Durante los últimos años hemos asistido a una tendencia conjunta de los sectores del videojuego y del juguete con el lanzamiento de productos, iniciativas e ideas que conjugan ambos tipos de entretenimiento, sobre todo con lanzamientos orientados a los más pequeños de la casa. Grandes jugueteras como LEGO han implementado aplicaciones móviles que interactúan con sus construcciones para que los jugadores las compartan en la red. Hace apenas unas semanas se estrenó Mario Kart: Home Circuit , que combina un coche radiocontrol con un juego en realidad aumentada. Y este verano se lanzó un juguete con mecánicas de videojuego: LEGO Super Mario (https://vandal.elespanol.com/reportaje/lego-super-mario-mezclando-juguete-videojuego-e-imaginacion). No todas las iniciativas vienen de grandes empresas, sino también de marcas más pequeñas e incluso startups.
Melbits Pod es un Tamagotchi del año 2020, una mezcla de videojuego y juguete que permite coleccionar, cuidar y evolucionar unas criaturas, los Melbits, para después difundirlas por la red. Las acciones que realizamos en el teléfono o en una tableta iOS o Android, se complementan con un huevo de plástico con el que los niños (mayores de seis años, recomiendan) experimentarán gracias a los sensores con los que cuenta el juguete: de luz, de temperatura y de movimiento.
A finales de octubre, un mes antes de que el producto se ponga a la venta, tuvimos la oportunidad de criar a nuestros propios Melbits durante una semana. Por tanto, tened en cuenta que nuestra experiencia se vincula a un producto en desarrollo que tendrá más opciones de cara al estreno comercial.
Este juguete digital, o interactivo, o como queréis llamar a este tipo de producto, captó mucho interés desde su anuncio a principios de año. Detrás de él está Melbot, un estudio español con oficinas en Barcelona y Valencia formado en 2017 por profesionales que llevaban un tiempo en la industria del videojuego. Sus ganas de experimentación con el medio ya las demostraron hace dos años, cuando lanzaron Melbits World para PlayLink: la aplicación de móvil interactuaba con el juego de PS4. A principios de 2020 probaron suerte con un Kickstarter de este Melbits Pod, donde consiguieron más del triple del mínimo que pedían para finalizar un proyecto en el que llevaban tres años trabajando. Varios meses después, se pondrá a la venta el próximo 24 de noviembre a 59,99 €.
Un huevo con una yema sorprendente
Al abrir el producto lo que nos encontramos es un juguete de plástico con forma de huevo que cuenta, en su parte frontal, con dos LEDs (uno circular dividido en secciones y otro central), un altavoz y un par de ojos; de un color lila y con un diseño con motas geométricas de colores. Si nos preguntáis nuestra opinión, no nos parece precisamente bonito, pero es algo secundario. El acabado del producto da a la vez una sensación de robustez y de estar realizado con materiales de poca calidad. La batería de 350 mAh dura lo suficiente para haberlo cargado una sola vez en una semana, pero el cable USB a USB-C que trae es muy corto y no incluye el bloque de alimentación; el conector está situado en la base del huevo, una decisión que no comprendemos porque puede causar que ruede mientras se carga y se caiga, y además, el plástico que cubre el conector parece que vaya a deshacerse en cualquier momento. Aun así, este acabado exterior de juguete barato no quita que el aparato haga cosas sorprendentes.
Porque el huevo no sirve de nada por sí mismo. El juego, Melbits World, es una aplicación gratuita para iPhone, iPad y dispositivos Android que no cuenta con ningún tipo de micropago o contenido adicional no gratuito. Es en esa app donde se interactúa de distintos modos con los Melbits: darles de comer, acariciarlos, vestirlos de maneras extravagantes… El huevo es el recipiente, interactivo en sí mismo, donde hacemos crecer a estas criaturas. La conexión entre juguete y móvil (en nuestro caso usamos en iPhone 11, pero recomendamos un iPad o tableta Android) es muy rápida. Una vez sincronizados ambos por Bluetooth, habrá momentos en los que habrá que enviar datos del teléfono al huevo y viceversa, para lo que tan solo hay que agitar el huevo y ponerlo sobre la pantalla unos segundos; aunque hemos tenido algunos errores de conectividad que, en un caso, nos hizo perder una de estas criaturas.
