Análisis de Röki, una preciosa aventura gráfica inspirada en el folclore nórdico (PC, Switch, Xbox Series X/S, PS5)
Röki es una aventura gráfica en el sentido más estricto y clásico de la palabra: la obra desarrollada por Polygon Treehouse y editada por United Label se fundamenta en los preceptos básicos del género sazonándolos con una pizca de innovaciones tanto gráficas como mecánicas, pero lo que subyace a la aventura es puro point and click, con su inventario, sus puzles y sus situaciones tradicionales.
Todo comienza cuando Tove y Lars, dos hermanos escandinavos, vuelven a casa después de un paseo por el nevado bosque que rodea la cabaña en la que viven con su padre. Nada más entrar al salón vemos una escena que explica someramente la cotidianeidad de esta familia: el padre duerme junto a la chimenea con una lata de arenques en conservas a sus pies y, junto a ella, una botella de alcohol a medio acabar. Los muebles tienen una fina capa de polvo y en la nevera sólo quedan unos huevos que Tove se apresura a batir, cocinar y servir para ella y su hermano: ese es el primer puzle de Röki.
Historia de una familia destrozada
Con dos o tres detalles -más o menos evidentes- el juego ya nos ha dicho varias cosas de la premisa narrativa que plantea: Tove carga con el peso de la familia mientras que su padre apenas se centra en dejar correr los días, sin preocuparse por lo que sus hijos hagan o dejen de hacer. Lars es demasiado pequeño para enterarse de nada y sólo quiere saltar, jugar, y no ir a dormir. Cuando salimos del hogar vemos la última pieza de la historia, la que hace que todo encaje: junto a la casa hay un coche con varios golpes en la carrocería. Mamá iba en el coche junto a papá y Tove, pero ella fue la única que no volvió.
Desde entonces Tove es la que mantiene el progreso de la familia y, consecuentemente, es también la protagonista del juego. Será a ella a quien controlaremos durante la mayor parte de la aventura que tiene su punto de inicio cuando el realismo que impregna la narrativa inicial se rompe con la llegada de un ser fantástico de proporciones colosales: de buenas a primeras un gigante oscuro como la noche irrumpe en la casa de Tove y arrasa con la habitación en la que duerme con Lars.
Aquí es donde llega el punto de inflexión que convierte la historia de un relato costumbrista a uno fantástico naturalista. Röki se presenta como un "cuento de hadas contemporáneo" basado en el folclore escandinavo, aprovechando sus mitos, leyendas y seres fantásticos para componer una historia que, en realidad, acaba revelándose como un hecho intimista en la vida de una familia. De lo cotidiano pasa a lo magnífico y de ahí vuelve a lo cotidiano, siempre pasando por situaciones más oscuras que consiguen marcar la madurez de la adolescente Tove.
El folclore escandinavo como eje transversal
El influjo del folclore nórdico en Röki es tan evidente que deja de lado la referencialidad inicial para pasar directamente a la reinterpretación de los mitos: al principio los personajes se refieren a las criaturas como seres inexistentes, mencionan sus nombres como un ateo jura por dios y la relación entre el mundo real y el mitológico es prácticamente anecdótica. Pero cuando un coloso peludo arrasa el hogar de esta familia, rapta a Lars y obliga a Tove a investigar el bosque para salvar a su hermano pequeño sus marcos de entendimiento de lo que es cierto y lo que no se desvanecen.
Ese punto en el que se rompen las fronteras de lo cotidiano es desde donde Tove encuentra la manera de construir una nueva relación con los mitos que siempre han rodeado su vida, aunque fuese tangencialmente. Junto a ella comenzamos a explorar el bosque pasando primero por un estadio de sorpresa ante las criaturas místicas que lo pueblan y, después, por el estado ruinoso en el que se encuentra todo lo que se supone legendario. Para conseguir la ayuda del bosque la protagonista tiene que ayudar al bosque en una relación de trasfondo casi ecologista.
Los puzles y situaciones de toda la vida
Muchas partes del bosque se encuentran en un estado paupérrimo, al igual que las criaturas que viven en él. La mayor parte de los puzles pasan por ayudar de alguna forma u otra a esos seres, bien sea despejando camino, curándoles heridas o ahuyentando a los cuervos que le picotean los ojos; precisamente el objetivo central de Röki consiste en desbloquear toda una serie de árboles que forman una red de conexión emocional y física, la cual te ayuda a dos cosas: a moverte por el mundo con un sistema de viaje rápido y a recibir información que estos árboles recaban ayudándote a avanzar en la trama.
Aunque los puzles de Röki tengan buenas intenciones no pueden evitar caer en los mismos lugares comunes que la gran mayoría de las obras que conforman este género: las situaciones que vivimos con Tove las hemos vivido ya con otros personajes de otras aventuras gráficas. Por ejemplo, uno de los primeros objetos que encontramos es una linterna; cuando la abrimos descubrimos que no tiene pilas, así que tenemos que buscar un par y hay varios cajones alrededor, algunos bloqueados, así que desbloqueamos un cajón y encontramos una pila, pero la linterna necesita dos, así que buscamos un poco más y descubrimos que hay un juguete al que le podemos quitar una de sus baterías.
Röki se recrea demasiado en puzles cuya resolución podemos intuir desde el momento en el que se nos plantean, haciendo que el hecho de jugar a resolverlos sea más tedioso que interesante (incluso aunque tengamos un botón dedicado a resaltar los objetos interactuables del escenario para agilizar la búsqueda de soluciones). Este mal endémico del género se presenta aquí expuesto a la máxima potencia, aunque trata de solucionarlo con una exploración semiabierta en tres dimensiones, interacción contextual con objetos únicos y secciones más plataformeras que, honestamente, no consiguen contrarrestar el regusto a hastío que dejan la mayoría de sus puzles.
Belleza estética y narrativa
Lo que sí consigue la exploración de Röki es permitirnos entrar en un precioso mundo low-poly dibujado con sencillez y una paleta de colores donde predomina el blanco azulado de la nieve, pero que se rompe con rojos, verdes, azules y morados fuertes para hacer hincapié en los elementos que se supone no deberían estar ahí. Andar por los escenarios del juego es toda una delicia gracias a la sensación de profundidad tan bien trabajada, aprovechando el propio bosque para crear perspectiva y construyendo planos estéticamente impresionantes.
Entre esos magníficos planos y lo bien escritos que están sus diálogos (que llegan localizados al castellano, por cierto) Röki consigue llevar con solvencia el ritmo narrativo de su propuesta, convirtiéndola efectivamente en un cuento de hadas contemporáneo cuyos personajes quedarán en el recuerdo de los jugadores. La escena final post-créditos demuestra que, efectivamente, le hemos cogido cariño a los personajes durante esta aventura. Y eso no es fácil de conseguir.
Conclusiones
Por mucho que intente separarse de los males endémicos de su género, Röki acaba cayendo en los mismos lugares comunes que la mayor parte de aventuras gráficas de point and click. Esto no es malo per se, pues hay muchas personas que disfrutan de estas experiencias, pero es cierto que esta obra prefiere dejar la innovación para otros campos, siendo el estético el que más beneficiado sale de la creatividad del estudio. Con esto, con su trama y con sus personajes Röki consigue hacerse un hueco entre los títulos más agradables que podemos jugar este año.
Hemos realizado este análisis en PC con una copia digital proporcionada por United Label.