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PC:
PS4, Switch:
FICHA TÉCNICA
Desarrollo: Edelweiss
Producción: XSEED Games
Distribución: Meridiem Games
Precio: 39,99 €
Jugadores: 1
Formato: Blu-ray
Textos: Inglés
Voces: Inglés/Japonés
Online: -
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Análisis Sakuna: Of Rice and Ruin, costumbrismo divino entre arroz y demonios (PS4, PC, Switch)

Una entrañable historia del Japón rural, casi costumbrista, combinando frenéticos combates en dos dimensiones con un metódico y profundo sistema de cultivo de arroz.
Análisis de versiones PS4, PC y Switch.

Takeribi, dios de la guerra, y Toyohana, diosa de la cosecha, tuvieron una hija, Sakuna, que ha heredado las habilidades de ambos. Esta divinidad es la protagonista de Sakuna: Of Rice and Ruin, el nuevo juego del estudio japonés Eldeweiss, un equipo de tan solo dos personas que ha publicado la mayor parte de su producción exclusivamente en Japón, pero a quienes conocemos bien en Occidente por haber lanzado Astebreed en 2014, uno de los mejores matamarcianos de aquel año. Este nuevo proyecto ya está disponible en PC a través de Steam y llegará el 20 de noviembre a PS4 y Nintendo Switch.

Sakuna vive alegremente en el reino de los dioses, donde come abundante arroz sin preocuparse de sus privilegios, pero un buen día una familia de humanos se cuela sin permiso y provocan el destierro de la diosa a una isla plagada de demonios.

Allí tendrán que asentarse, acondicionando la vieja granja familiar, para recuperar el territorio a base de cazar y cultivar arroz; así se establecen las dos facetas principales de Sakuna: Of Rice and Ruin, un juego que plantea esta entrañable historia creando una impresionante sinergia entre el hack'n'slash en dos dimensiones y la gestión de granjas en tres dimensiones.

Cultivo de arroz con una inesperada profundidad

La gestión de la granja orbita alrededor de las mecánicas del cultivo del arroz, que se desarrollan a lo largo de un año completo: en primavera aramos el campo y fertilizamos, en verano controlamos el flujo del agua y vamos quitando malas hierbas que aparecen en la tierra, en otoño recogemos, dejamos secar, trillamos los granos con el kokibashi, una herramienta tradicional japonesa, y finalmente lo descascaramos en un mortero. Todo para que en invierno, que no se puede plantar, podamos alimentarnos a nosotros mismos y a nuestros compañeros humanos.

Este proceso, que puede parecer una labor de desarrollo rápido y mecánico, se representa con un pasmoso realismo: no es que sea un simulador al estilo Farming Simulator 19, pero tampoco se deja llevar tanto por lo arcade como Stardew Valley. Su recreación del cultivo del arroz trata con sumo respeto el trabajo de los agricultores japoneses, aprendiendo de sus técnicas modernas y ancestrales, y adaptándolas al videojuego como las laboriosas, metódicas y poco agradecidas faenas que son en realidad.

Nada más llegar a la granja tendremos que plantar uno a uno los brotes de arroz, sirviéndonos de las técnicas y las herramientas tradicionales.

Cultivar arroz es cansado y lento, y Sakuna: Of Rice and Ruin da buena cuenta de ello convirtiéndolo en un conjunto de mecánicas no especialmente desafiantes en lo físico, pero sí en lo estratégico: el resultado de cada plantación anual dependerá de un intrincado sistema de factores que hemos de tener en cuenta en cada parte del proceso, desde la cantidad o la temperatura del agua, hasta los ingredientes del fertilizante que nosotros mismos tenemos que fabricar con las heces de la familia.

Dependiendo de todos estas variables, y de las habilidades de siembra que vayamos adquiriendo en la aventura, saldrá un tipo de arroz u otro, cada uno con unas características únicas que afectarán a nuestras capacidades en el combate: si descascaramos menos el arroz conseguiremos arroz moreno, una variante que sacia y afecta de manera diferente a las habilidades de Sakuna, y si le damos más con el mortero obtendremos arroz blanco. El juego es así de detallista con cada una de las fases del cultivo.

