Análisis NHL 25, la revisión anual del simulador de hockey sobre hielo, por primera vez exclusivo de nueva generación (PS5, Xbox Series X/S)
Puede que por estos lares el hockey sobre hielo sea un deporte relativamente poco conocido o incluso que la mayor parte de los lectores lo reconozcan más por sus famosas peleas que por la espectacularidad de su juego, pero lo cierto es que se trata de uno más llamativos y apasionantes de los que se puede disfrutar. El frenesí de los partidos se ha trasladado al mundo de los videojuegos ya desde la década de los ochenta, disfrutando de su máximo apogeo durante los noventa, especialmente gracias a su puesta en escena arcade, tan sencilla como directa.
Y aunque es cierto que durante el primer lustro de los años dos mil tanto EA como 2K sufrieron para adaptar su rápido estilo de juego a nuestros televisores, también lo es que EA Vancouver, el estudio que se encarga de la franquicia desde hace ya bastante tiempo, se cubrió de gloria allá por 2009, cuando NHL sorprendió a propios y extraños con un impresionante motor gráfico y un control intuitivo, perfecto para el control del puck gracias a los sticks analógicos de nuestro mando.
EA conquistó el mercado de tal forma que sus rivales (principalmente 2K) se retiraron de la batalla, dejando al estudio canadiense como el único capaz de ofrecer una simulación digna.
Exclusiva de nueva generación
Quince años más tarde, y tras una generación en la que se añadieron algunos interesantes modos de juego, la edición anual de NHL se presenta por primera vez de forma exclusiva para consolas de nueva generación. NHL 24 dejó tras de sí un sabor de boca agridulce, lastrado por pocas novedades y con el único incentivo de añadir un nuevo sistema de fatiga en el rendimiento de los jugadores que, si bien no revolucionó el concepto de juego, sí que aportó algunos cambios interesantes en la forma de entender los movimientos de líneas y rotación de jugadores, tanto en la pista como en los vestuarios. Su poca o nula evolución gráfica se achacó, como suele suceder en estos casos, al hecho de que EA Vancouver estaba supuestamente centrada en la actual edición.
Y no es del todo mentira, al menos en parte. Las novedades de esta edición se centran en el aspecto gráfico, lo que se traduce en una notable mejora en las animaciones de los jugadores y especialmente en su digitalización. En ediciones pasadas se criticó duramente el aspecto que lucían los jugadores menos conocidos, así como sus movimientos, algo robóticos, y la falta de personalización en la celebración de goles o de momentos puntuales durante los partidos. Basta con disputar un par de enfrentamientos para entender que EA Vancouver ha invertido gran parte de su esfuerzo en dotarlos de mayor dinamismo, con movimientos más fluidos, impactos más precisos y comportamientos que por lo general nos recuerdan a una retransmisión en directo.
Se han añadido alrededor de doscientas cincuenta nuevas animaciones, nuevas tomas de cámara (por fin, tras años esperándolo) para los momentos estelares de los partidos (tiros, impactos, colisiones, etcétera), así como también se ha mejorado el ambiente de los estadios, que ya de por sí era bastante fidedigno y alcanzaba altas cotas de realismo. Es fácil dejarnos llevar por el ambiente, los cánticos de la grada o la emoción que se respira en momentos cumbre. El hielo, con su particular brillo, desgaste, suciedad y demás muestra ahora un aspecto sobresaliente, a todas luces el mejor que hemos podido disfrutar nunca en un NHL y podríamos decir que probablemente también en cualquier otro videojuego (algo comprensible dada la enorme importancia que tiene este elemento en el comportamiento del puck y de los jugadores).
¿El mejor NHL a nivel visual?
No es ninguna locura decir que, a nivel visual, NHL 25 es la edición más completa que jamás hemos visto, lo que no implica que sea insuperable. Aunque se han incluido nuevas animaciones y mejorado la presentación de los partidos, hay algunos momentos que siguen transmitiendo una sensación robótica y poco realista, sobre todo en lo que a la celebración conjunta de goles se refiere o a la hora de provocar una pelea. No es nada que no suceda también en otros títulos deportivos, pero sí es cierto que llevamos ya tiempo esperando alguna mejora sustancial en este sentido. Pese a estos pormenores, lo cierto es que a nivel estético los partidos transmiten todo el vértigo y el dinamismo que se le presupone a uno de máximo nivel de hockey sobre hielo.
Esta sensación se debe en parte a otra de las grandes inclusiones de esta edición, que en realidad viene a ser un compendio de varias mejoras que se han reunido bajo la denominación ICE-Q. La primera y más importante, Next-Gen Vision Control, determina cómo se comportan los jugadores sobre el hielo con respecto al puck. Esto implica que, a la hora de tirar, el jugador se orienta de manera automática de cara a la portería, o a que corrige por sí solo su posición a la hora de mover el stick con la intención de robar el disco del contrario. Lo mismo sucede con las fintas, ahora más realistas (aunque no necesariamente más eficientes). Aunque sobre el papel es un añadido fundamental (así lo ha recalcado EA en toda la campaña publicitaria del juego), en la práctica es cierto que mejora la sensación visual, pero no aporta nada realmente significativo al juego.
Es decir: sí, cualquier jugador experimentado verá rápidamente que las animaciones han mejorado, pero determinar cómo se plasma esto durante la partida es más difícil, algo que en parte se debe también a que nadie nos explica exactamente cómo podemos sacar el mayor rendimiento a este aspecto. El modo Práctica sigue brillando por su ausencia (de nuevo, aunque seguimos sin saber el motivo), por lo que los jugadores que no sepan exactamente en qué consiste esto del hockey sobre hielo pasarán seguramente un mal trago a la hora de entender los distintos modos de juego y conceptos de la mecánica de control del stick y manejo del jugador.
