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Fecha de lanzamiento:
Switch:
PC:
FICHA TÉCNICA
Desarrollo: TOYBOX
Producción: Rising Star Games
Distribución: eShop
Precio: 49,99 €
Jugadores: 1
Formato: Descarga
Textos: Español
Voces: Inglés
Online: -
ANÁLISIS

Análisis Deadly Premonition 2 A Blessing in Disguise, Zach camina conmigo (Switch, PC)

Una de las aventuras más especiales de la última década vuelve con una inesperada secuela que brilla con su historia y personajes, pero que naufraga en un mal uso de la acción y el mundo abierto.
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Actualizado: 21:31 17/8/2020
Análisis de versiones Switch y PC.

Los caminos para convertirse en un juego de culto son inescrutables, y el de Deadly Premonition fue especialmente divertido e inesperado. Un producto con todas las papeletas para fracasar, con un desarrollo bastante accidentado como el resultado hacía evidenciar, pero que se ganó el cariño de muchos jugadores al proponer un thriller de terror en mundo abierto que derrochaba personalidad y carisma, y que pese a sus múltiples carencias era muy disfrutable, especialmente para los fans de la mítica serie Twin Peaks, a la que "homenajeaba" sin ningún rubor su director, el peculiar Hidetaka Suehiro, más conocido como SWERY o Swery65.

En una de las secuelas más improbables que recordamos, llega Deadly Premonition 2: A Blessing in Disguise en exclusiva para Nintendo Switch, un juego que repite las virtudes del primero, como una historia con mucho encanto, personajes tan excéntrico como entrañables y sobre todo un protagonista muy carismático, pero que también vuelve a caer en los mismos errores, con unas escenas de acción muy tediosas y un apartado técnico lamentable, e incorporando además nuevos defectos a la fórmula, como aburridas misiones de relleno para alargar la historia principal que hacen un uso nefasto del mundo abierto.

En lugar de quedarse solo con lo bueno del primero, que era mucho, y desechar lo que no funcionaba, de manera un tanto tozuda han vuelto a ofrecernos una aventura llena de altibajos que seguro que sabrán disfrutar los fans del primero, pero cuyos defectos, diez años después, son todavía más imperdonables e innecesarios, en un juego que si se hubiera centrado solo en la narrativa hubiera sido fantástico.

Una secuela precuela

Deadly Premonition 2 transcurre nueve años después de los acontecimientos del primer juego y cinco años antes de los mismos, en dos partes bien diferenciadas. Por un lado en el presente, con dos agentes del FBI, Aaliyah Davis y Simon Jones, interrogando al agente especial Morgan, ya retirado, sobre un caso de asesinato aparentemente resuelto hace unos cuantos años. Y por otro lado, el grueso de la aventura, controlando a Francis York Morgan en una pequeña localidad de Luisiana en el año 2005, cuando de casualidad, estando por allí de vacaciones, se topa con un cruento asesinato, que no podrá evitar ponerse a investigar. Con una historia muy interesante, llena de giros y sorpresas, se conectan perfectamente los acontecimientos del primer y el segundo juego, y sobre todo, seguimos disfrutando de la peculiar "pareja" formada por el agente Morgan y su amigo Zach, que nos parece, aunque suene exagerado, uno de los mejores personajes de la historia de los videojuegos.

Nuestro querido agente Morgan regresa más loco que nunca.

Si bien la historia realmente no es ninguna maravilla, con una serie de asesinatos, rituales y dramas familiares un tanto retorcidos y especialmente inverosímiles, la verdad es que es bastante entretenida, pero en lo que realmente brilla Deadly Premonition 2, como el primero, es en sus excéntricos personajes, con unos diálogos divertidísimos, impredecibles y repletos de referencias cinematográficas. Si bien en el primero, un juego que podríamos considerar un accidente, su excentricidad resultaba natural, en esa extraña y fina línea entre la broma y el drama que tan bien captaba de la obra de David Lynch, aquí por momentos se nota más forzado, sus personajes a veces resultan demasiado estrafalarios y pasados de rosca, intentando repetir la broma e incluso llevándola un poquito más allá, sabiendo que es algo que gustó mucho. En cualquier caso, hemos entrado en su juego y nos lo hemos pasado en grande, y es sin duda en lo narrativo donde más brilla.