Cada fase del cultivo tiene sus propias mecánicas, la mayoría de ellas muy bien adaptadas al movimiento que hacemos en el mando.

De hecho, no sólo es minucioso con la producción del arroz y con sus efectos, también con el resto de alimentos que se pueden conseguir y con cómo se ingieren. En las incursiones a los niveles 2D obtendremos materiales e ingredientes que se le pueden dar a Myrthe para que prepare la cena, de la cual nosotros podremos seleccionar el menú con cinco platos que también afectarán a nuestras estadísticas.

Además, la comida cruda se puede poner mala, así que hay que tratarla -dejando la carne secar al sol, por ejemplo- para que no caduque. Hay tantos pormenores a tener en cuenta que Sakuna: Of Rice and Ruin demuestra que este profundo sistema no es sólo un añadido a su combate en dos dimensiones, sino que es una parte fundamental de la experiencia, casi con más importancia que la acción en sí. Eso sí, como buen juego japonés sus menús e interfaces tienen la misma profundidad y pueden resultar un tanto obtusos de primeras.

Dependiendo de los ingredientes que consigamos podremos pedirle a Myrthe que prepare un menú u otro, lo que afectará a nuestras estadísticas de combate.

Combate frenético, pero con espacio para la mejora

La otra parte del juego, la que le hace valedor de la etiqueta de hack'n'slash en dos dimensiones, se desarrolla en niveles independientes y semiabiertos que representan partes de la isla que debemos explorar para encontrar alimentos y secretos, además de para acabar con los demonios que la pueblan. Sakuna y los demás hablan de eso como "ir de caza", aunque a efectos prácticos son combates contra enemigos que eventualmente dropean carne y otros ingredientes.

Aquí tenemos a nuestra disposición una serie de ataques que se irán ampliando a medida que vayamos subiendo de nivel, pero que principalmente se asientan en varias claves básicas: ataques físicos, ataques mágicos, salto y una especie de gancho que sirve para hacer un dash hacia los enemigos agarrándote a ellos. Todas estas acciones se relacionan para llevar a cabo combos que fluyen cuando adquieres la destreza necesaria para encadenar golpes; por mucho que pueda parecerlo, no es un juego machacabotones, de hecho valora que no luches a lo loco y puede llegar a penalizarte si lo haces dejándote vendido ante los enemigos.

En cada escenario hay una serie de enemigos fijos que llegan por oleadas. También varios objetivos y secretos que tendremos que completar para subir nuestro nivel de exploración.

El combate, que funciona mejor mientras más enemigos haya en pantalla, es un frenesí de efectos y numeritos que encantará a los amantes de los juegos de acción japoneses; de esa genealogía surge también ese casi adorable equilibrio entre sobreexplicar algunas cosas, hasta el punto de hacerse pesado, y no contar cómo funcionan otras, como el parry, que lo tienes disponible desde el principio pero nadie te lo indica en ningún momento. Otra herencia del diseño nipón es que los enemigos carecen de alma, son cáscaras clónicas puestas ahí para ser apaleadas, e incluso a veces se mueven de forma más lenta o torpe que nosotros, favoreciendo que nos luzcamos en los combos.

También en esta faceta nos encontramos con el detallismo y la profundidad del sistema de cultivo de arroz, aunque aquí quizás menos explotada. Hay armas, atuendos, máscaras, y otros objetos que podremos mejorar y fabricar con nuevos materiales o bien encontrar en los diferentes niveles que vayamos visitando, siempre con la ayuda artesana de algunos miembros de la familia. Podremos mejorar nuestras habilidades temporalmente con el menú de cada cena, y mientras mejor nos alimentemos más nos durará la saciedad, cuyo nivel determina si nuestra barra de vida se rellena sola o no.

En la isla nos encontraremos con varios jefes finales que respawnean para plantear nuevos desafíos adicionales.

