En esta crítica no contamos absolutamente ningún detalle del argumento, que se ha guardado con bastante celo hasta el estreno y que consideramos que es en cierta manera sorprendente, algo importante en el disfrute de la película.
El regreso de Matrix era algo inevitable, e incluso se puede decir que mucho han tardado si tenemos en cuenta que la trilogía original recaudó más de 1600 millones de dólares en cines. Teniendo esto claro, que este nuevo proyecto no parte de un impulso creativo sino de la enésima ocasión para hacer caja usando una franquicia que tenían cogiendo polvo en un cajón, al menos podemos decir que Matrix Resurrections es una película atrevida, sorprendente y juguetona, incluso gamberra, irregular a lo largo de su hinchada extensión, pero muy disfrutona, al menos si eres capaz de conectar con su peculiar propuesta, que dista mucho de las grandilocuentes y fallidas secuelas, tomándose ahora muy poco en serio.
Si no entras en su juego estás perdido, es una cinta que va enfadar muchísimo a los fans, en la línea de The Last Jedi, aunque sin la repercusión de aquella claro, ya que la franquicia Matrix era algo que dábamos por muerto y un regreso que, aunque predecible, ya casi nadie esperaba. Por ello es mejor tomársela como un regalo
Deconstruyendo el mito
Había infinitas maneras de afrontar esta secuela, y la elegida por Lana Wachowski junto a su equipo de guionistas es una de las más inteligentes e impredecibles, con unos niveles de autoconsciencia y metanarrativa que no recordamos en una superproducción como esta, lo que es divertidísimo.
Verbalizando la propia cinta que era innecesaria, como todo este tipo de regresos nostálgicos ya sea en forma de secuelas, remakes o reinicios, al menos utiliza esta baza en el guion para reírse de sí misma y lanzar unos cuantos dardos con bastante mala bala, reflexionando sobre cómo ha cambiado el mundo en estos últimos 20 años, posiblemente mucho más de lo que ninguno somos conscientes. ¿Vivimos en una simulación? Creo que ya nadie lo duda…
Con un primer tercio que me ha parecido fantástico, por divertido y desconcertante, cuando todas las cartas de la historia se ponen sobre la mesa la cosa pierde bastante fuelle, llegan las explicaciones en forma de monólogos y el necesario “encaje” dentro de la historia general o lore de la saga, siendo aquí cuando más recuerda a las secuelas, evidentemente para mal. Pese a su generoso metraje, casi dos horas y media, tengo que admitir que nunca me he aburrido, y aunque son evidentes su altibajos y zonas valle, algo prácticamente inevitable con semejante duración, en general cuenta con un gran ritmo, espectaculares escenas de acción y muchas cosas que contar, en forma de ideas que a veces funcionan y otras no terminan de aterrizar tan bien, pero cuya valentía aplaudo.
Hay muchos frentes por los que se va a criticar duramente a Matrix Resurrections, y uno que seguro se va a mencionar mucho es el de la acción. No vais a encontrar aquí las impecables escenas de acción de la primera película y en parte de la segunda, planificadas y rodadas con un gusto exquisito, pura artesanía, siendo aquí todo más de brocha gorda, como si incluso hubieran tirado la toalla antes de tiempo, sabiéndose incapaces de volver a crear escenas tan memorables. Eso no quiere decir que no cuente con momentos realmente espectaculares y visualmente llamativos, por lo que no se puede decir que esté mal en este aspecto, pero no a la altura de lo que podríamos esperar de una nueva Matrix, una cinta que no hay que olvidar que cambió el cine de acción para siempre.
Un aspecto que no me parece criticable es el del reparto, con el regreso de Keanu Reeves y Carrie-Anne Moss en los papeles principales, resultando entrañable ver lo bien que han envejecido ambos actores, como el buen vino, destilando una química especial en pantalla, que incluso no había en las películas originales, quizá fruto del bagaje que dan los años. Las nuevas incorporaciones al reparto funcionan estupendamente, como Jessica Henwick y Yahya Abdul-Mateen II echando una mano a Neo, y especialmente me han gustado Neil Patrick Harris y Jonathan Groff (a quien conocimos en la estupenda y defenestrada Mindhunter), que están divertidísimos en sus roles de villanos, acordes al humor que ahora impregna toda la cinta, algo nuevo respecto a los anteriores films.
A pesar de reírse de diferentes maneras de las secuelas y de este tipo de regresos, Matrix Resurrections deja plantadas unas cuantas semillas, por si acaso, para futuras entregas, que dependerán de lo bien que funcione en taquilla, que me atrevería a apostar que no va a ser demasiado bien. Por otro lado tendremos el recibimiento del público, que va a ser muy divisivo, e incluso con unas buenas dosis de "haterismo", así que en estos momentos es complicado augurar un futuro muy prometedor para la franquicia. En cualquier caso que le quiten lo bailado a Lana Wachowski, que ha traído de vuelta a su creación como ha querido, de una manera mucho más arriesgada de lo que cabría esperar.
Una manera muy diferente de entender el fan service
Si la nueva película de Spider-Man parece hecha con una lista de todas las peticiones y anhelos de los fans para dejarlos plenamente satisfechos, algo que parece que han conseguido sobradamente viendo las cifras de taquilla y el entusiasmo general, Matrix Resurrections es casi todo lo contrario, es una película que aunque homenajea y referencia quiere contar cosas nuevas, que no se preocupa por dejar satisfechos a los fans, más bien los desafía, y que se sabe innecesaria, lo que le permite soltarse la melena y sorprender, dejando por el camino tanto momentos muy divertidos como reflexiones e ideas bastante punzantes e inteligentes. Su osada e imperfecta propuesta va a generar una cantidad de odio brutal, pero ojalá hubiera más superproducciones díscolas como esta, toda una anomalía dentro de Matrix.