Análisis Super Mario Bros. Wonder, una verdadera maravilla (Switch)
Hay muchos motivos por los que un juego nos puede gustar y divertir, pero si hay algo que suele marcar la diferencia entre un gran videojuego y uno realmente especial e inolvidable es su capacidad para sorprender. Hace unos años, con la industria todavía en pañales, era mucho más fácil conseguir esto, pues los desarrolladores no paraban de experimentar, probar nuevas ideas y aprovechar los enormes avances tecnológicos que se hacían constantemente para crear cosas nunca antes vistas.
Sin embargo, en pleno 2023, son muy pocos los títulos capaces de lograr algo así, por lo que no es de extrañar que una obra que nos consiga sorprender acabe destacando sobre el resto. Muchas veces no hace falta una revolución tecnológica o crear un nuevo género para maravillar al jugador, y con buenas ideas y buen hacer es posible dejarnos con la boca abierta y animarnos a querer seguir jugando con tal de descubrir qué es lo que va a pasar a continuación o continuar experimentando con sus mecánicas.
Mario es un experto en esto y desde que en 1985 lo cambiase todo para siempre con Super Mario Bros., no ha dejado de protagonizar multitud de títulos que a día de hoy están considerados entre los mejores videojuegos de la historia. Y si tienen ese estatus es precisamente por lo mucho que sorprendieron: Super Mario Bros. 3 y Super Mario World supusieron un salto de gigante para los juegos de plataformas, Super Mario 64 fue toda una revolución que marcó el camino a seguir en una industria que empezaba a dar sus primeros pasos en las 3D sin demasiado éxito, Super Mario Galaxy y Super Mario Galaxy 2 nos fascinaron con su forma de jugar con la gravedad y su derroche de ideas y Super Mario Odyssey hizo del plataformeo, la exploración y el diseño de niveles todo un arte en el que cada paso nos llevaba a hacer un nuevo descubrimiento.
Ahora y tras muchísimos años sin una nueva entrega principal de la saga en 2D, le toca el turno a Super Mario Bros. Wonder, un juego que ha sido diseñado específicamente con el objetivo de sorprendernos, divertirnos y maravillarnos. Y tras haberlo completado al 100 % os podemos asegurar que cumple con lo prometido y mucho, mucho más.
El arte de sorprender
De este modo, volvemos a encontrarnos ante un juego de plataformas 2D muy clásico que hace gala de todo lo que cabría esperar de nuestro fontanero favorito: fases relativamente cortas conectadas por un mapamundi en las que nuestro objetivo es llegar al banderín de meta, objetos potenciadores con los que adquirir nuevas transformaciones, poderes y algo de salud extra, unos controles perfectos, unas físicas envidiables, muchos saltos, monedas, tuberías por las que colarnos, bloques que podemos destruir, un sistema de vidas tradicional y una buena variedad de enemigos, trampas y obstáculos que intentarán ponernos las cosas difíciles. En definitiva, un Super Mario Bros. de los de toda la vida que nos hace sentir como en casa.
Esto, de entrada, es una garantía de calidad, ya que se trata de una fórmula que lleva décadas funcionando y demostrando lo mucho que puede divertir si se ejecuta con maestría. Sin embargo, esta vez Nintendo no se ha querido conformar con ofrecernos simplemente una nueva remesa de fases que se dediquen a hacer lo de siempre y han ido mucho más allá para convertir cada etapa en una experiencia completamente única.
De hecho, la grandeza de Super Mario Bros. Wonder reside precisamente aquí, en un diseño de niveles que no teme romper las convenciones de la serie de mil formas distintas para bombardearnos con un torrente de ideas alocadas y divertidísimas que no parece tener fin, haciendo de cada pantalla una aventura en sí misma donde nunca sabemos qué es lo que nos vamos a encontrar.
No hay dos fases en todo el juego que sean ni parecidas y siempre están introduciendo nuevas mecánicas o planteamientos que nos hacen cambiar por completo nuestra forma de jugar y afrontar los retos que nos presentan. Y lo mejor es que todo este popurrí funciona de auténtico lujo, hasta el punto de que no nos hemos encontrado ni un solo nivel en el que no nos lo hayamos pasado en grande o donde las ideas centrales en torno a las cuales gira se hayan quedado a medio gas o tengan una ejecución cuestionable. Se nota que es un título mimadísimo en el que se ha cuidado hasta el más mínimo detalle para tenernos siempre con una sonrisa en la boca y deseando descubrir qué nuevas locuras nos esperan en la siguiente pantalla mientras ponemos a prueba nuestra habilidad con el mando.
