Análisis KINGDOM of the DEAD, el ejército de las tinieblas de los FPS clásicos (PC)
Entre las particularidades de la escena indie de videojuegos está la capacidad para sorprendernos con propuestas que salen prácticamente de la nada y que sin apenas tiempo de seguimiento se convierten en una notable revelación. A las primeras en aparecer este año se suma KINGDOM of the DEAD, un first person shooter de la vieja escuela creado por el equipo unipersonal de DIRIGO Games y publicado por la editora HOOK, una marca de reciente fundación que nos trae su primer videojuego.
La idea del título rinde tributo a los referentes de otra época: Doom, Blood, Hexen y en general los clásicos FPS de PC de los años noventa, un homenaje que también hicieron recientemente Strafe o el mod Sigil de John Romero, con distintos resultados. Además de estas mecánicas, el apartado visual presenta un original texturizado tintado a mano que se inspira en cómics de historietas de terror americanas, en especial las series Tales from the Crypt, The Haunt of Fear y The Vault of Horror. En esta descripción están las claves más llamativas del juego, pero veamos qué nos ha parecido lo demás.
A pluma y plomo
KINGDOM of the DEAD se ambienta en el siglo XIX en la coste este de los Estados Unidos, donde encarnaremos al agente Chamberlain, un profesor reconvertido a general. El agente trabaja para un programa secreto del gobierno conocido como Gatekeeper, cuyo propósito es frenar al ejército de la Muerte, que prepara una ofensiva en las sombras para tomar el mundo. Para ello nuestro personaje cuenta con la inestimable ayuda de un caballo y una espada parlante que posee el poder de cerrar portales, que serán nuestro objetivo principal en cada uno de los niveles que componen la aventura.
Una oficina será nuestro punto de partida, el lugar desde el que aceptamos las misiones, que nos llegan a través de carpetas con documentos clasificados. Existen un total de 9 niveles que se desbloquean de tres en tres, así que podemos accedar a ellos en el orden que queramos mientras estén abiertos. La dificultad la marcan una serie de requisitos, que suelen ser encontrar algo en el nivel y liberar a los humanos que se encuentran presos. Desde la oficina también podemos escuchar las pistas de música a modo de sound test seleccionándolas de un mueble con cilindros para insertar en una caja musical.
Una vez seleccionemos el nivel, el caballo nos llevará hasta el inicio de la zona escogida, siguiendo una secuencia en la que Chamberlain intercambia unas palabras con la espada. Esta es la principal forma que tiene el juego de narrar, algo que se repite cuando terminamos el escenario. Durante el propio avance también es posible que el jefe del nivel se dirija a nosotros para amedrentarnos, lo cual funciona bien para aportar algo de trasfondo a cada uno de ellos. Aunque no se trate de un juego de terror la atmósfera está muy conseguida, haciendo una mezcla entre la oscuridad del apartado visual en blanco y negro, la temática terrorífica de escenarios y criaturas y por supuesto la banda sonora, animada a la par que creepy. Este cóctel nos provocará algún sobresalto cuando no veamos lo que sale en pantalla.
La jugabilidad es uno de sus grandes puntos fuertes, dejándonos un arsenal de armas para volar las cabezas de las criaturas de la Muerte en un frenético intercambio de acción en 1ª persona. De base tenemos la espada, que a pesar de su menor rango de alcance funciona muy bien para cercenar extremidades, llenando una barra para ejecutar un ataque mágico más poderoso. El revólver también funciona muy bien para hacer headshots a los enemigos más débiles, y su velocidad de disparo —con una chulesca animación de recarga— nos dará cierta ventaja en los tiroteos. Para afrontar emboscadas y acabar con enemigos más fuertes tendremos también una escopeta, una gatling, dinamita e incluso un lanzacohetes como los de la Guerra de Secesión. Por supuesto también tendremos el característico rifle para las distancias largas, así que podremos salir airosos de cualquier situación que se nos presente.