Con varios niveles de dificultad, el juego propone retos en cada una de las fases para que independientemente del grado que hayamos escogido podamos repetir los niveles en busca de nuevos desafíos. Los escenarios son bastante pequeños, pero con esa solución se invita a la rejugabilidad con estos objetivos varios que también ayudan a desbloquear nuevas zonas. Así iremos descubriendo la isla y a los enemigos que habitan en ella, que de vez en cuando romperán su semejanza para ofrecer combates únicos contra grandes jefes finales. Hay un punto extra de reto al jugar de noche, ya que los enemigos se vuelven mucho más fuertes que durante el día, pero la oscuridad del escenario los vuelve impracticables para llevar a cabo la incursión, por lo que al menos para nosotros no ha sido una vía muy aprovechable.

Por la noche los enemigos son más difíciles, pero la profunda oscuridad vuelve los escenarios impracticables.

Guión bien diseñado y apartado gráfico

Lo mejor de Sakuna: Of Rice and Ruin es que ninguna de las dos facetas, ni el cultivo ni el combate, se pisan entre sí. Ambas se complementan de una manera bastante orgánica en la que el diseño del ciclo de día y noche estructura un loop narrativo en el que la rutina comienza con el cuidado del cultivo, después pasa a la caza con la acción en dos dimensiones, y termina con una cena en grupo alrededor del hogar donde se ponen sobre la mesa temas humanos y divinos.

Si hubiera que marcar un aspecto predominante en Sakura: Of Rice and Ruin ese sería la historia; ambas vertientes mecánicas se doblegan para ofrecer una trama de superación y entendimiento del yo, con unos personajes escritos con profundidad, con matices y emociones realistas, y donde se introducen algunos aspectos muy importantes de la cultura rural japonesa. Todo esto desarrollado en un estilo gráfico en tres dimensiones pero inspirado en el manga y en el anime, del que coge sus peculiares aspavientos y a los que adapta con una especie de cell shading.

En 'Sakuna: Of Rice and Ruin' no sólo puedes acariciar al perro, sino que también puedes cogerle en brazos.

Eso sí, visualmente sorprenden para bien los modelados de personajes y enemigos, pero para mal los diseños de los escenarios, sobre todo los de los niveles en dos dimensiones. Esto es más una cuestión de calidad de las texturas y de la propia estructuración de las plataformas, que es clásica y con poca lógica arquitectónica. Tampoco la música es especialmente memorable y, aunque cuenta con temas inspirados por el folclore japonés, se acaba volviendo muy repetitiva. La actuación de voz, sin embargo, es bastante buena y ofrece doblaje tanto en inglés como en japonés, especialmente recomendable este segundo al tratarse de la versión original.

Conclusiones

Combinar dos géneros como la acción plataformera en dos dimensiones y la gestión de granjas en tres dimensiones puede ser arriesgado, pero Sakuna: Of Rice and Ruin consigue que este mix suene de maravilla. Ambas facetas encajan sin pisarse y sin sacrificar la profundidad de sus sistemas, ofreciendo una simpática aventura que además de en lo jugable enamora por la buena escritura de su guión. Es una obra detallista que trata con sumo respeto tanto la mitología del país como sus costumbres y formas de trabajar el campo, tanto es así que uno de sus desarrolladores incluso cultivó arroz en su casa para mimetizarse con las técnicas de trabajo. Quizás este juego, desarrollado con tanto cariño y con tan buen resultado, pasará desapercibido por venir de un estudio japonés cuyo catálogo se ha publicado mayoritaria y exclusivamente en el país nipón, a excepción de Astebreed, pero no por eso deberíamos dejar pasar la oportunidad de acercarnos a esta fresca propuesta.

Hemos realizado este análisis en PS4 con una copia del juego proporcionada por Meridiem Games.

Redactor

NOTA

8

Puntos positivos

La sinergia entre las secciones de caza y las de cultivo.
Sus personajes y sus diálogos son entrañables.
Los modelados y el estilo visual general.

Puntos negativos

Sistemas y menús un tanto confusos de primeras.
Abusa del grindeo en ciertos momentos.
La música no es demasiado memorable y los textos no están en español.

En resumen

Sakuna: Of Rice and Ruin borda la mezcla de conceptos para contar una entrañable historia en la que sus dos principales facetas jugables logran una genial sinergia.