En nuestra investigación por Le Carré nos acompañará Patricia Woods, la hija del sheriff del pueblo, un personaje genial, que ofrece unas divertidísimas conversaciones con Morgan.

Tanto es así, que con la lección aprendida del primero y viendo que tampoco han contado con mucho presupuesto para desarrollar esta secuela, no entendemos por qué no se han centrado en lo que mejor saben hacer, en la historia, los personajes y en la investigación criminal, y han tenido que volver a incorporar unas tediosas escenas de acción que no solo no es que no sumen, sino que además restan, y bastante. No son muchas por suerte, unas cuatro a lo largo de toda la aventura, pero son lo suficientemente largas y pesadas para que resulten traumáticas. Partiendo de que no se controla ni se apunta demasiado mal, tenemos que luchar con una pistola contra una serie de repetitivos monstruos en unos pasillos y salas de tamaño reducido totalmente clónicos, que parecen generados aleatoriamente, durante muchos, muchos minutos, y sin ofrecer ningún tipo de reto, es muy fácil, siendo solo un desafío a nuestra paciencia. Todo esto aderezado con algunos jefes finales que en la misma línea dejan mucho que desear, y que son facilísimos.

Un peculiar mundo abierto

Gran parte del encanto del primero era ofrecer una aventura de terror en mundo abierto, lo que iba a ser originalmente el ambicioso Alan Wake pero que finalmente tuvieron que abortar. Como ya demostró Deadly Premonition, tiene su gracia el investigar en un pueblo una serie de asesinatos mientras conocemos a sus peculiares habitantes ocupados en sus quehaceres diarios, habiendo espacio para la exploración y las historias y actividades secundarias. Para bien y para mal, el mundo abierto se ha potenciado en esta secuela, hay bastantes cosas que hacer por Le Carré, no demasiado interesantes la verdad, y se siente desaprovechada la oportunidad de haber incluido buenas misiones secundarias. También hay una serie de anecdóticos sistemas de 'simulador de vida' que resultan simpáticos, como el hecho de tener que alimentarnos, descansar, mantener una higiene o poder resfriarnos si dormimos al aire libre, que hacen que el juego parezca más complejo de lo que realmente es, pero que son tan livianos que no molestan.

Perros salvajes, cocodrilos, ARDILLAS, la fauna de Le Carré es peligrosa.

Hay un montón de actividades o recados casi más propios de un MMO, como recoger cierto número de objetos o cazar animales, que no son más que relleno, así como un sistema de crafteo para crear unos talismanes que mejoran nuestras características, y una serie de minijuegos que en algunos casos tienen su gracia como los bolos o lanzar guijarros al agua ('cabrillas', algo que nosotros conocíamos como hacer la rana), o el monopatín, que sirve de medio de transporte por todo el pueblo, sustituyendo al coche, y con el que también podemos participar en una serie de desafíos que no son divertidos por lo tosco y poco agradable que es el control.

Toda esta serie de distracciones o entretenimientos fuera de la historia principal se pueden obviar perfectamente, pero el problema del mundo abierto viene cuando nos obligan a pasar por ciertos trámites para avanzar en la historia, que la primera o la segunda vez podrían hasta tener su gracia, como una especie de crítica a lo peor de los sandbox, pero que en cierto momento te llegas a preguntar si te están tomando el pelo, con algunos de los momentos más tediosos que recordamos en un juego reciente.

El minijuego de las cabrillas es tan simple como efectivo.

Por ejemplo, tener que buscar de manera aleatoria en todas las máquinas expendedoras del pueblo un objeto que solo venden en una, seguir a un perro por todo el mapa durante unos 20 minutos -que parecen 2 horas, y que encima tuvimos que repetir porque se nos colgó el juego al terminarla...-, o tener que esperar a que sea lunes para pedir un plato concreto en el restaurante del pueblo, que imaginad la gracia que hace si este requisito te pilla en martes o en miércoles, algo bastante probable. Este defecto, usar el mundo abierto de las peores maneras que os podáis imaginar para alargar el juego e impedirnos avanzar en la historia, no estaba en el primero, y se lo han sacado de la chistera en la secuela, como si necesitara de añadir algún defecto más a la fórmula, en vez de haber detectado todo lo que no funcionaba y haberlo dejado atrás.