Solo por sus increíbles controles y físicas y su delicioso e imaginativo diseño de niveles ya nos bastaría para considerarlo como uno de los mejores títulos de plataformas que hemos jugado nunca, pero la cosa va mucho más allá cuando entran en juego las flores maravilla, la que es sin duda la gran novedad de esta entrega.
En cada pantalla hay escondida una de estas flores y al tocarla siempre ocurre algo que cambia por completo la dinámica de la fase que estemos jugando de formas completamente impredecibles. Eso sí, el efecto que ocurra depende del nivel en concreto en el que estemos, así que no es algo aleatorio. De este modo, puede ocurrir de todo, desde transformarnos en Goomba para afrontar una ingeniosa sección de sigilo hasta que las tuberías cobren vida, la perspectiva cambie o una estampida furiosa nos persiga a toda velocidad. Y estos son tan solo los ejemplos más básicos que podemos poner, ya que el título siempre está experimentando y superándose a sí mismo con ideas cada vez más transgresoras, originales, sorprendentes e inesperadas, lo que tiene más mérito todavía cuando nos damos cuenta de que cada pantalla tiene sus propios efectos exclusivos y que todos ellos son divertidísimos y aportan algo nuevo y refrescante a la saga. Una auténtica genialidad.
Las insignias y los nuevos objetos potenciadores
Otra de las novedades a destacar la tenemos en las insignias, unas medallas especiales que nos podemos equipar para adquirir nuevas habilidades y mejoras pasivas, lo que incluye cosas como nadar más rápido, planear o atraer monedas. Gracias a esto, podremos personalizar ligeramente nuestra experiencia de juego según nuestros gustos y necesidades, pudiendo adaptarnos a las particularidades de cualquier fase para así hacerlas más fáciles y llevaderas… o difíciles, en el caso de que apostemos por efectos con desventajas, como volvernos invisibles y no poder ver a nuestro personaje.
Sin embargo, en la práctica nos ha dado la impresión de que se trata de un añadido relativamente anecdótico que no termina de explotar todo su potencial, algo que sucede, en parte, por el hecho de que tan solo podamos equiparnos una sola insignia a la vez, pudiendo cambiarla en el mapamundi, antes de empezar un nivel y tras morir.
Al tratarse de un elemento totalmente opcional, las pantallas están diseñadas para que podamos superarlas sin insignias, por lo que resulta fácil encontrar una con la que nos sintamos cómodos y pasarnos casi todo el juego con ella. En nuestro caso concreto, muy rara vez hemos usado otra que no fuese la de Salto alto, gracias a la cual adquirimos un salto similar al que tenía Luigi en otros juegos que nos ha parecido utilísimo.
Es una pena que se les saque tan poco provecho, ya que las insignias que nos dan nuevos movimientos nos han gustado bastante por la forma en la que cambian la manera en la que jugamos, lo que nos ha llevado a pensar que quizá habría sido mejor que nos diesen una habilidad u otra dependiendo de cada nivel para que sus diseñadores hubiesen podido elaborar fases teniéndolas en cuenta.
Si decimos esto es porque para obtener estas insignias vamos a tener que superar una serie de divertidos niveles que giran en torno al movimiento que estemos intentando obtener, donde nos han obligado a hacer algunas acrobacias geniales y muy gratificantes que dejan entrever un potencial enorme poco explotado.
Lo que sí que nos ha gustado bastante son las nuevas transformaciones que se han incluido para Mario y compañía gracias a la introducción de tres objetos potenciadores inéditos: la Elefanzana, la Flor Burbuja, y el Champitaladro. No son muchas, pero todas ellas son divertidísimas y las pantallas saben sacarle bastante partido de formas muy ingeniosas, incluyendo pequeños puzles y secretos que solo podremos conseguir usándolas.
La más llamativa y promocionada es, sin duda alguna, la Elefanzana, una fruta que nos convertirá en un elefante antropomórfico la mar de adorable que puede destrozar bloques y enemigos a trompazos. Además, también tiene la capacidad de almacenar agua y usarla a posteriori para regar plantas y apagar fuegos.
