Análisis de Ode (PC)
Ya no es extraño ver a grandes editoras publicando juegos independientes, y en algunos casos, creados por ellas mismas. Electronic Arts apoya a pequeños estudios, los fabricantes de consolas también los tienen en cuenta, y Ubisoft lleva años intercalando entre sus grandes superproducciones con cientos de empleados y cuatro años de desarrollo otros lanzamientos más modestos de Ubisoft Montpellier o Reflections.
No hay que ser inocente y pensar que estas compañías trabajan por amor al arte o la creatividad. Los juegos pequeños pueden ser rentables o explorar plataformas novedosas como la realidad virtual, y si resultan un éxito siempre se pueden convertir en sagas de más recorrido. Algo así sucedió con Grow Home y su secuela Grow Up, y más reciente sus creadores, Reflections, probaron suerte con Atomega. Ahora se lanza, y sin campaña promocional, Ode, una nueva marcianada impensable en el mercado de juegos físicos.
Ode es el ejemplo de juego contracorriente que podríamos esperar de un indie creado "en el garaje" de un par de amigos, todo lo opuesto a Assassin’s Creed Origins o Watch Dogs 2. Es descrito como una experiencia visual y sonora por bonitos paisajes en los que creamos "una harmonía musical en jardines llenos de color". ¿Entiendes por dónde van los tiros? Es hora de entrar en el mundo de Ode.
Todo lo que rodea al juego es casi un misterio, y más con un lanzamiento inesperado. Básicamente consiste en controlar a Joy, una "estrella" –una especie de personaje dentro de una burbuja- que ha caído en un extraño planeta.
El objetivo general es recuperar estrellas y devolverlas al cielo al final de cada fase. Estos astros son otras esferas que se encuentran desperdigadas por el escenario y que se adhieren a nuestro personaje al pasar sobre ellas, nos seguirán formando una masa o cola de pelotas que podemos repeler o atraer con los botones o clicks del ratón.
Uno de los aspectos que la propia Relections resalta es la ausencia de guías en nuestra exploración. No sólo del lugar al que ir, sino también qué hacer o para qué sirve cada mecánica que vamos encontrando. No llega al punto de la confusión porque todo sigue una lógica interna y pronto aprenderás que al tocar ciertas plantas –o una cosa similar- activa algo que abre nuestro camino a otra zona, que hay charcos con un líquido que modifica nuestras propiedades –por ejemplo, saltos mucho mayores- o extrañas lianas de las que descolgarnos. Ni un texto o tutorial explica esta jugabilidad, queda a nuestra experimentación.
¿Es Ode un juego de plataformas, zen o musical? Un poco de todo. No se trata de un título competitivo ni de excesiva habilidad. A veces llegar a un objeto requiere un poco de esfuerzo, pero no hasta el punto de ser un exigente título plataformero. Y no es exactamente un juego zen o walking simulator porque a su vez sí requiere más actividad que los juegos puramente contemplativos, ni tiene una historia detrás de la que extraer conclusiones. El efecto de sorprender y crear una atmósfera mágica lo consigue gracias a dos aspectos de su diseño: la interactividad y los efectos de sonido.
Ode no se puede encasillar en el género musical, pero es una parte importante del juego y sobre todo de la experiencia. Al tocar plantas y formas gelatinosas no sólo reaccionarán cambiando de color, expulsando partículas o con una respuesta en la jugabilidad, como un rebote, sino que activan un sonido. Al ir progresando por la fase se sumarán más instrumentos y percusión, así que al inicio es una banda sonora un poco caótica y sin ritmo, pero con el tiempo irá formando una melodía.
La importancia del sonido en Ode es parecida al caso de REZ –el juego de Sega-, que no es estrictamente un juego para componer música o seguir un patrón, pero en ambos es una parte fundamental de la partida. Hay que aclarar no obstante que Ode que destaca por la combinación de luces y sonidos más que por la calidad de la banda sonora en sí.
Los paisajes del juego parecen muy inspirados en los fondos marinos, con grutas y formas orgánicas que dan un aspecto constante de vida. Como producción independiente que es, no esperes una gran tecnología o músculo gráfico comparable al de otras producciones de Ubisoft. Sí nos habría gustado un poco más de variedad para diferenciar cada una de las cuatro zonas, pero poco más se le puede pedir a estos planetas psicodélicos dentro de la limitada ambición del juego en este apartado. Un juego indie tiene ventajas e inconvenientes, y la espectacularidad visual en este caso se reduce al apartado artístico.
Conclusiones
Ode es un juego entretenido que debe verse con la mente abierta. No es muy largo, no hay presión o dificultad, sólo un entretenimiento para pasar un buen rato frente a la pantalla. Su precio de lanzamiento, 4,99 euros, tampoco es muy disparatado para lo que ofrece.
Con más jugabilidad que las experiencias relajantes, pero no lo suficiente como para ser un auténtico plataformas 3D -y se puede terminar en un par de horas-, tiene muchas papeletas para gustar a un público determinado que sea aficionado a los lanzamientos arriesgados y diferentes. No es un imprescindible dentro de las rarezas indie, pero se agradece que el mercado tenga de vez en cuando espacio para estas propuestas. No todo deberían ser fútbol y guerras.
Hemos realizado este análisis con un código de descarga que nos ha proporcionado Ubisoft.