Análisis The Room VR: A Dark Matter, escape & click (PS4, PS5, PC)
Uno de los aspectos que siempre nos gusta destacar de los títulos de realidad virtual es la interacción; intentar hacerte sentir que estás en ese lugar al que quiere transportarte y hacerte sentir que estás allí. Esto es algo que muchos títulos no terminan de conseguir pero, desde luego, no es el caso del que hoy nos ocupa. The Room VR: A Dark Matter es un juego muy interesante, que consigue arrastrarnos a un mundo virtual e, incluso con sus elementos fantásticos, hacernos sentir que estamos allí.
Puzles en nuestras manos
La mejor manera de describir The Room VR: A Dark Matter es una mezcla de aventura gráfica y escape room, en la que se nos enfrenta a diferentes misterios que tenemos que resolver explorando diferentes escenarios, encontrando objetos y combinándolos. Pensad en un point & click clásico, en el que nos encontramos rodeados de diferentes objetos con los que podemos interactuar, pero estos objetos se extienden en las tres dimensiones y, además, podemos usarlos con nuestras manos.
A nivel jugable es muy sencillo: nos teletransportamos a diferentes zonas claves, y toqueteamos lo que tenemos a nuestro alrededor. La complejidad llega de los puzles. Es un título en el que vamos a tener que pensar, estudiar cada objeto y averiguar qué hacer con ellos. Los primeros dos niveles, en general, son bastante accesibles. El primero, en la comisaría, nos introduce la historia y las mecánicas, mientras que el segundo, en el Instituto Arqueológico Británico es la primera prueba real donde, más o menos, vamos aprendiendo a poner en práctica todo lo aprendido en el tutorial.
Además de lo lógico –es decir, abrir cajas, mover cuerdas, tirar de palancas, examinar objetos...–, también tenemos que usar los poderes especiales de nuestro protagonista, los cuales obtenemos a través de una lente. Esta lente nos permite ver elementos ocultos en el escenario, o incluso entrar en portales que nos convertirán en un ser de apenas unos centímetros de altura. Todo esto va ampliando las posibilidades de resolver cada puzle, y nos hará pensar bastante. Hay algunas cosas que son lógicas (esto tiene esta forma, entonces encaja aquí), pero otras son un poco por falta de opciones (no me queda otra cosa que probar, tiene que ser esto).
Aunque recomendamos no recurrir a ellas, tenemos dos sistemas de pistas que nos ayudan a progresar. El primero de ellos –mirar a través de ciertas notas con la lente– nos indica hacia dónde ir, mientras que el segundo nos da hasta tres pistas –sutil, menos sutil y solución– a nuestro antojo. Terminar la aventura tiene una duración variable, ya que se basa en lo que tardemos en dar con la solución, y a nosotros nos ha llevado alrededor de unas cuatro horas, por lo que si queréis maximizarla os recomendamos evitarlas en la medida de lo posible.
En cualquier caso, el diseño de las fases es muy satisfactorio, y siempre tienes la sensación de estar progresando, de descubrir algo nuevo, y de estar desvelando un secreto. Creemos que hay margen de mejora en ciertos puzles para hacerlos más lógicos, aunque, como siempre, esta percepción depende un poco del jugador.
Un terror oculto
Una de las cosas que más nos ha gustado de The Room VR: A Dark Matter es su ambientación. La historia, un tanto discreta, con su puntito lovecraftiano, y que tampoco evoluciona demasiado, nos lleva a investigar una extraña desaparición, y para ello pasaremos por escenarios como una iglesia o la choza de una bruja; entornos que sin ser terroríficos consiguen transmitir una sensación de incomodidad. Si sois de los que sufren con los juegos de miedo, podéis estar tranquilos, que no os va a asustar nadie, incluso si hay una sensación de mal rollo constante.
Visualmente, se ve genial. Tiene detalles propios de un título independiente, pero en general no le podemos poner pegas a su apartado gráfico. De hecho, incluso se han traducido texturas para que podamos jugar en español sin recurrir a subtítulos, algo muy de agradecer en realidad virtual. En lo sonoro tenemos un trabajo muy sutil pero efectivo, centrado en crear una buena mezcla ambiental que ayuda a la inmersión. En lo que respecta a las interacción y la detección de movimiento, no hemos tenido ningún problema. Jugando con los dos PlayStation Move –imprescindibles para jugar–, nos ha reconocido las manos en todo momento, y aunque algunas reacciones de los objetos virtuales son mejorables, cumple con creces.
Como nota, sólo podemos desplazarnos con el teletransporte. Hay ciertas zonas claves en el escenario, que se iluminan al pulsar el botón Move, y a las que podemos trasladarnos con tan sólo apuntar con el mando. No hay opción de desplazamiento libre, pero esto es una decisión de diseño, ya que los entornos están diseñados para ser explorado desde puntos determinados.
Un lugar del que escapar
El paso de Fireproof Games de móviles a dispositivos de realidad virtual les ha sentado tan bien como a su saga móvil The Room. Los veteranos de Burnout han demostrado una gran soltura adaptando la fórmula a este nuevo formato, y hemos disfrutado mucho resolviendo los misterios que nos proponen. Es cierto que puede hacerse un poco breve y la rejugabilidad es nula –salvo que esperemos a que se nos olviden las soluciones–, pero aun así nos parece un título muy recomendable si os gusta este tipo de aventuras.
Hemos realizado este análisis en PS4 Pro con un código de descarga proporcionado por Sony.