En cambio, con la Flor Burbuja podemos crear burbujas para liquidar enemigos incluso a través de paredes, aunque también tendremos la posibilidad de saltar sobre ellas para llegar a lugares aparentemente inaccesibles o atajar. Por último, el Champitaladro hará que nos salga un taladro en la cabeza que, además de protegernos de los ataques que nos vengan desde arriba, también nos permitirá introducirnos bajo el suelo y en los techos. Y sí, lógicamente también podremos taladrar bloques y enemigos, incluyendo aquellos que están blindados o protegidos con pinchos.
Diversión en compañía
Por supuesto, otro de los grandes atractivos de esta nueva entrega lo tenemos en el regreso de su modo cooperativo local para hasta cuatro jugadores, pudiendo así disfrutar de toda la aventura junto a nuestros amigos y familiares, algo que, tal y como podréis suponer, multiplica la diversión. Ahora bien, conviene señalar que se han hecho algunos ajustes respecto a lo visto en títulos como New Super Mario Bros. Wii o Super Mario 3D World, ya que ahora no hay colisiones con otros jugadores, lo que elimina de un plumazo ese pequeño toque competitivo que tenían y que podía llegar a ser tan divertido como frustrante, especialmente cuando las fases se complicaban con plataformas que se derrumbaban o en las que solo cabía un único personaje.
Si nos preguntáis nuestra opinión, creemos que este nuevo planteamiento le resta algo de encanto, ya que reduce las interacciones con nuestros compañeros, las cuales suelen quedar relegadas a tocar sus fantasmas cuando mueren para resucitarlos a tiempo y no perder ninguna vida. Vidas que, por cierto, son compartidas.
Eso sí, viendo muchas de las mecánicas que tienen las fases y los efectos que suelen traer consigo las flores maravilla, podemos entender que se haya tomado esta decisión, ya que hay niveles que con colisiones se habrían vuelto demasiado caóticos e irritantes. Al menos, así se evitarán muchos divorcios que os aseguramos que se habrían producido, aunque quizá lo ideal habría sido incluir una opción para activarlas en el caso de que quisiéramos poner nuestras amistades y relaciones a prueba.
Por otra parte, conviene destacar que se ha añadido un modo online un tanto peculiar que no nos ha terminado de convencer. Cuando juguemos en línea, veremos a otros jugadores tanto por el mapamundi como dentro de los propios niveles de un modo similar a como vemos los espíritus de otros usuarios en Dark Souls cuando nos cruzamos con ellos. Esto significa que su presencia no tiene ningún impacto en nuestra partida más allá de darnos la posibilidad de resucitar si morimos, pues nos transformaremos en un espectro y tendremos unos segundos para intentar tocar a otro jugador, volver a la vida y continuar con la fase como si no hubiese pasado nada, pero no esperéis que activen mecanismos, rompan bloques o derriben plataformas. En el caso de que el sistema no encuentre jugadores, nos mostrará unas siluetas que actúan como repeticiones de las partidas de otros usuarios.
Adicionalmente, existe la posibilidad de colocar unos carteles que aparecerán en las sesiones de juego de otras personas en los mismos lugares en los que los dejemos. Si ese jugador muere y se transforma en fantasma, podrá resucitar tocando uno de estos paneles, por lo que suele ser buena idea situarlos en lugares difíciles donde la gente suela morir.
Si os somos sinceros, no nos ha terminado de gustar este planteamiento por varios motivos. El primero de ellos es que ver a otros jugadores de fondo suele distraernos y despistarnos, sacándonos un poco de la experiencia y rompiendo nuestra concentración. El segundo es que creemos que facilita mucho las cosas al darnos demasiadas oportunidades para revivir en un juego cuya dificultad está algo por debajo de la media de la saga (lo que no quiere decir, ni mucho menos, que sea un paseo, ya que hay un buen número de pantallas que os van a poner a prueba con momentos muy desafiantes y estimulantes que os harán perder varias vidas). Por último, ver carteles señalando la localización de secretos o las propias acciones de otros jugadores puede acabar por destriparnos las sorpresas que se guardan las fases.