El juego no se diferencia demasiado en su idea básica a un Pokémon sin combates: el objetivo es hacerse con todas las criaturas. Y aquí es donde entra el sistema de evolución. Hay varios Melbit semilla, o bebés, o pup. Cada una de ellas evoluciona primero a peque y posteriormente a adulto. Sin embargo, el cómo lo hacemos crecer varía el resultado. Un Melbit de luz evolucionará de manera distinta en la oscuridad que en un sitio muy iluminado. A su vez, esa evolución se vuelve a ramificar: por ejemplo, nos puede pedir luz y movimiento o luz y calma. Además, el resultado será distinto si el Melbit ha evolucionado durante el día o por la noche. Una enciclopedia con varios árboles genealógicos nos permite saber qué criaturas hemos conseguido y cuáles nos faltan, todas ellas divididas en tres grandes familias: temperatura, movimiento y luz.
Todo este sistema de coleccionismo y evolución, visto en innombrables videojuegos, es original cuando introducimos el factor del juguete interactivo. Para evolucionar a un Melbit tenemos que trasladarlo al huevo y hacer caso a lo que nos diga la pantalla; el más sencillo, por ejemplo, nos dará dos opciones: dejarlo en calma (no tocar el huevo) o moverlo. Pero poco a poco nos planteará duales más interesantes: frío o calor, lo que nos puede llevar a meter el huevo en la nevera o arroparlo con todas las mantas que tengamos. O la luz, lo que nos ha hecho esconder el juguete en el armario para conseguir las monas criaturas nocturnas.
Esta es la gracia de Melbits Pod, pero es algo que tiene sus puntos positivos y negativos. Es innegable que para un niño es una experiencia interesante tener que quebrarse la cabeza con cómo conseguir oscuridad y movimiento a la vez, por ejemplo, para conseguir la criatura que quiere; y sobre todo, hacerlo sin dañar el juguete: las indicaciones de que no lo metamos en el horno o en el congelador, o de que no lo lancemos con fuerza se dejan ver desde el principio. Por otro lado, es un juguete que nos hace esperar para jugar: volviendo al ejemplo de antes, metimos el huevo en el armario y tuvimos que esperar cinco minutos para que evolucionara nuestra criatura.
Criaturas simpáticas algo carentes de vida
Durante ese rato de espera, eso sí, se puede interactuar con los Melbits que vagan por la pantalla de inicio. No solo se puede, sino que se debe. Como un Tamagotchi, a estas criaturas les dará hambre, por lo que habrá que darle arroz, polos, hamburguesas, donuts, plátanos y otras comidas de aspecto low-poly que conseguiremos. Atendiendo a su hambre mejorará su nivel de felicidad, al igual que acariciándoles de cuando en cuando. A no ser que estén felices, no querrán meterse en el huevo para evolucionar. También podremos personalizarlos con distintos objetos cosméticos (algunos bastantes graciosos), y una vez sean adultos, compartirlos en la red de redes, algo que en la versión preliminar que hemos probado no servía de mucho.
Es aquí, en la parte de Tamagotchi con varias criaturas, donde más floja nos ha parecido la experiencia. Acariciar a las criaturas se siente más como una tarea que como algo satisfactorio porque, por muy monos que sean, les falta vidasistema de progresión por niveles donde se nos piden varias acciones, como incubar y evolucionar a Melbit de distinto tipo, a cambio de recompensas en forma de comida, objetos cosméticos y nuevos tipos de Melbit. Pero le hacen falta más tareas, más interacción con los Melbit y que estos estén más vivos para que la experiencia no se haga repetitiva en apenas unos días y el juguete se quede en la estantería.
Eso sí, hay funcionalidades interesantes que estarán disponibles en el lanzamiento que nosotros no hemos podido probar, como usar la cámara del teléfono para ver en realidad aumentada los Melbits dentro del juguete, sacarlos a pasear por el mundo como en Pokémon GO y hacerte fotos con ellos. También habrá más misiones y se añadirán voces al español (en nuestra versión no había voces). Pero son curiosidades que no solucionan el problema que vemos: que más allá de querer coleccionarlos todos, queramos preocuparnos de nuestras criaturas.
En definitiva, Melbits Pod es un juego-juguete original, que sorprenderá a muchos niños y que les hará quebrarse la cabeza moviendo, calentando e iluminando el huevo para conseguir a todas las criaturas, pero que necesita dedicar las prometidas actualizaciones postlanzamiento en hacer que esos Melbits no sean tan solo casillas que marcar en un catálogo, sino criaturas realmente vivas de las que debamos y queramos preocuparnos como hacíamos hace más de 20 años con los pixelados Tamagotchis.
Hemos escrito este artículo con un Melbits Pod que nos ha cedido Koch Media.