Esta extraña sensación con respecto a la utilidad de estas novedades se debe en parte también a que es fácil confundirla con la nueva IA, tanto de los rivales como de los miembros de nuestro equipo, que ahora se posicionan de forma más inteligente a la hora de aguantar el puck durante un ataque o de desmarcarse en movimientos específicos. Habrá jugadores que sepan valorar esto y otros, cuyo juego sea tal vez más caótico o poco convencional, que no encuentren aquí ninguna diferencia con respecto a la edición del año pasado. Tanto Next-Gen Vision Control como la IA mejorada aportan, como decimos, más calado visual al paquete de juego, pero no necesariamente a las sensaciones que experimentamos durante los partidos. En realidad, y salvando la parte visual, por momentos es posible que sintamos que no ha cambiado absolutamente nada con respecto a la edición del año pasado, porque básicamente es lo que transmite el juego durante la mayor parte del tiempo.
Un nuevo modo Franquicia
Aunque durante algún tiempo EA se centró en mejorar el rendimiento y los modos online de sus franquicias deportivas, parece que en los últimos años la empresa de origen canadiense ha vuelto a esforzarse por recuperar el brillo del modo Franquicia, destinado a que nos convirtamos en el director deportivo de un equipo y tomemos toda clase de decisiones a lo largo de la temporada. La novedad más importante de esta edición llega precisamente en este sentido, con un modo Franquicia en el que se han optimizado los menús y añadido nuevos conceptos relacionados con los fichajes de jugadores, el trato con los mismos y en general al manejo de todo tipo de información relevante, tanto para sacar el máximo rendimiento a nuestra plantilla como para no perdernos ni un detalle de cómo evoluciona el resto de nuestros oponentes.
Un buen ejemplo de ello es la imperiosa necesidad de dialogar con un agente libre (un jugador que no está fichado por ningún equipo) para conocer sus intereses y necesidades antes de poder contratarlo. Los diálogos que hemos de mantener son interesantes y desvelan algunos aspectos que son de interés general para poder prever si un jugador concreto encajará bien en las necesidades que hayamos determinado para nuestra plantilla. La posibilidad de establecer nuevas cláusulas y condiciones para el fichaje influye también mucho en el nuevo sistema de juego, o lo que es lo mismo: ahora podemos cambiar drásticamente cómo queremos que juegue nuestro equipo, algo para lo que será fundamental convencer previamente a los jugadores de ello. Aunque en la práctica no se trata de algo totalmente fundamental para alcanzar el éxito (eso se sigue determinando en la pista), sí que se agradece que EA Vancouver haya dotado a este apartado de más calado.
¿Alguna novedad más?
Es cierto que las novedades del modo Franquicia son de agradecer, pero ¿qué encontramos en el resto de modos de juego? Uno de los aspectos que llevan pidiendo a gritos novedades significativas es el modo Be a Pro, uno de los más destacados (y valorados) por los aficionados desde su inclusión hace ya unos cuantos años. Aquí por desgracia no solo no hay cambios significativos, sino que se emplean exactamente los mismos vídeos y animaciones del año pasado. Los diálogos recurrentes en forma de texto que tienen lugar terminan por aburrir, la falta de dinamismo a la hora de abordar nuestra carrera es alarmante y el hecho de no contar con nada nuevo hace que nos preguntemos por qué el estudio canadiense sigue ignorando esta faceta a sabiendas de la importancia que tiene en la comunidad de jugadores.
Al margen de esto, no hay novedades significativas en los modos online a excepción de la aparición del denominado Wildcard en Hockey Ultimate Team, una modalidad que implica un puñado de reglas exclusivas que van cambiando en cada temporada, como distintos topes salariales o limitaciones relacionadas con el número de jugadores de una nacionalidad específica que podemos tener en nuestro equipo. Asimismo, se ha incluido un sistema de progresión que combina la experiencia que hemos obtenido en distintas modalidades en una única vía, desbloqueando determinadas recompensas especiales. No son novedades que cambien drásticamente la forma de entender o de afrontar HUT, pero al menos se ha tratado de añadir algo para evitar tener la sensación de que estamos ante una edición realmente nueva y no de un parche o de una simple actualización.
Conclusiones
NHL 25 se puede resumir en pocas palabras: mejora visualmente todo lo que habíamos visto hasta el momento en el mundo del hockey sobre hielo, pero no aporta prácticamente nada nuevo a nivel jugable salvo por los añadidos del modo Franquicia. Las nuevas animaciones de los jugadores son un lavado de cara que pedíamos a gritos desde hace años, pero el resto de las novedades, con las que supuestamente se debería de mejorar la sensación sobre el hielo, dan la impresión de ser más de carácter visual que algo relacionado con cómo debemos manejar a los jugadores, pese a que sobre el papel prometían ser justo lo que la franquicia necesitaba. Algunos modos de juego no se actualizan desde hace años; otros, como el modo Práctica, imprescindible para jugadores que no estén familiarizados con la mecánica de juego o incluso para conocer en profundidad cómo funcionan las novedades, simplemente siguen sin aparecer.
Esta circunstancia, que se viene dando ya desde hace un par de temporadas, no implica que la experiencia de juego no merezca la pena ser disfrutada. Nada más lejos de la realidad: NHL 25 ofrece momentos muy entretenidos, como todos los años. Simplemente parece que la fórmula de lanzamientos anuales ya no da más de sí.
*Hemos realizado este análisis gracias a un código para PS5 proporcionado por EA.