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¿A qué se deben las explosiones repentinas de los vasos?

Se trata de una de las dudas más extendidas por la red. ¿Por qué un vaso puede explotar sin que aparentemente nada le afecte? ¿Fantasmas? ¿Males de ojo? La explicación es más sencilla.

Es una duda recurrente. Únicamente tenéis que daros una vuelta por vuestro buscador preferido de internet para comprobar de primera mano la incertidumbre que genera algo tan aparentemente simple como la rotura o explosión repentina de un vaso de cristal. Para muchos, está claro: es cosas de fantasmas. Otros argumentan que, lógicamente, es una cuestión de cambios bruscos de temperatura. Y un buen puñado de expertos añaden que, a un factor como el calor o el frío, hay que sumarle la calidad del material del que está hecho el vaso o incluso la taza en cuestión Os lo explicamos.

Cambios de temperatura, procesos, líquidos y materiales

¿Meter un vaso de agua en el microondas puede hacerlo explotar en mil pedazos? Sí, es probable. Pero como cualquier otro material sometido a un aumento o descenso brusco de temperatura, es susceptible a romperse, hervir o resquebrajarse. Hay que dejar claro que un vaso de agua no explota como tal, no en el sentido estricto de la palabra.

Si calentamos un vaso de agua en el microondas, para hacernos un té o incluso para cocinar, podemos encontrarnos con un cambio en el estado del líquido en cuestión. Por ejemplo, si estamos haciendo la infusión, una vez introduzcamos la bolsita de té en el agua recién calentada, podemos observar cómo un grupo de burbujas comienzan a extenderse, dejando claro que el agua está hirviendo de golpe. ¿Cómo es posible? ¡El agua no estaba hirviendo en el microondas!

Dentro de un vaso de agua a temperatura ambiente, existen una infinidad de pequeñas burbujas de aire que son imperceptibles a simple vista. Estas pequeñas burbujas tienen una capacidad de agarrarse a cualquier tipo de irregularidad del recipiente, da igual que sea liso o responda al diseño del vaso. Estas burbujas de aire se pueden aferrar a esa irregularidad, manteniéndose ahí hasta que ha crecido lo suficiente como para ascender a la superficie y romper a hervir. Estas burbujas van creciendo por la temperatura del agua y su aumento, incrementando la presión sobre las burbujas internas. Un ejemplo claro: las burbujas que surgen y borbotean cuando hervimos el agua en una cazuela a 100 grados centígrados. Es por eso que el diseño del vaso es fundamental en estos. En los casos en los que el vaso es muy liso, como un vaso simple de cristal o el agua es muy pura, es más difícil que nos encontremos con estas burbujas previas, causantes de la posible detonación o explosión del vaso. Sin burbujas no hay elementos que lleven a la ebullición, y por lo tanto el agua puede alcanzar una temperatura mayor sin llegar a hervir.

De ahí que, cuando introducimos una cuchara o una bolsita de infusión, estamos introduciendo aire en el agua, y por lo tanto, burbujas que crecen y ascienden a la superficie rápidamente, expandiéndose violentamente en menos de un segundo y produciendo una explosión repentina. Es por eso que este fenómeno puede suceder con fuerza, salpicando y haciendo hervir al agua. No es un fenómeno habitual, pero puede pasar. Pero como explican algunos expertos, todo depende del material. Y a veces, aunque no lo creamos, no necesitamos ni siquiera un líquido concreto como agua o leche para que explote ante nosotros y nos de un buen susto.

La fabricación de vídeo puede contener defectos y un cambio brusco de temperatura puede acrecentarlos

Un vaso, si es de cristal puede resquebrajarse, como pasa a veces cuando lo sometes a un cambio de temperatura brusco o excesivo. En muchas ocasiones, el proceso de fabricación puede tener pequeños defectos, imperceptibles, que causen algún problema a posteriori. En el caso del fundido del polvo de vidrio o arena, depende del método, en la solidificación pueden albergarse en su interior pequeñas burbujitas de aire que comprometen la solidez y la seguridad de la estructura a largo plazo. Por eso, cuando se usan en casa, se les somete al calor de un microondas y el agua realiza los procesos detallados más arriba, el aire atrapado en el interior de estas burbujas se calienta y con ello se expande. A veces da para que se rompa y estalle, y otras veces, no. Digamos que no explota. El calor ha expandido microscópicamente el vidrio y sus burbujas, pero con la reducción de temperatura, encoge. A las horas de haber usado ese vaso, explota y se hace añicos. ¿Por qué? Por el proceso de expansión y contracción. Este cambio, de expansión y contracción, es similar al que se producía cuando un guijarro pequeño golpeaba la luna de un coche antiguo y estallaba en mil pedazos de forma casi espontánea. Así pues, es sencillo: burbujas de aire en el líquido en cuestión, materiales de composición del vaso o taza en cuestión y cambios bruscos de temperatura. En principio, nada de fantasmas.