Análisis de Jusant, escalada que deja sin aliento (PC, Xbox Series X/S, PS5)
La casualidad ha querido que Jusant se estrene muy cerca de Assassin's Creed Mirage y Marvel's Spider-Man 2, dos superproducciones en las que el movimiento y la escalada tienen un gran peso en la gama de mecánicas; sin embargo, donde ambos juegos ven un sistema accesorio -en mayor o menor medida-, la nueva obra del estudio francés Don't Nod encuentra una mecánica alrededor de la que ofrecer una experiencia completa. Lo único que hacemos en Jusant es escalar, explorando palmo a palmo una vibrante aldea vertical que quedó desolada tiempo atrás cuando el mar que la rodeaba simplemente desapareció.
Jusant significa precisamente eso: según sus responsables, es un término francés que se utiliza para describir el retroceso del agua del mar cuando baja la marea. Aquí ese movimiento ha sido exagerado: el juego se ambienta en un lugar fantástico, indeterminado, que podemos imaginar como un rico mar salpicado por rocas en las que vivía gente pero que ahora, sin rastro de agua, se ha convertido en un páramo vacío y seco. Ahora que Jusant ya está disponible en PS5, Xbox Series X/S y PC (también en Game Pass de lanzamiento, por cierto) podemos aventurarnos para tratar de descubrir qué pasó y, probablemente, intentar recuperar el fulgor natural de antaño.
Explorando un pueblo vertical deshabitado
En el arranque, la llegada al mundo del juego es directa y esclarecedora: nuestro acercamiento al lugar es por tierra, caminando por lo que antiguamente fue el fondo del océano, hasta que encontramos un sitio por el que podemos comenzar a escalar. El objetivo está claro: llegar hasta arriba del todo. No es que se explique así en ningún momento, pues Jusant evita hacer menciones explícitas al eje central de su narrativa, pero está claro que la tarea es esa: las propias mecánicas así lo indican, dado que es en ese momento en el que nos enseñan cómo se escala en este juego.
Y aquí entra el plato fuerte: la escalada de Jusant ocupa todo el esquema de controles del juego. Prácticamente no hay un botón del mando que no esté relacionado con una acción de la escalada: los gatillos izquierdo y derecho se usan para asir agarraderas con las manos izquierda y derecha, podemos colocar puntos de agarre dejando pulsado un botón, recoger carrete con otro y subir o bajar por una cuerda con un simple movimiento de joystick. Toda esta gama de acciones -y la forma de representarlas- hace de Jusant un juego físico en el que escalar tiene peso e importancia. Se nos anima a avanzar con parsimonia, pensando en el siguiente paso y deleitándonos en nuestra relación con el entorno.
Escalada física hecha simple
Pero ojo, no es un simulador de escalada. La magnífica recreación de estos movimientos se utiliza como punto de partida para lo que en esencia es un juego de puzles con escalada: la idea es que Jusant no quiere simplemente transmitir lo que siente un escalador profesional cuando se enfrenta a un muro vertical, sino partir desde ahí para desafiarnos con niveles al más puro estilo videojuego. No tardaremos mucho en descubrir que en esta aventura tendremos la compañía de una criatura hecha de agua cuyos poderes mágicos nos ayudarán a abrir nuevos caminos por los que escalar.
Esa idea, la de mezclar la fisicidad de la escalada con la magia de un videojuego de aventuras, a nosotros nos parece que encaja sin fisuras ya que sabe cómo crear momentos que te maravillan al ver las reacciones del entorno a las habilidades mágicas de la criatura acompañante. A veces, eso sí, sentimos que Jusant insiste demasiado en las mismas fórmulas y diseños para sus puzles, restándole algo de impacto al asunto: la primera vez que ocurre una cosa te sorprende, pero si sigue sucediendo deja de ser un momento único y pasa a convertirse en un sistema que aprovechar.
Como de costumbre, este videojuego pierde al mostrarse como videojuego. Cuando la fachada mágica se cae y se deja llevar por estructuras tradicionales acaba sacándonos un rato de la aventura que estamos viviendo y nos recuerda que esto es un juego, con sus fases, sus niveles y sus objetivos. De hecho, lo que nos ha parecido otro gran contra de Jusant es que la historia que rodea al juego hace demasiado hincapié en cartas abandonadas por la civilización que dejó atrás el lugar que ahora exploramos: su narrativa es mejor cuando es emergente y sin palabras, y empeora cuando abusa del texto.
Un juego brillante fácil de recomendar
Pero, en cualquier caso, el conjunto de Jusant es brillante. No sólo la idea y la ejecución están bien, sino que todo funciona como debería: el progreso por el mundo vertical en el que nos movemos se puede hacer de diferentes maneras y, aunque hay momentos guiados, no duda en dejarnos libertad para juguetear con sus mecánicas. También hay diferentes caminos que podemos seguir y en muchas ocasiones ninguno es más correcto que otro; ambos valen y es nuestra curiosidad la única guía a la que tenemos que tener en cuenta.
Para el final hemos dejado su virtud más evidente: el apartado audiovisual de Jusant es una pasada. La capacidad que tiene para maravillar con sus golpes de diseño de niveles se replican en el apartado gráfico con paisajes que sorprenden por cómo trabajan la espectacularidad desde el minimalismo. Ahí tienen mucho que decir su paleta de colores y el modelado tridimensional tanto de personajes como de los entornos y objetos. Todo funciona en una misma dirección que además se bifurca apostando por explorar nuevas estéticas en diferentes zonas: desde la zona más árida de la montaña hasta cuevas oscuras y rincones húmedos. La banda sonora y los efectos de sonido, por cierto, refuerza constantemente las emociones sin llegar a convertirse en protagonista.
Conclusiones
De primeras puede parecer que Jusant viene a ofrecer una coqueta experiencia de escalada con gráficos bonitos y nada más, pero a medida que avanzamos verticalmente en esta interesante aldea abandonada descubrimos que tiene unas ideas muy originales tanto en la representación simplificada de los propios movimientos de escalada, que son físicos y gratificantes, como en el diseño de los desafíos que nos va proponiendo durante el juego, aunque esto último a veces está menos pulido y acaba adoleciendo cierta repetición. En cualquier caso, es una obra muy recomendable que deja cierta libertad para explorar unos hermosos y variados escenarios disfrutando de los paisajes, de la relación con la criatura que nos acompaña y de una historia que, pese a la cierta torpeza de su narrativa, mantiene la intriga hasta el final.
Hemos realizado este análisis en PC gracias a un código de descarga para Steam proporcionado por Don't Nod.