El diseño de niveles nos conduce por mapeados lineales —en algunos casos existe cierta libertad de avance, pero no están planteados como arenas— en los que despachamos enemigos mientras vamos cogiendo munición u objetos curativos. Estos objetos suelen estar metidos en cajas, pero no es necesario romperlas, basta con pasar por encima de ellas y recogerlos, algo que se agradece a la larga. En nuestro avance veremos puntos de control en forma de atriles con un libro a los que deberemos acercarnos para marcarlos con una pluma; este elemento es clave en el desarrollo, pues evita la frustración de tener que empezar los niveles desde el principio pero sin hacer el progreso demasiado sencillo, ya que sí nos tocará repetir pequeñas secciones… siempre y cuando hayamos activado dicho punto de control. Lo que sí nos puede obligar a repetir la fase es no cumplir los objetivos del nivel de dificultad elegido (Agens, Agens Specialis o Agens Princeps), un mal menor que se podría solucionar con mayor backtracking, dejando así al jugador volver atrás a los objetivos perdidos. A pesar de ello, los niveles mismos están planteados para ser rejugables y que queramos superarlos varias veces.
Los enemigos son otro componente que nos ha encantado, mostrando una excelente variedad de horrores que van desde muertos vivientes hasta nigromantes, demonios y animales gigantes. Todos tienen sus diferentes ataques, en algunos casos con cortes o mordiscos y en otros con disparos o bolas de fuego, lo que influye tanto en nuestro movimiento como en la efectividad del arma equipada. A pesar de la variedad de la que hacen gala, tendremos que matar tantos a lo largo de los niveles que algunos de ellos sí nos pueden acabar resultando repetitivos, claro que eso también acentúa el parecido con los juegos clásicos. Cuando lleguemos al final del nivel nos estará esperando un enfrentamiento contra un jefe, que si bien no son excesivamente difíciles —la mayoría caen enseguida solo con lanzar nuestros mejores cartuchos— nos brindan momentos fantásticos gracias a su espectacular diseño, por lo que son un apoyo estético más que un reto, salvo algunas excepciones durante los últimos niveles. Aun así, existen enemigos que sí nos pueden poner las cosas difíciles si nos superan en número.
No existen apenas alicientes más allá de superar cada nivel en la dificultad máxima, pero la experiencia de juego es tan divertida que no necesita mucho más que querer disfrutar del propio gameplay. Siempre podemos marcar nuestros retos personales, como superar los niveles con mejores estadísticas o sacar los logros, por lo que creemos que puede dar para bastantes más horas que simplemente llegar hasta los créditos. En ese aspecto cumple con creces lo que se propone sin excesivos extras ni elementos que llenen la interfaz, quizás el añadido más moderno es la marca en el mapa que orienta al objetivo.
En el apartado técnico, el rendimiento es bueno, aunque puede que encontremos algún efecto de popping —podría ser incluso intencionado para darle ese aspecto más retro— pero no es nada grave y creemos que es mucho más importante otra virtud: no hay tiempos de carga, los entornos fluyen sin pausa. Las texturas merecen una mención aparte por el tremendo trabajo que tienen detrás, pues han sido escaneadas a partir de dibujos y tintados hechos a mano sobre el papel, no son simples assets predefinidos. Además, si no nos gusta el aspecto negro, nos dejan elegir otro color desde el menú; también podemos configurar los controles, la resolución o los hercios. La música es otro notable punto positivo, no solamente porque está hecha por la misma persona, sino porque aporta un nuevo toque de adicción con la electrónica horror synth, que complementa su atmósfera absolutamente única.
¡Compre elegante!
La propuesta de KINGDOM of the DEAD nos ha gustado mucho. Su apartado visual es realmente original y lo combina con un gameplay que funciona de maravilla para lo que pretende: emular las sensaciones de los grandes FPS de los noventa. Sus divertidas mecánicas nos llevan por niveles de unos 30-50 minutos de duración, lo que derivará en unas 8 horas de juego. Es posible que el título que nos brinda DIRIGO Games no sea para todo el mundo —ni algo que jugaríamos todos los días si se popularizara, pues ya tuvo su momento de masificación—, pero sin duda es una más que notable experiencia para todo aquel que quiera frenar al ejército de los muertos manejando teclado y ratón.
Hemos realizado este análisis gracias a un código que nos ha proporcionado Renaissance PR.