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FICHA TÉCNICA
Desarrollo: Toukana Interactive
Producción: Toukana Interactive
Distribución: Steam
Precio: 12,99 €
Jugadores: 1
Formato: Descarga
Textos: Español
Voces: -
Online: -
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Análisis Dorfromantik, construyendo pueblitos pieza a pieza (PC, Switch)

Dorfromantik mezcla estrategia, puzles y gestión de ciudades en un hermoso videojuego con hueco tanto para el desafío tradicional como para la libertad creativa.
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Actualizado: 10:43 28/4/2022
Análisis de versiones PC y Switch.

A menudo damos por hecho que los juegos de estrategia deben tener unos profundos sistemas que necesitan horas y horas de partida para comprenderlos, pero frente a eso existen otro tipo de obras que buscan evocar otro tipo de sensaciones mucho más calmadas. Ahí se sitúa Dorfromantik, la ópera prima del estudio berlinés Toukana Interactive que consigue combinar gestión de asentamientos y puzles consiguiendo de paso una brillante y relajada experiencia de juego.

Dorfromantik comenzó su andadura en PC allá por marzo de 2021, cuando arrancó su fase de acceso anticipado en Steam y GOG. Poco más de un año después, este coqueto videojuego está listo para dar el salto fuera del early access y acaba de estrenar su versión 1.0, que de momento continúa siendo exclusiva de ordenadores. A lo largo de este tiempo ha ido recibiendo actualizaciones de contenido y mejoras quality of life que hacen del juego un producto sólido al mismo tiempo que mantienen la sencillez de la fórmula primigenia. En Vandal hemos podido jugar a esta versión para contaros qué nos ha parecido este proyecto.

Mezclar gestión de ciudades con estrategia y puzles: magnífica idea

Para empezar, hablemos de normas y objetivos: en Dorfromantik se nos pone por delante un tablero de casillas hexagonales con una única ficha colocada en el centro. A nuestra izquierda vemos un montón de fichas de seis lados, cada una con una serie de elementos en su interior (casas, cultivos, vías de tren, ríos…). Tenemos que colocarlas, obviamente, y aunque podamos hacerlo de forma aleatoria o por mera intencionalidad estética, la idea del modo clásico es que consigamos la mayor puntuación posible; ¿cómo hacemos esto? Superando las misiones que nos marcan ciertas fichas especiales, que suelen estar relacionadas con unir un determinado de elementos hasta conseguir que se formen pueblos, campos, líneas de ferrocarril o grandes masas de agua.

A medida que vamos colocando estas fichas se va conformando, efectivamente, un hermoso paisaje que sin duda alguna deja entrever la procedencia del estudio que lo ha desarrollado: los ríos serpentean entre tupidos bosques que pueblan las periferias de pequeños asentamientos de casitas bajas, se forman canales cerca de los campos de cultivo, donde a veces podemos colocar un molino de agua o de viento, y de vez en cuando un ferrocarril pasa alrededor de toda esta panorámica para romper la tranquilidad de lo que fácilmente podría ser una región recóndita de la Selva Negra alemana.

Las normas son muy sencillas de entender, aunque al principio tendremos un breve tutorial para que no nos perdamos ningún detalle.

En este pueblito hay hueco para la estrategia, los puntos y el 'otra partida más'

En dos o tres movimientos de los 40 con los que empezamos hemos conseguido dibujar, casi sin darnos cuenta, un apacible lugar que sin duda nos encantaría visitar. Esa es la magia de Dorfromantik, lo que nos cautiva de un juego tan sencillito: mientras encadenamos fichas siguiendo misiones se genera un paisaje hermoso fruto de unas decisiones de diseño muy acertadas, como la de animarnos a cerrar los grupos de casas, árboles y cultivos que vayamos estableciendo. No es un city builder tradicional, sino que también busca afrontar este subgénero desde un punto de vista algo más respetuoso con la naturaleza, sus materias primas y la posición de las comunidades humanas en todo esto.

Puede parecer que dada la sencillez que propone la estrategia quedaría en un segundo lugar, aunque lo cierto es que no es para nada así. Vale que no tiene los sistemas más profundos que podamos imaginar -tampoco lo pretende-, pero a poco que le pillemos el truco sabremos reconocer oportunidades que nos irán haciendo conseguir más y más puntos para subir puestos en la gran clasificación mundial que aparece en la pantalla de inicio. Si quieres jugar a este nivel puedes hacerlo sin ningún problema, de hecho en muchas ocasiones Dorfromantik nos ha mantenido en tensión tratando de aprovechar cada espacio para sumar puntos y recibir nuevas fichas, algo que sólo se obtiene con la dinámica de cerrar grupos que comentábamos antes.

Las fichas de misión nos animan a crear bosques, pueblos, ríos y vías de tren. Para conseguir más puntos tendremos que cerrar los grupos.