Para más inri, el título permite crear salas privadas con amigos para poder jugar las pantallas junto a nuestros conocidos, aunque al aplicarse las mismas reglas que hay al jugar con personas aleatorias, no se trata de un cooperativo real como el que encontramos en el modo local. Entendemos que Nintendo ha querido crear una experiencia más comunitaria para que no nos sintamos solos y podamos compartir la experiencia con el resto de la comunidad, pero el título nos parece mucho mejor y más divertido con las funciones online desactivadas.
El precioso Reino Flor
En otro orden de cosas, nos toca aplaudir con fuerza su precioso apartado gráfico. Los modelados tanto de los personajes como de los enemigos es sensacional, los escenarios son bonitos y tienen una buena cantidad de detalles sin llegar a estar sobrecargados para evitar distracciones y permitir una buena legibilidad de lo que ocurre en pantalla, la dirección de arte es muy imaginativa y se atreve a hacer un buen número de locuras, la nitidez de la imagen es total tanto en sobremesa como en portátil, el rendimiento es impecable y las animaciones son una maravilla. De hecho, esto último diríamos que es lo que más nos ha gustado de la faceta técnica del juego, pues los personajes tienen montones de cuidadísimas animaciones distintas para todo tipo de situaciones, lo que los dota de una expresividad pocas veces antes vista en una obra de estas características. Además, casi todas suelen ser graciosísimas, como la que vemos cuando nuestro héroe o heroína se transforma en elefante e intenta entrar en una tubería, momento en el que se queda ligeramente atascado y tiene que esforzarse para pasar por ella.
El sonido tampoco se queda atrás con una banda sonora muy animada, variada y que se comporta de forma dinámica para cambiar su instrumentación según nuestro estado o lo que suceda durante el nivel. No creemos que sus nuevos temas puedan competir con las melodías más legendarias y míticas de la serie, pero hay mucha calidad aquí y la mejora respecto a lo que escuchamos en las diversas entregas de New Super Mario Bros. es más que notoria, ambientando cada fase a la perfección y aportando un puntito extra de locura cuando las flores maravilla hacen acto de presencia. Los efectos, por cierto, nos han parecido incluso mejores que la propia música: hay infinidad de ellos y tienen un protagonismo gigantesco en el desarrollo de los niveles, aportándonos muchísima información sobre lo que está sucediendo y creando una armonía perfecta entre imagen, sonido y jugabilidad.
Finalmente, en lo que respecta al doblaje, existen unas flores parlantes repartidas por todos los niveles que nos dan pistas y hacen comentarios cómicos de viva voz en perfecto español. Y sí, Charles Martinet ha cedido el testigo y ya no interpreta ni a Mario ni a Luigi, una labor que ahora recae sobre Kevin Afghani, quien lo hace realmente bien, especialmente a la hora de imitar lo gritos y expresiones habituales de ambos hermanos. Eso sí, cuando dicen alguna frase se nota demasiado el cambio de actor y os mentiríamos si os dijésemos que no nos está costando habituarnos a ello. A fin de cuentas, llevamos más de un cuarto de siglo escuchando a estos personajes con la voz de Martinet y nos cuesta concebirlos de otro modo.
Conclusiones
Super Mario Bros. Wonder es, como su propio nombre indica, una auténtica maravilla. Un juego de plataformas divertidísimo que siempre nos tiene con una sonrisa en la boca y que nunca deja de sorprender con sus innumerables ideas, con un diseño de niveles muy creativo e impredecible y con mecánicas y situaciones a las que no les importa lo más mínimo experimentar y romper con los cánones de la serie para explorar nuevos territorios. No ha habido ni un solo momento en las cerca de 20 horas que nos ha llevado completarlo al 100 % en el que nos hayamos aburrido y hasta el mismísimo final no ha parado de bombardearnos con nuevas sorpresas inesperadas. Y todo ello acompañado por un control y unas físicas imbatibles.
Todavía es demasiado pronto para decir si es el mejor Super Mario Bros. 2D que se ha hecho nunca, pero lo que sí tenemos muy claro es que no nos lo pasábamos tan bien con uno desde Super Mario World, siendo con mucha diferencia la entrega más fresca, atrevida, transgresora y divertida que se ha hecho desde entonces. Todo un imprescindible.
Hemos escrito este análisis gracias a un código de descarga que nos ha ofrecido Nintendo.