco de introducir elementos steampunk en ese periodo histórico, Bonaparte - A Mechanized Revolution no se queda en el gimmick: es un simulador político profundísimo con batallas tácticas en fases 4X en una Francia que trataremos de dirigir conforme a nuestros ideales en un mapamundi por el que iremos ampliando nuestra influencia, ya sea combatiendo, debatiendo o mediante la propaganda.
La ópera prima de Studio Imugi es una anacronía, una historia alternativa en la que nos ponemos en la piel no del Bonaparte histórico, tampoco en el de Ridley Scott, sino en la de César o Celine Bonaparte. Es 1789, Francia se encuentra al borde de la quiebra y de convertirse en un Estado fallido, y la revolución se siente en las calles, en las cortes y hasta en el ejército.
Queda en nuestra mano dirigir la rebelión a nuestra conveniencia ideológica. Bueno, más o menos, porque no podremos hacer lo que nos plazca: aquí se suceden los debates políticos, el tratar de convencer diferentes bandos a la hora de promulgar leyes, y por supuesto, las batallas de cuyo resultado dependerá nuestra influencia en las distintas zonas del país.
Un simulador político con mucha chicha
La dinámica de juego se puede separar en tres secciones conectadas entre sí. La que sin duda parece más profunda, desarrollada e innovadora es el debate político. Tras la toma de la Bastilla decidimos si queremos apoyar la revolución de los moderados o de los jacobinos, pero a lo largo de la partida se nos replanteará la decisión, también dependiente de las acciones hasta el momento, y que influenciará cuál de los finales veremos antes de que pasen por pantalla los títulos de crédito.
Los debates políticos suceden en el parlamento, pero también fuera del mismo. Discutiremos, seleccionando entre diferentes opciones de diálogo, con figuras clave de la Historia de este tiempo, todos ellos representados con rigor histórico a pesar de la ficcionalidad del relato. La confrontación de ideas puede sumar a personajes a nuestro bando o motivarlos a que voten a favor de las múltiples leyes que podemos presentar, tras cierta cantidad de turnos, y que moldearán el destino de Francia: reformas sobre la forma de gobierno, la participación política del pueblo, el trato de los presos o los derechos de propiedad, por ejemplo.
No todo se basa en salirnos con la nuestra en los debates: a veces habrá que ir más allá para influir, otras, optar por el menor mal, y tampoco faltarán momentos donde tengamos que asistir a una derrota parlamentaria; medir las aguas con la ayuda de Honoré Mirabeau, quien nos dirá cómo andan las cosas en una variedad de temas, será fundamental, y siempre hay que tener en cuenta el medidor que oscila entre la estabilidad y el terror.
Además, Bonaparte promete confrontar tus ideales continuamente: las decisiones, las leyes, tienen consecuencias, a veces inesperadas, con las que habrá que lidiar. El director creativo Jongwoo Kim (diseñador de The Shrouded Isle y Lucifer Within Us) argumentó en la presentación del juego que las ideas que se debatían durante la Revolución Francesa tienen relevancia cultural y política en los acontecimientos que suceden actualmente en distintos puntos del mundo ahora mismo, y por ello, a veces sacrificando el realismo o el rigor histórico, quiere poner a los jugadores en tesituras significativas o al menos hacerles reflexionar.
Batallas por turnos hexagonales con máquinas a vapor
Os estaréis preguntando qué pasa con los mechas. Al menos en el gameplay que nos enseñaron, su presencia se limitaba a las batallas. Son combates por turnos comprensibles incluso para los neófitos en el género, pero con cierta profundidad. No serán enfrentamientos larguísimos ni con muchísimas unidades, sino con un puñado de escuadrones que movemos por casillas hexagonales.
El posicionamiento, como el flanqueo, es muy importante para obtener bonificaciones respecto a los enemigos. Además de fusileros, cañones, jinetes y otros, está MechaBonaparte y otros robots que sumaremos al ejército lentamente, pues son caros de fabricar. Hay que tener en cuenta que los mechas se calientan y que no son precisamente veloces, pero sí resistentes, contundentes y capaces de animar al resto de las tropas. Son un imponente comandante a vapor.
En el supramundo, mapa o como queráis llamar a la pantalla en la que vemos las distintas regiones de Francia, el objetivo es ir ampliando nuestra influencia por las diferentes zonas, y mejorar las ya conquistadas construyendo nuevas instalaciones o mejorando las existentes. Podemos asignar tropas a una ciudad, tratar de utilizar la propaganda para sumar un pueblo a nuestra causa, y batallar con el ejército de otra urbe a la que el poder de la palabra no le ha influenciado, un combate que se puede resolver automáticamente si así lo queremos. También desde aquí hay que tomar decisiones de gestión de nuestras tropas, atender a eventos y realizar diferentes acciones que afectarán tanto al futuro de la misión como a la ideología de Bonaparte y del pueblo francés.
Dejando de lado que artísticamente no entusiasma, la profundidad política, táctica y temática de Bonaparte - A Mechanized Revolution tiene todo nuestro interés. Por suerte, no pasará mucho hasta que podamos probarlo, ni nosotros ni vosotros. En el Steam Next Fest que se celebrará en octubre habrá una demo gratuita, y el lanzamiento de la versión de acceso anticipado no está muy lejos: principios de 2025. Así que la posibilidad de dar la forma que queramos a la Francia de la Revolución, dialogando, combatiendo o pilotando mechas a vapor, está cerca.
Hemos realizado estas impresiones tras asistir a la presentación de una versión preliminar en Gamescom 2024.