En el pueblo hay multitud de actividades y misiones secundarias, aunque hay tanta paja que cuesta ver lo verdaderamente interesante.

Así tenemos una historia que dura unas 15 horas (no lo sabemos a ciencia cierta, el contador interno del juego se ha 'roto' y pone que hemos jugado más de 130...), en la que hay momentos muy buenos, siempre relacionados con los personajes y la narrativa, y otros muy pesados y casi desesperantes, como las escenas de acción o paseos innecesarios por el mundo abierto. Al final te encariñas tanto del agente Morgan, es tan genial este personaje, que se te pasa un poco el cabreo por todos los malos momentos vividos, y deja un regusto relativamente bueno.

Un desastre técnico

Como si se tratara de un homenaje al primero, esta segunda parte también naufraga en el apartado gráfico, con graves problemas de rendimiento en el mundo abierto, con muchos problemas para mantener los 30fps, y eso que visualmente es uno de los juegos más discretos que hemos jugado en mucho tiempo, con cosas más propias de un título de los primeros años 2000. Aunque parezca exagerado, en algunos momentos se ve incluso peor que el primero.

No hace falta hacer demasiada leña del árbol caído, las imágenes o vídeos hablan por sí solos.

Todo esto, que evidentemente es grave, nos parece el menor de sus problemas, sabíamos a lo que veníamos y no nos ha resultado en ningún momento un impedimento para poder disfrutarlo, aunque también entendemos que cada uno tiene sus tragaderas. Lo que más se hace notar para mal son los tiempos de carga, al entrar y salir de exteriores, muy prolongados, y que sí afectan al ritmo de la aventura.

En el sonido tenemos unas correctas voces en inglés, nos encanta la interpretación de Morgan y algunos secundarios, con unos buenos subtítulos en español, y una banda sonora simpática, pero menos inspirada que la del primero, no nos ofrece temas tan míticos o extraños.

Una accidente no puede repetirse dos veces

Pese a todas las pegas que le hemos puesto, si sois muy fans del agente Morgan tenéis que jugarlo, es un personaje inolvidable.

Pese a sus múltiples problemas, que no son pocos, si disfrutasteis del primero seguro que podréis hacerlo con este, es un juego muy autoconsciente y pensado para los fans de Deadly Premonition, y sus mayores virtudes se mantienen, aunque también repite los mismos problemas y añade algunos nuevos, además de no ser tan fresco y espontáneo, sus excentricidades se notan más forzadas. Es una pena, porque si se hubiera centrado totalmente en los personajes y la narrativa, que es lo mejor sabe hacer, no habría que andar recomendándolo con tantas advertencias, y diez años después tienen menos excusas para repetir los mismos pecados. En cualquier caso, su peculiar y carismático protagonista nos lo ha hecho pasar tan bien que nos quedaremos con ese recuerdo, y con el paso del tiempo acabaremos enterrando en nuestra memoria todos sus momentos de tedio.

Hemos realizado este análisis con un código que nos ha proporcionado Nintendo.

Redactor

NOTA

6.5

Puntos positivos

Su genial protagonista, un personaje ya mítico.
Los diálogos, divertidísimos e interesantes.
Un juego con carisma y mucha personalidad, recuperando de manera inteligente las virtudes del primero.

Puntos negativos

Misiones tediosas que juegan con nuestra paciencia y nos impiden avanzar en la interesante historia.
Las escenas de acción no pueden ser más aburridas.
Técnicamente es lamentable.

En resumen

Una secuela improbable que hereda las virtudes del primero, como una historia con encanto y un protagonista muy carismático, pero que repite e incluso amplifica algunos de sus errores, con momentos muy tediosos.