Además, en la versión 1.0 se han añadido nuevos modos de juego adicionales que le dan Dorfromantik un desafío extra que será bien recibido por aquellas las personas más competitivas de la comunidad, como un modo mensual, un modo difícil o uno de partida rápida. También se ha incorporado un modo personalizado que nos permite trastear con los parámetros de cada partida y marcarnos nuestros propios retos.

Casi un juego-juguete, más un juego de mesa

Eso sí, no cabe duda de que el juego no pretende plantear un desafío incontestable; prueba de ello es que una de las actualizaciones que ha recibido de cara a su versión 1.0 es un botón de deshacer que nos acompaña durante toda la partida y no tiene límite de uso. Dorfromantik quiere ser un lugar feliz, placentero, pero sin llegar a quedarse en la orilla de otros juegos-juguete como el genial Townscaper. Hay un puntito de estrategia y desafío que le sienta fenomenal, que propicia que queramos empezar otra partida justo cuando acabemos de terminar otra. A ratos incluso parece un juego de mesa virtual, una especie de dominó hexagonal en el que construimos nuestro propio poblado, y sin duda es una idea magnífica que además está ejecutada de una forma brillante.

Quizás, por fijarnos en aspectos algo menos sobresalientes, podríamos echar en falta cierta reactividad del escenario, que las comunidades que construimos generen dinámicas que tuviéramos que resolver, por ejemplo; esta faceta de gestión urbanística está muy poco explotada en el juego, pese a que hay espacio para ello. Sí hay, por otro lado, una sensación de progreso general: no consiste sólo en echar una partida tras otra intentando superar nuestro propio récord, sino que en cada nuevo tablero se esconden piezas especiales en el horizonte que desbloquean nuevo contenido para futuras partidas. Ir a por ellas es a veces un tanto arriesgado porque perderemos unos cuantos movimientos en el camino, pero merece la pena para conseguir nuevos elementos que amplíen la riqueza de nuestros futuros asentamientos.

Si jugamos bien iremos consiguiendo más fichas que nos permitirán crear asentamientos más grandes.

La serenidad por bandera

En cualquier caso, todas esas dinámicas de la faceta más estratega de Dofromantik sólo se sostiene porque el juego plantea unas bases muy satisfactorias a varios niveles: el colocar fichas en el tablero es especialmente gratificante tanto por su sencillez como por la manera en la que se fusionan los elementos que llevan encima, el propio diseño gráfico del juego es también una de sus mayores virtudes, con una paleta de colores que va cambiando a medida que nuestra comunidad se expande y alcanzamos nuevas zonas, y por supuesto la banda sonora mantiene constantemente una tranquilidad que convierte al juego en una experiencia casi meditativa.

Precisamente de esas bases surgen el otro gran modo de juego de Dofromantik, un modo creativo que nos permite configurar nuestro escenario con completa libertad, sin restricciones de fichas ni de turnos, y sin solicitar que cumplamos determinadas misiones. Es en esta modalidad en la que más partido le podemos sacar a los magníficos diseños del juego, estableciendo nuestros pueblitos en la manera en la que queramos y tratando de buscar la distribución más original o bonita que se nos ocurra. Además, hay una idea genial que potencia las posibilidades de este modo: cuando acabamos una partida del modo clásico podemos escoger si queremos cerrarla y empezar otra nueva o, por el contrario, modificar lo que hemos conseguido en el modo creativo, una especie de segunda oportunidad para ponerle el broche de oro a nuestra creación, ahora sin prisas.

En el modo creativo podemos escoger la probabilidad de que nos salgan determinados tipos de ficha, el bioma en el que jugamos e incluso podemos copiar y eliminar baldosas ya colocadas.

Conclusiones

Dorfromantik es una maravillosa propuesta que transforma el city builder tradicional en un juego de puzles muy accesible que no deja de lado su vertiente de estrategia, ofreciéndonos una relajada experiencia en la que construimos preciosos pueblitos en armonía con la naturaleza. Todo esto lo conseguimos simplemente colocando fichas en un tablero vacío que se va llenando de colores, bosques, casas, ríos y, en definitiva, vida. Independientemente de si nos queremos centrar en su faceta más competitiva o en su modo creativo, el juego de Toukana Interactive es un título especialmente recomendable para aquellas personas que busquen dar forma a un lugar virtual a golpe de click.

Hemos realizado este análisis en PC con una copia del juego para Steam proporcionada por Toukana Interactive.

Redactor

NOTA

8

Puntos positivos

Relajada experiencia de creación de asentamientos.
Apacible y muy gratificante, tanto a nivel visual como jugable.
Sabe potenciar su faceta de juego de estrategia con desafíos asequibles.

Puntos negativos

La vertiente de city builder está poco aprovechada.
Se echa en falta más variedad de fichas, sobre todo al principio.

En resumen

Dorfromantik ofrece una placentera experiencia de gestión de asentamientos combinada con puzles y estrategia. Un magnífico juego, recomendable tanto por su faceta de desafíos clásicos como por su modo creativo.